viernes, 26 de febrero de 2010
HELP!
Esto va a parecer el consultorio de la Señorita Francis (o como se llamara la churri de marras), pero me da igual. La ocasión lo merece, o más bien, la situación lo requiere. A ver, me escribe una amiga un mail deseperado (tanto que el asunto reza: 'sufrimiento por palabra'): la cosa es que a la chica se le ha perdido una palabra, no la encuentra y se me está volviendo loca. Como yo soy muy sensible a estos problemas (a la locura, claro; pero sobre todo, a lo relacionado con palabras, con hallarlas, quererlas, amarlas, odiarlas, repetirlas, olvidarlas, reencontrarlas, inventarlas y retorcerlas), os dejo su mensaje (que a mí, debo decirlo, me pareció grandioso) por si podéis prestarle auxilio que sé que hay mucho coleccionista de vocablo por aquí suelto.
querido tapir,
estaba yo pensando en escribirte para relatarte ese reencuentro a modo de cóctel con mis compañeras de colegio. todo iba bien hasta que se me ha cruzado una palabra. no hay forma, no doy con ella. y ya van más de dos veces en los últimos meses que la busco y no la encuentro y me ha dado como un gusano cerebral que no me permite hacer más nada.
lo peor es que es una palabra de la que estuve hablando hace años con un amigo al que no puedo acudir. me acuerdo de la conversación y de las risas y de que empezamos a utilizarla a mansalva. más tarde mi hermano se empeñó en que no quería decir lo que quiere decir. solemos utilizarla mal y no hubo forma de convencerle de su error.
viendo que seguramente tú comprendas esto que me pasa mejor que alguien de mi propia sangre, te escribo en busca de respuesta.
se trata de una palabra que no se utiliza mucho, pero tampoco es la hostia de culta. para nada. como ya te he dicho, se suele utilizar mal. y quiere decir algo así como "momento de iluminación" o "claridad mental". me suena que se haya utilizado en religión, pero tampoco estoy muy segura. y si tuviera que apostar por la letra por la que empieza, tengo una que no te diré por no influir.
por favor, por favor, ayuda.
el google no me da respuestas y me he bajado un diccionario en pdf, a ver si doy con ella repasando la dichosa letrita a la que me he enganchado. nada. no hay resultado.
jo, ahora, antes de darle a enviar, pienso si estarás en un momento chungo o lo que sea y me vas a mandar a la mierda por esto. bah, seguro que no.
jueves, 25 de febrero de 2010
miércoles, 24 de febrero de 2010
COGER LA OLA
No me gusta Godard. La primera en la frente. No me gusta Godard. Une femme est une femme me hace mucha gracia. Vivre sa vie me encanta. Pero luego unas cuantas más que he visto de este tipo me acaban resultando aburridas por lo impostado. Ni siquiera la célebre Á bout de souffle. Una colección sin vida de maravillosas fotografías en blanco y negro con unos guapos guapísimos Belmondo & Seberg, el colmo de lo cool (lo digo sin atisbo de ironía). Godard se me antoja, sí, un excelente fotógrafo. (Me corrige un amigo: "el fotógrafo de toda esta época de Godard no es Godard, es Raoul Coutard -aparece llevando la cámara en el plano inicial de Le mépris-. Cuando dejaron de trabajar juntos, su estética se resintió un rato").
Aún así, aún así, el sábado por la tarde fui con un amigo (dellamorte, para más señas: no me convenció para el horror de serie b del viernes noche, yo sí para nuevaolear un poco) a ver Le mépris. De Godard, sí. Hacía mucho que quería ver esta película. Por varios motivos:
a. porque varios amigos (el de la puntualización del primer párrafo, entre ellos) me habían dicho que, aún renegando de Godard, ésta me iba a gustar; y ya he dicho, una y mil veces, de mi poco carácter, de mi nula voluntad, de mi infinita disposición a ser convencido, y de mi tendencia natural a tropezar una y mil veces, mil y una si necesario, en la misma piedra.
b. porque hace mucho que tengo curiosidad por esta película. Leí el libro, de Moravia, hace unos ocho años. En Ediciones GF Flammarion, con un precioso fotograma -la Bardot con peluca negra, Piccoli, con sombrero- en la portada. Y lo recuerdo como un retrato perfecto, implacable, cruel y lúcido de lo que supone el acto de desenamorarse, el acto de juzgar y despreciar lo que una vez amaste y ya no.
c. por la Bardot, por Piccoli, por Lang y por Palance.
Así que ahí que nos fuimos dellamorte y yo, armados hasta los dientes de buena voluntad. Dellamorte la había visto ya, y aunque tampoco fan de Godard, se dejó embaucar: no recordaba nada o casi nada de la película, sólo -me dijo- jerseys rojos de cuello vuelto -lo cual se demostró luego ser una tuampa, que diría Data, de la memoria: rojo había un rato, en toallas, jerseys de pico y rebecas, pero de cuellos vueltos, nasti di plasti-.
Tras algo más de una hora y media que se nos hizo interminable (y que se convirtió en un concurso de bostezos entre dellamorte y yo: un duelo a muerte que quedó en unas merecidas tablas), una buena sucesión de escenas infumables y una frase para el recuerdo (que no fue de la película sino de dellamorte: "tengo la sensación de que me están escatimando información en los subtítulos" -sospecha, por otra parte, más que fundada-); salimos a la calle, un tanto lobotomizados, otro poco hastiados.
"¿Cómo se me había podido olvidar?" fue lo primero que soltó dellamorte aún en el hall del cine. "Nunca más", fue lo segundo (no sé si refiriéndose en concreto a esta peli, o en general a todo Godard; me temo que era un concepto más general: lo segundo, vaya).
"¿Dónde está el libro?" fue lo primero que yo dije una vez hube recuperado el don del habla.
Convinimos ambos, eso sí, en el culazo de la BB, en lo bonito de Capri, en lo bien que queda Jack Palance en cualquier película, en lo chulo del color (a pesar de la copia, qué copia...) y en lo ceñidísimo que llevaba el cinturón el pobre Piccoli (quien, por cierto, dellamorte, sigue vivito y coleando).
Y acabamos hablando, muy pronto, de Perversidad, de Perdición, de La mujer del cuadro y de Belén Estebán.
Mi amigo, el de Coutard, me escribe:
me gusta mucho godard
pero cuando vi por primera vez una peli suya
sapos y culebras
y ya era un cinéfilo con un cierto paladar
la primera vez que vi pierrot le fou aquello me pareció una tomadura de pelo
la segunda, en parís, en una copia restaurada, en una tarde muy mala
toqué la felicidad con los ojos
hubo un clic que no sabría explicar del todo
varias de sus pelis me han enseñado a ver cine
no voy a intentar convencerte de nada
diosss me libre
le mépris es una peli que puede resultar muy chula
probablemente lo sea más cuanto menos se sepa de godard y de la nouvelle vague
asín lo pienso
pese al escozor de vos y dellamorte
y sí, fritz lang en su etapa americana es lo más grande que puede haber y habrá
pero una cosa no niega a la otra
no es una casualidad que esté en le mépris
lo que entonces estaba haciendo godard le parecía a lang muy interesante
y algo aún más significativo:
le daba envidia que pudiera hacerlo
algo que nunca le permitieron a él
en el fondo casi te podría decir
vosotros os lo perdéis jajajaja
porque los que lo disfrutamos lo hacemos a fondo
y no es por impostura, te lo aseguro
Otro amigo que de cine sabe un rato, me escribe a su vez, y por contra:
Me gusta "Le Mepris", pero por motivos muy personales. Por la música, básicamente. Por el arranque y por el cuerpo de Briggitte Bardot. Por alguna cosita más. Por Jack Palance, claro.
Pero creo que es arbitraria y algo tontorrona. Una modernez, en realidad.
Ya te digo, la defiendo más por cosas extracinematográficas que por la película en si.
¡A POLEMIZAR!
lunes, 22 de febrero de 2010
UNA CASITA EN LA PLAYA
un tapir, o sea yo, está tumbado en un diván
tiene los ojos cerrados
al lado, alguien garabatea cosas, probablemente dibujos, o quizá ni eso. quizá, como en aquel capítulo de eros de soderbergh, el alguien se esté dedicando a ligotear por la ventana, ¿quién sabe?
la voz de ese alguien, sospechosamente amable, ladinamente modulada:
- nicanor, piense en belleza
- ahá
- piense en belleza, ¿qué ve?
- no veo nada...
- ...
- ... sólo oigo nítidamente algo. escucho teen dreams de beach house. una y otra vez. cómo arrancan los coros de zebra. cómo entra la voz. me recuerda un poco a los chills. aquel disco que tenía medusas en la portada. me chiflaba. lo ponía sin parar, tanto que a mi madre llegó a gustarle. con silver soul me siento capaz de volar. y me acuerdo de la primera vez que buceé en una piscina y abrí los ojos. norway me lleva a carreteras en el sur, ventanillas abiertas y el sol haciendo extraños dibujos en el salpicadero. walk in the park me deshace en burbujas. used to be me recompone, miro por la ventana los coches pasar despacio. lover of mine y better times son noches en blanco, balcones abiertos, luces apagadas y desnudez. un acantilado bajo mis pies con 10 mile stereo, el cabo da roca y la niebla como un puente sobre el que se puede caminar, el fin del mundo, los brazos abiertos, sonrisa y miedo. con real love me muero un poco. take care me hace pensar en todas las tardes pasadas escuchando discos en compañía, carátulas esparcidas por el suelo, chocolate negro, pistachos y cerveza.
- muy bien. hemos terminado. son ochenta euros
Nota a pie de página:
La etiqueta dice de Beach House que es un grupo de dream pop. Me parece, por una vez, una bonita y certera definición.
jueves, 18 de febrero de 2010
BUSCANDO EN EL BAÚL DE LOS RECUERDOS
Hace años, solía pasarme cada cierto tiempo por el Vips a rebuscar entre los libros de oferta. Y siempre encontraba algo. El viejo catálogo de Bruguera a un precio de risa. Joyas descatalogadas. Autores que llevaban sin editarse una vida... Así descubrí al dios Cheever. Crónica de los Wapshot y El escándalo de los Wapshot. Dos preciosos tochitos de Alfaguara que me compré vete tú a saber por qué. La intuición a veces funciona como un reloj. Entre todos los que adquirí por aquella época recuerdo otros tres con los que me hice en la misma tacada: Música para camaleones de Capote, El mensajero de L. P. Hartley y Que usted la duerma bien, señora de Jean Rhys. Al primero le tenía controlado. De los dos últimos, ni repajolera. El libro de Hartley me pareció glorioso y el de la señorita Rhys, espléndido. Fue hace mucho. En el año 92. Al menos así consta en la rúbrica de la primera página. Hace unos meses me llegaron El ancho mar de los sargazos y la inconclusa autobiografía Una sonrisa, por favor. Ambos editados en Lumen, ambos preciosos, ambos de una tal Jean Rhys. Mi cabeza se puso en marcha tratando de recordar de qué conocía yo a esa mujer. No lograba ubicarla. Sólo sabía que había leído algo, de relatos más concretamente, y que me había gustado. Repasé mis estanterías con calma (detesto que mi memoria se vuelva loca tratando de recordar; más, si puedo darle la solución). Y ahí estaba el volumen. En la colección Narradores de hoy de Bruguera. Amarilleaba ya. Así que puse Una sonrisa, por favor, el primero de la pila de libros a leer. Me hacía ilusión reencontrarme con, por lo que se ve, una vieja conocida. Me volví a recostar en la escritura de Jean Rhys. En sus memorias. Con su deje de melancolía (y, ay, cierto tufillo -soportable y muy difuminado, lo juro- a su coétanea Anaïs Nin -debía de ser la época-). Sin pretensiones literarias. Tan sencillo. Años enteros que pasan en una página. Y detalles insignificantes que se detienen en dos, fijados en el tiempo. Hay una especie de tranquilidad que emana de la escritura de esta mujer. Un ritmo sereno. Lo empecé en un tren. Lo acabé en otro. De cuando en cuando, la vista por la ventana.
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miércoles, 17 de febrero de 2010
LUGARES QUE YA NO EXISTEN (II)
El otro día pensaba yo en sitios que han desaparecido. En el cine Rosales que acabó transformado, creo, en un Día. Esa sala tan grande, tan bonita, tan decadente y tan antigua, en la que vi tantas películas, todas tan raras y tan escabrosas, salvo el Hard days night que reestrenaron ahí.
Y también me acordé del cine Bogart, en el que apenas si estuve un par de veces (y de las que sólo recuerdo una, una película española muy mala y muy cursi que estrenaban varios meses después a su première oficial), pero que era un lugar que me encantaba, aunque fuera sólo por su cartel y ese aire rancio. Me daba una cierta tranquilidad.
Y me vino a la memoria el famoso Montes, bar mítico con dueño legendario apostado tras la barra. Era el lugar de peregrinaje obligado de algunos amigos de fuera de la capital cuando venían a verme. 'Llévame al Montes' me decían. Un buen día cerró. Aún paso con frecuencia por delante y veo esa esquina inutilizada. Qué pena... Anoche, buscando una foto para esta entrada, me encontré con esta noticia ya antigua publicada en El País. Qué bajón...
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martes, 16 de febrero de 2010
CÍRCULO PERFECTO
I.
Disto mucho de ser un connaisseur del hip hop. Y mira que me gusta. Pero se me olvida. Uno de las primeras cosas que escuché de este género fue un disco que me regaló un amigo. Era de Mos Def y Talib Kweli. Black Star. Fue como si me hubieran abierto una puerta a la dimensión desconocida. Flipé. Por cierto, este disco se lo dejé (incauto de mí) a otro amigo que a fecha de hoy sigue sin devolvérmelo... (Como en los realitys: 'si me estás leyendo, ya sabes...').
II.
El otro día un amigo me pasó The ecstatic de Mos Def (tipo que, por cierto, me parece de lo más molón: ¿cómo es su papel en Be kind, rewind?). Me senté en el sofá. Dispuesto. Gran portada. Para empezar. Arranca el asunto. Un álbum en el sentido literal de la palabra. Un álbum en el sentido que a mí me gusta. Como el Endtroducing de DJ Shadow o el Screamadelica de Primal Scream. Un disco de esos que empiezan obligatoriamente en la primera canción y terminan por cojones con la última. Como algo continuo. Como una unidad irrompible. Chulísimo.
lunes, 15 de febrero de 2010
CHUTE DE ADRENALINA
El ímpetu de la batalla es una potente y muy a menudo letal adicción, para la guerra es una droga.
Con esta cita arranca En tierra hóstil (The Hurt Locker) de Kathryn Bigelow.
Me dijeron que me la iba a poner dura.
Fue que se me quedó morcillona.
Me ha pasado lo mismo con las otras dos que he visto de la Bigelow.
Le llaman Bodhi y Días extraños.
Ideas brillantes.
Hallazgos luminosos.
Imágenes potentísimas.
Arranques brutales.
Alguna perla rara.
Pero siempre hay algo que ay...
No me acaba de poner cachondo.
Demasiado efectista, quizá.
Demasiado previsible, puede ser.
Nota a pie de página:
Me pregunto si es en todas o sólo en estas tres, pero ¿no habla siempre la Bigelow -y con bastante lucidez y en mayor o menor medida- de adrenalina, de subidones, de emociones adictivas?
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sábado, 13 de febrero de 2010
EL HUNDIMIENTO
Hace frío y sufro un arrebato de autismo (bueno, no sé si es autismo, no es que yo no quiera saber nada del mundo, es que no quiero que el mundo sepa nada de mí). He puesto la calefacción muy alta. Un buen montón de mantas. y los pies en alto. He sacado The devil, You+Me, de The Notwist. Y me he preparado para hundirme. En el sofá. En todo lo demás. Desapariciones. Sólo queda la pared lisa. Good lies. Los ojos que se cierran. Gloomy planets. Los oídos que se abren. The devil, you+me. Las manos que caen. Sleep. El olvido. De lo de fuera. De mí. Boneless. Cuarentaycinco minutos después suena la alarma. En forma de silencio. Gone, gone, gone. Despierto. Muy despacio. Aterrizo. Sin muchas ganas. Y no sé si sigo estando. Ni yo. Ni tú. Ni los demonios, todos los que son.
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viernes, 12 de febrero de 2010
¡QUIERO BAILAR!
Se dan tres circunstancias:
1. que me flipa el musical
2. que, por fin, me he molestado en averiguar como se cuelgan videos
3. que el último clip de BB me ha gustado tanto, tanto, tanto que no sólo ha desbancado el maravilloso Anoche de Christina Rosenvinge, sino que me he visto forzado a inventarme una entrada ad hoc
Así que aquí van cinco clips coreografiados de los últimos tiempos que me sacan mi vena Gene Kelly:
1. que me flipa el musical
2. que, por fin, me he molestado en averiguar como se cuelgan videos
3. que el último clip de BB me ha gustado tanto, tanto, tanto que no sólo ha desbancado el maravilloso Anoche de Christina Rosenvinge, sino que me he visto forzado a inventarme una entrada ad hoc
Así que aquí van cinco clips coreografiados de los últimos tiempos que me sacan mi vena Gene Kelly:
miércoles, 10 de febrero de 2010
EL HORROR, EL HORROR
Ya he dicho una y mil veces que no practico el cine de terror. Por muchos motivos, pero sobre todo por uno bien sencillo: porque me da miedo, provoca la parálisis de mis miembros, me sugiere pesadillas encadenadas y me proporciona noches en blanco. Así que, con la osadía que da el desconocimiento, yo juraría que The Road es una película de terror. No porque se trate de un filme apocalíptico, que sí. No por la angustia que provoca (a mí al menos) contemplar el terrible espectáculo del ser humano reducido a su mínima expresión (la de animal que lucha por sobrevivir, comer, dormir, aguantar, olvidando códigos morales y éticos, obligado a deshacerse de educación y sentimientos, forzado a poner todas sus energías e intelecto en pasar otro día sin importar los medios, sin reparar en daños, como El Pianista, como -de alguna manera- Hijos de los hombres), que también. No. The Road me pareció por momentos una peli de miedo de género (la secuencia de la 'mansión caníbal tardará mucho tiempo en borrárseme de los laberintos del cerebro), de esas que te revuelven en la butaca, que te encogen, que te hacen casi taparte los ojos y gritar varios mudos 'ay, no, no, no'. Han pasado ya algunos días desde que la vi y no me la quito de la cabeza. Tan contenida que resulta aún más desasosegante. Tan fría que la inquietud se dispara. Sobrecogedora y brutal. Pero lo que me vuelve una y otra vez -amén de la perfecta fotografia del señor Aguirresarobe y de la ídem música, as usual, del infalible tándem Cave&Ellis- es Viggo. Viggo que es ira, amor, odio, desamparo, tristeza, derrota, horror, pavor, miedo, piedad, compasión, pérdida, ternura, tesón y qué sé yo cuanto más. Sin rastro de histrionismo. Apabullante.
Nota a pie de página:
Sin hacerle un feo a nadie, el otro día vi que dos habitantes de Lucca se habían enchufado en algún momento a mi blog. Me dio un ataque de contentura. Lucca es uno de mis lugares favoritos del mundo que conozco.
lunes, 8 de febrero de 2010
JUANITO CALAMIDAD
Ya he hablado en alguna ocasión de lo mucho que me gusta este tío. Mark Oliver Everett. Eels. Me gusta su pinta: esa barba que ha crecido hasta medio pecho en algún momento, su pelo cortado a cachos, sus gafas de pasta, su pinta de no enterarse de nada o de saber demasiado. Me gustan sus canciones y lo que cuenta en ellas. Me gusta cómo ve las cosas y cómo (me) las dice. Me gusta su visión de la música. Me gusta su actitud de outsider de bajona, pero no tanto. Me gusta que siempre se saque algo nuevo de la manga. Me gusta todo eso. Y ahora, además, me gusta como escribe. Me compré Cosas que los nietos deberían saber. Por el señor E, por la portada, por el título, por la frase de Fresán: "El mejor libro de autoayuda que no intenta ayudar a nadie pero que lo consigue casi sin proponérselo". Me lo compré sabiendo que era triunfo seguro. Y no me equivoqué. Me gusta el modo en que mr. E habla de cuando era niño, de su hermana -qué pobre-, de su madre, de sus tragedias -tantas-, de la música, de sus canciones, de sus novias -tan locas-, de sus giras. Me gusta ese sentido del humor a veces tan negro, a veces tan desesperado. Me gusta su poso de tristeza inevitable. Me gustan sus rayos de luz. Me gusta cómo piensa. Me gusta la ausencia de drama ante el drama total. Me gustan su sinceridad aplastante, su honestidad brutal. Me gusta su cero pose. Me gusta su forma de encajar. Me gusta su hermosa sencillez. Me gusta que me llame dilecto lector. Me gusta que me guste. Una vez más, Mark Oliver Everett, no (me) ha fallado.
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viernes, 5 de febrero de 2010
UN RAYO DE SOL
La otra mañana, colocando los discos de Tina Turner (esos que, según el Brigadier, no escucho), a punto estuvo de caérseme el Twice de The Tyde. Lo enganché como pude antes de que se estampara contra el suelo. Y decidí interpretarlo como una señal. Un aviso. Una orden. Así que lo puse. Y me senté a escucharlo. Con calma. Hacía mucho tiempo. Y me volvió a alumbrar. Iluminó mi salón. Me vinieron ecos de cosas que me gustan desde hace media vida. Beach Boys, Teenage Fanclub, Steve Wynn, The Byrds... Como si fuera verano, hiciera calor y el sol, además de estar, derritiera. Ale.
miércoles, 3 de febrero de 2010
SUGAR, SUGAR
El otro día hablando con un amigo sobre bizarradas aplicadas a gustos musicales acabamos confesándonos al oído cosas espeluznantes. Me sorprendió en alguien tan joven tanto osado desprejuicio y tanta desarmante sinceridad. Normalmente, a uno le cuesta unas pocas décadas deshacerse de prevenciones, vergüenzas y manías heredadas. Por la conversación desfilaron, sin orden ni concierto, Billy Joel, Eros Ramazzotti, Nicola di Bari, Fiordaliso, Rino Gaetano, Aute, Duncan Dhu o Rod Stewart. Él fue un poco más lejos y dejó caer un Lalo (Rodríguez) y un José Luis (Guerra). Yo hoy quiero confesar mi amor incondicional por los hermanísimos Carpenters. No sé si son horteras, bizarros, simplemente cursis, o nada de esto. Tampoco sé si con semejante introducción procede hablar de los Carpenters (a quienes, por cierto, Kings of Convenience les deben alguna que otra cosilla). No lo sé por dos motivos. Uno, porque mi gusto (en materia musical, en concreto, pero en casi todo lo demás, también) es más que heterogéneo. Y dos, porque no entiendo mucho de etiquetas (trato de usarlas sólo para cuando pongo la lavadora). Así que acaba de salir un disco con los cuarenta grandes éxitos de este dúo dinámico y a mí no puede sino parecerme maravilloso. Dosis de azúcar que matarían a un diabético. Más almíbar que en los Osos Amorosos. Y una blandenguería que haría las delicias de los habitantes de la Casa de la Pradera. Pero no lo puedo evitar: me encantan. Desde ese aspecto tan de californianos bueninos de los setenta hasta esas voces tan asquerosamente afinadas, sin olvidar los arreglos tan bonicos y los coros angelicales.
lunes, 1 de febrero de 2010
YOU CAN LEAVE YOUR HAT ON
Era en Amo tu cama rica y era algo así (un mensaje dejado en un contestador): "Hola Sara, soy Pedro. Quería decirte que ahora hago yo solo todas las cosas que antes hacíamos juntos. Y que es mucho más aburrido. Sobre todo hacer el amor". Pues eso, que como hacer playlist uno solo es un coñazo (y más según cuáles), y como la frasecilla rescatada de Martínez Lázaro y de mi memoria venía -hoy- niquelada, aquí van cinco y cinco canciones que, según un sujeto 1 y un sujeto 2, femenino y masculino, masculino y femenino, él y ella, ella y él, son de un torridez insoportable... El resultado es, cuando menos, curioso:
SUJETO 1:
PALESTINE, TEXAS de T Bone Burnett
Agresiva. Base ritmica contundente y groovera. Bajos machachones y gordos. Y un macarra que te susurra mientras te tiene agarrada por la cadera.
LOVE ON THE BEAT de Serge Gainsbourg
Me recuerda a los Cazafantasmas por la musiquilla. Claro, pienso sin remedio en la Guardiana de la Puerta en bragas. Y esos chilliditos, como de peli porno setentera...
GHOST SONG de The Doors
Jim es un manual de instrucciones parlante. Te dice cómo hacerlo. De menos a más. Sin perder la cadencia. Él marca el ritmo, tú sólo tienes que dejarte.
TRIBULATIONS de LCD Soundsystem
Ni camas, ni sofás. En la pista de baile. Solo o acompañado. A veces se puede follar sin tocarse. Eso sí, el sudor puntúa.
ELVIS de Alpha
Para los momentos de debilidad, porque un poco de cursilería suele ser buena táctica de seducción.
SUJETO 2:
CH-CHECK IT OUT de Beastie Boys
Caderas y pelvis
NOBODY'S FAULT BUT MY OWN de Beck
Suplica y se arrastra
STRAIGHT UP de Luna
Oscura y morbosa (más para ser una versión de Paula Abdul)
LOVER, LOVER, LOVER de Ian McCulloch
Cohen con filtros eróticos noventeros
LAVA LOVE de Maika Makovski
Araña, muerde y se quiebra
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