lunes, 9 de marzo de 2015

PAROLE PAROLE



Siento ser últimamente portador de tan malas noticias, pero hoy la cosa es sumamente luctuosa. El otro día, un amigo guapo, listo y limpio me contaba que la RAE cada año se carga palabras (yo aún no les he perdonado lo del sólo de solamente sin tilde). Saca unas para meter otras... Yo, absoluto desconocedor de este vocablocidio, quedé desolado. De repente, imaginé una escena tipo Star Wars. Un hemiciclo lleno de palabras y, en el centro, un grupo de sabios, barbudos, barrigones, calvos y canos. Las palabras, acojonadas, esperando no ser nombradas. Y el portavoz del parlamento leyendo los vocablos nuevos admitidos entre gritos de júbilo (por ejemplo, ante la reciente inclusión de masajear, el masaje celebrándolo con una samba al, de pronto, sentirse acompañado) para a continuación leer las palabras excluidas. Y todas esas voces desterradas saliendo por la puerta de atrás, abochornadas, tristes, derrotadas... Pero, saliendo, ¿para ir dónde? ¿Existen puertas giratorias para las palabras? ¿Puede un término dimitir de sí mismo, disociarse de su significado, sentirse obsoleto, mirarse en el espejo y decirse 'soy inútil'?

En la pasada edición, se admitieron unos cuantos artículos nuevos (palabras, por cierto, que todos llevamos eones usando como si tal cosa: términos como versus, autocontrol, amateur, autoayuda, diu o chat). Se expulsaron otras tantas (show, spot, short, rouge, paellera, coamante, arrepasarse, adocilar, guzpatarra...). Y algunas otras fueron mandadas al purgatorio (las palabras enmendadas...) La mayoría de las desterradas son anglicismos o voces que se dicen de otra manera, pero algunas simplemente se pierden para siempre en el olvido.

Y yo me pregunto en todos los casos, ¿POR QUÉ? ¿Por qué quitar palabras de un diccionario ahora que estamos en la era de lo virtual y ese manido 'el saber no ocupa lugar' es más cierto que nunca y hay sitio para todos? ¿Por qué no dejar que todas esas palabras convivan juntas y alocadamente y se vayan usando o no según lo convengan los usos sociales? ¿Por qué el nuevo esperanto -el inglés- no está regulado por ningún organismo que dicte normas, mate palabras, acuñe nuevas y se saque normas de la manga de manera muchas veces arbitraria? Y, sobre todo, y para el caso que nos ocupa, ¿por qué se eliminan artículos del diccionario? Entiendo que por falta de uso. Y, ¿eso cómo se hace? ¿Cómo se sabe? ¿Hay un fulano que va por los pueblos del señor preguntando a cada mengano si en el último año ha usado tal o cual palabro? A lo mejor hay una aldea en algún lugar de España en el que se entienden muy bien con la palabra acertajo, o hay quien se ha enganchado de forma involuntaria a la estovaína y no conoce otro término para designarla, quizá aún quede alguien vivo que haya trabajado en un naque, o haya quien prefiera decir coamante a novio, puede que a algunas meretrices la palabra churriana les preste más que prostituta, o que haya quien siga comiendo bohena; o, simplemente, sucede que términos como paradislero no deberían desaparecer jamás aunque sea sólo para decirlas una vez en la vida en voz alta...

Así que, ante este exterminio del vocabulario, sólo puedo preguntarme como aquel segundo éxito del creador de 'Contigo no, bicho', "¿Con qué intención?"




(Aquí, toda la información)

1 comentario:

Silvia dijo...

¡¡¿¿Longaniza de bofes??!! Ojalá nunca hubiera me hubiera topado con la difunta "boheña".
Pero reivindico "archibribón". Perfectamente contemporánea.
Y también la figura del Rescatador de Palabras Desahuciadas.