lunes, 28 de enero de 2013

VUELVE EL HOMBRE

El otro día solté así un poco a lo loco que Justin Timberlake era el nuevo Michael Jackson y casi me arrancan mi tapiresca piel a tiras por semejante afirmación. Como la polémica me gusta sólo a veces (han de darse dos condiciones claras e inseparables para que entre al trapo: que el tema de batalla me importe realmente y que con quien tenga que lidiarlo, también me importe mucho; si sólo se da una de las dos cosas, por mí somo si se cagan en Darwin), pues eso, que como soy un melindres para esto de las filosofías de bar-atillo, preferí retirarme a mis aposentos y guardar un prudente silencio. Pero, como también soy un animal de mucho rumiar y darle al magín, seguí dándole vueltas a esta teoría mía que, en ningún caso, me resultaba descabellada (teoría, por cierto, bastante refrendada si se hace una rápida búsqueda en Google de ambas personas; hay incluso un fotomontaje con la cara cortada de ambos divos). Casualmente, dos días después de este abortado debate, leí en algún lugar una nota de prensa con la fecha ya definitiva del lanzamiento del nuevo disco de Justin (demos gracias). En la foto que acompañaba la susodicha nota y promocionaba el nuevo clip, Justin lucía -luce, la fotaca sigue intacta- pantalón tobillero negro, calcetines blancos y mocasines negros (Tom Ford, mediante). Mira tú qué casualidad. Me recuerda a alguien, no sé, cosas mías... Así que ahí van mis parecidos razonables para afirmar, contra viento y marea, que: a. el regreso de Justin es el regreso del año (por delante, con todos mis respetos, del Duque Blanco); b. Justin es el heredero 'natural' de Michael Jackson; c. es un 'artista total' (a la manera del rey del pop).

¡Bravo, tapir! Sabía yo que tú te darías cuenta...

 1. Justin también fue repelente estrella infantil. Allí estaba él en el seguramente horrible programa The Mickey Mouse Club, junto a otros miniengendrines como Britney Spears, la Aguilera o Ryan Gosling. Está claro que el ratón tenía olfato...



2. Justin le da cosa mala al bailoteo. Y se sale. No en vano empezó en esto siendo un integrante de una boy band ('NSync) que se marcaban más dancings que escalas.



3. Justin sabe, como lo supo Michael Jackson, que lo importante está en la mezcla, o sea que sin un superproductor no eres nada. Quincy para Jacko, Timbo para Timber.

4. Justin, como Michael, no se 'conforma' con ser una de las mejores mentes musicales del panorama (que nadie piense que Justin es sólo Justin, se esconde y hace cameos cada dos por tres; estos siete años de silencio han sido de un mutismo relativo), además es empresario y actor (podría dedicarse a ello si le diera la gana, y encima lo hace entre no tan mal y muy bien según lo que le toque).



5. Y, para rematar mi despechado argumentario, sólo diré que cuando tuvieron que cancelarse los conciertos de Londres por la repentina muerte de Michael, Justin fue considerado como el posible perfecto sustituto. Por algo sería (y no creo que sólo por su capacidad para el falsete).

* Pero eso es lo de menos, lo de-más es que Justin, como Michael, tiene un talento apabullante -de esos que sólo tienen algunos elegidos que consiguen hacer fácil lo imposible-, sabe sacarle todo el brillo a lo negro, te obliga a bailar y que parezca que sabes hacerlo, alumbra canciones que se quedan y que se escuchan en loop del subidón que dan, consigue ponerte por las nubes y hacerte sentir el rey -sino del pop, de cualquier otra cosa-, y sobre todo es siempre elegante -mucho-, fino -finissimo- y preciso -milimétrico, diríase-.

Hay a quien no le ha entusiasmado el single de adelanto de su nuevo disco. Yo ya me lo sé de memoria...




Un buen y listo amigo mío me escribe así sobre esta polémica: "No sólo estoy de acuerdo, sino que estoy muy de acuerdo. Es más, me parece que Justin es ahora lo que Michael no quiso ser y podría haber sido. Vamos, que se negaba a ser producido por Timbaland, Neptunes, etc. por cabezonería, algo que yo creo que podría haber sido mítico, porque las últimas cosas del tipo eran una full y esta gente le podría haber dado un barniz moderno la mar de chulo".

domingo, 13 de enero de 2013

SOBRE RUEDAS


(ATENCIÓN: SPOILERS VARIOS)
Esta tarde, de manera completamente fortuita, me he hecho una doble sesión paralítica. De óxido y hueso de Jacques Audiard y La vida sigue igual de Eugenio Martin. Peliculas que narran ambas la historia de dos accidentados que acaban en silla de ruedas (la una peor que el otro, pero bueno); sus superaciones personales; sus amoríos y sus éxitos y fracasos y tal y cual. Pues bien, tras este azaroso experimento, estoy en disposición de afirmar que Audiard se ha inspirado en Martín para su filme, vulnerando y mancillando el original -y su espíritu- en una versión bastante desmejorada que mucho tiene que envidiar a su antecesora. ¿Qué digo, inspirado? ¡Es la misma película! Los paralelismos son asombrosos, las coincidencias pasmosas. Para demostrar semejante dislate, enumeraré semejanzas y diferencias antes de que mi cerebro tapiresco borre de sus circuitos toda información tetraplejiquilla.

1. Apartado pelo: Charo López-1, Marion Cotillard-0. El pelazo de la primera no juega en la misma liga que el pelo ralo y ratil de la francesa.
2. Trios a tuttiplen: mientras Yulio resuelve sus líos de faldas de forma desenfadada y gigolil, el de la otra las lía pardas y hace unas gañanadas de fliparlo, provocando muchos conflictos y dolores. Pasan cosas en discotecas en ambos filmes, aunque en la setentera bailan más y con más gracejo y sepsismo.
3. Sobredosis de drama: los personajes que aparecen en la peli de Audiard están todos al borde; en la de Martín sólo algunos -e incluso así llevan Lacoste-, pero hasta los que son huérfanos y tienen un pasado tremendívoro, lo cuentan como si tal cosa y se lo ventilan en una frase del guión. La vida sigue igual es un drama ligero; De óxido y hueso es un torbellino de drama, una acumulación de calamidades, un agujero negro de infortunios, un no parar de tristezas, un venga toma una y espera que te doy otra y mira que me he dejado esta por el camino y ahora voy y mato también a la abuela que resulta que la muy puta era nazi.
4. Inquietudes culturales: Yulio lee a Pedro Salinas mientras se recupera, Marion se revuelca en el suelo, no lee.
5. La Manga del Mar Menor es nuestra Cannes.
6. Vestuarios: todos repiten muchos looks todo el rato, lo cual es muy bien. A Marion se le ven las tetas, en la otra sólo se ven muslos; pero los secundarios de la española son todos muy guapos y van muy aseados, en la otra no. (La búsqueda de la veracidad se comió la higiene).
7. Infancia: en la de Audiard, maltrato infantil; en la de Yulio, mucho amor por los infantes, sobre todo si están pochers (por cierto, el niño llamado Chimo, es Chimo Bayo en su más tierna y desvalida infancia, ahí lo dejo, pero estad atentos).
8. Humor: Pajares-1, franceses-0. Pajares haciendo de amiguete gracioso de Yulio tiene alguna secuencia bastante mítica; en la peli de Audiard no hay ni un rescoldo atomil para la chanza y el chascarrillo.
9. En un caso la gente se prepara para ver una gran peli del gran Audiard, en el otro se disponen a ver una chorrada del cantamañanas ese. El gusto que dejan ambas experiencias cinematográficas es dispar: metálico como el sopor oxidado, el uno; liviano como una mousse, el otro.
10. A Yulio le ayudan la guitarra y una rubia en bici, a Marion le vienen en danza los peces y un empotreitor en moto. Al final, el empotreitor gana un título dando hostias, y Yulio gana un premio canturreando su más célebre tonadilla.