domingo, 3 de octubre de 2010

EL CAMINO DEL EXCESO



Últimamente ha habido dos cosas que me han hecho henchir el pecho de orgullo (mira, tres palabras que me dan la pota, seguidas):
1. me han dicho con admiración que tengo el pelazo de Robert Plant (aclaro: no en la época actual).
2. me han asegurado con arrobo algarrobo que, en algunos momentos (callaré cuáles, soy un caballero), me gasto ademanes de Jacques Dutronc.

Sobre lo segundo no diré nada porque aún le estoy dando vueltas. Lo primero ha caído en un momento zeppelinamente álgido. Lo mío con Led Zeppelin es como un matrimonio veterano que se lleva bien. De cuando en cuando, entran arrebatos de pasión y fases de gran enamoramiento. Recuerdas lo buenos y grandes que son. Mejores. Así estoy yo estos últimos días. Escuchándolos en loop y leyendo Led Zeppelin: Los dioses del rock, de Charles R. Cross. Un libro que, dicho sea de paso, entretendrá a los profanos (no a los morbosos: pasa por alto casi todos los escándalos que rodearon a los chicos glamurosamente greñosos) y no aportará nada nuevo a los locos de LZ, pero sí les sumergirá en gozosos universos de nostalgia (algo parecido, imagino, a ver el álbum de bodas una década después).



Nostalgia, sí, de la que me hallo yo mismo inundado. Reconozco que he lagrimeado un poco en ciertos pasajes del libro, y no sólo cuando la diña ahogado en su propio vómito el bestia de Bonham -32 castañas y otros tantos vasos de vodka tenía encima la criatura que sigue siendo considerado el mejor batería del mundo- o cuando a Plant se le cae el mundo encima al serle notificado en medio de una gira la muerte de su hijo. No. Una especie de nostalgia del exceso. A saber:

- Los cuatro miembros de LZ eran asombrosamente guapos, brutalmente talentosos, asquerosamente perfectos ejecutantes. Rollo derroche.
- A pesar de sus camisas abiertas (Robert Plant y John Paul Jones no se las abrochaban así les mataran), sus atuendos femeninos (Robert solía calzarse blusas femeninas), sus tacones y todo lo demás desprendían un peculiar y masculino sex appeal. Poca gente ha resultado tan jodidamente sexual como Robert Plant cantando de sus mil y una maneras diferentas los mil y un 'oh baby'.
- A las pocas semanas de conocerse, los cuatro zeppelines se meten en estudio. En menos de dos semanas estaba listo el Led Zeppelin I. Treinta y dos horas de estudio. Y ahí estaban Good Times, Bad Times, Babe I'm Gonna Leave You, Dazed and Confused o Communication Breakdown.
- Hasta hace unos años, el cuarto disco de Led Zeppelin llevaba vendidos 23 millones de copias, en el top five más vendido de la historia. En 1974, esta banda suponía la cuarta parte de los beneficios de Atlantic Records.
- Cuando llevaban diez años en esto de la música y tenían poco más de treinta, la prensa musical de la época los llamaba 'dinosaurios'.
- Allá por el 73, los chicos se hicieron con un jet privado que llevaba escrito Led Zeppelin en el fuselaje. La chulería inicial acabó estando justificada. Los chicos no eran bienvenidos en los hoteles: destrozaban demasiado y demasiado bien (tanto que Peter Grant, el manager, reservaba en los hoteles firmando a priori que todos los desperfectos serían pagados. Parece que, una vez en la que Grant estaba pagando un televisor que uno de los miembros del grupo había tirado por la ventana, le preguntó al encargado del hotel si no le gustaría hacer alguna vez lo mismo; éste contestó que sí; Grant le dio más pasta: 'Tenga, a este invito yo').
- La obsesión de Jimmy Page por el ocultismo y demás negruras hizo que se le fuera la olla a Camboya. Su obsesión era tal que llegó a comprar la casa y manuscritos de un tal Aleister Crowley. Un supuesto satanista, ocultista y mago ceremonial (que, por cierto, gustaba mucho a los músicos de la época: su careto aparece entre los muchos de la portada del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band de los Beatles), y que fue declarado en su momento el hombre más malvado del mundo (aunque no sabemos si ese título es más por la época victoriana que le tocó vivir que por sus fechorías, que consistían básicamente en ponerse hasta las trancas de drogaína, tomar el sol en pelota picada y tirarse gentes de todo género sesuar; también hay quien le atribuye alguna cosa bastante más chunga tipo misas negras y algunas otras atrocidades que no he tenido el valor de investigar). El caso es que Page desarrolló gran obsesión por esta figura llegando a incluir su ley de Thelema (que básicamente lo que decía es 'haz lo que te salga de la punta del nabo -Do what thou wilt shall be the whole of the Law/Hacer lo que tú quieras será la totalidad de la ley-) en algún disco Por cierto que Page acabó deshaciéndose de la casa del tipo este y ahora es una pensión.
- Las canciones de diez minutos largos eran un clásico (una de las primeras de semejante duración fue Stairway to heaven, motivo de conflicto garantizado en CADA concierto: Page quería tocarla a toda costa para marcarse su supersolo; mientras que Plant no la soportaba: le aburría y toda la parte final tan aguda le incomodaba sobremanera) que podía prolongarse a la media hora, cuarenta minutos en directo. Un despilfarro minutil.

Recuerdo cuando fui con un amigo a ver el documental The song remains the same -que no deja de ser la grabación de varios conciertos- al Círculo de Bellas Artes hace un par de veranos. Salimos completamente incendiados. Brazos en alto. Gritando que era el mejor concierto de rock que habíamos visto en nuestra vida. Un puto exceso. Sí. Glorioso, poderoso, dionisíaco.

5 comentarios:

Miss Amanda Jones dijo...

Pues si eso es cierto (pelamen de Robert Plant + ademanes de Jacques Dutronc), acaba de ganarse usted una fan con nombre de canción de los Rolling Stones.

cristobal fortunez dijo...

ahora me han entrado ganas de escucharme a los zeps, y eso que no soy muy fan que digamos.
Gran artículo!

Anónimo dijo...

Yo tan sólo les pongo un pero: cuando tocaban en directo, al negarse a llevar músicos ajenos al grupo, no sonaban demasiado bien, quizás un poco más rockeros/blueseros, pero no tan completos como en sus magnificas canciones de estudio. John Paul Jones no podía tocar el bajo y los teclados a la vez; Jimmy Page no podía tocar las innumerables pistas de guitarra tal y como hacía en el estudio; y con los coros pasaba lo mismo con Plant. Respecto a Bonzo, con su doble bombo...a ese le daba igual!!
Por último añado que me alegra enormemente saber que algunos de los que no los apreciaron en su tiempo por estar más en la onda del Jazz-Rock y/o Rock Sinfónico han terminado por reconocerlos como lo que son: el mejor grupo de Rock de todos los tiempos.

el brigadier dijo...

En el programa "hoy empieza todo" de Radio3 están haciendo un especial "canciones que hacen llorar a los hombres" (la top es Everybody hurts, de REM), y esta mañana un notas ha pinchado the immigrant song y se ha quedado tan ancho. Que pasa, cada uno llora con lo que llora, ha dicho cuando ha terminado el temazo.

Que le entren a uno ganas, como a Cristo, de acudir a los viejos vinilos de LZ es el mayor elogio que se puede llevar el texto. Bien hecho Nicanor!

Y la nostalgia me lleva ahora a los primeros 90, cuando empezaba el Laboratorio de Malasaña, y flipábamos con aquel guerrillero rubio, Rafa Kas se llamaba, que en plan hombre orquesta (digamos que era Jimmy Page y Robert Plant en uno) acometía salvajes versiones de LedZep, de Hendrix, de los Doors...
¿Alguien le recuerda?¿Alguien supo qué fue de él?

Anónimo dijo...

No le des más vueltas a lo de Dutronc, que es cierto!