viernes, 31 de julio de 2009

FELL OFF THE FLOOR, MAN



Sentarse en el suelo. Y convertir el silencio de tu salón en una caja que suena. Despacio. Al ritmo que marca el sol que cae y la tarde que ya es casi noche. Deslizarse y terminar tumbado con el pelo desparramado. Glorioso abandono. Desmadejado. Absoluta, milagrosamente anulado. Mutado en sensación. Casi, nada. Y qué más da si la madera se clava en las costillas. Qué importa si las pelusas están por barrer. Cada día pide su banda sonora. No siempre se da con la adecuada. Cada momento exige sus canciones particulares y exclusivas. Y no siempre se acierta. A veces uno busca y rebusca, prueba, pone, quita, mete, saca, pasa, una, y otra. Y es un no. Mayúsculo. Ayer tarde todo confluyó. Sí. Los dos discos que tengo de Kings of Convenience se asomaron tímidos en la estantería, entre uno de Kid Loco y muchos de los Kinks, y se hicieron dueños y señores. Estaban ahí. Para mí. Sonaban ahí. Para mí. Empecé por el final. Riot on an empty street. Y las pulsaciones bajaron, los ritmos frenaron. La calma. Las cosas se disiparon y yo me deshice. Y cuando creía que ya era sólo mancha, puse el Quiet is the new loud y me desdibuje un poco más. Aún. Entonces desaparecí. Todavía no me he encontrado. Por primera vez en años, no recuerdo lo que he soñado. Voy a probar hoy con The whitest boy alive. A ver si reaparezco.


Nota a pie de página:

Sí, sí, sé que Dragó ya ha desfilado por aquí y ha sido convenientemente diseccionado, pero, como diría el Vizconde de Valmont, no lo puedo evitar. Es que este hombre no cesa de sorprenderme y de dejarme boquiabierto como pez fuera del agua... Atención a esto que se titula La mancha azul, pero que bien podría haberse llamado Érase un hombre a un culo (perdón, nalgas) pegado:
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/25/dragolandia/1248517326.html

viernes, 24 de julio de 2009

RED DE MENTIRAS


Como en todo, llega un momento en el que hay que parar. Detenerse. Ponerse a un lado del camino. Mirar hacia atrás, evaluar, considerar, calibrar y concluir: "sí, llegó el momento, estoy preparado". Por fin puedo escribir una entrada sobre spams. Si no lo hago ahora, no lo haré jamás. Cada vez me llegan más, cada vez son mejores, cada vez tienen más miga. Corro el peligro de embarcarme en una aventura sin fin. No puedo posponerlo más. No debo retrasarlo más. De nada serviría. Así que sí, repito, ha llegado el momento. Ese momento en el que un hombre debe decir 'basta', enfrentarse a su destino y ponerse manos a la obra.

Lo primero que me fascina de los spams es su capacidad para superar todo tipo de barreras anti-spam. Mientras mails que esperas con urgencia o impaciencia se quedan entre los dientes y garritas de los watchmen de tu correo, los anuncios de viagras, alargamientos generalizados y timos indiscriminados enviados por apellidos estrafalarios -léase, directamente sospechosos- consiguen pasar todos los controles y campar a sus anchas por tu buzón de entrada. Tan sólo algunos enarbolan un tímido (o, más bien, socarrón) 'posible spam'. Ejemplo: POSIBLE SPAM: Be great in bed at any age! Yo diría que aquí la 'posibilidad' se torna clara probabilidad.

Lo segundo que llamó mi atención cuando decidí estudiar de cerca este fenómeno fueron los nombres escogidos como supuestos remitentes: Pennie Cuevas (este es de mago del humor), Fabian Justice (aquí, haciéndose los finolis), Amado Holden (otro de chiste malo), Socorro Putman (que, a veces, firma como Socorro Holcomp, pero no me la da con queso: es la misma), Hope Esparza (¡ese juego de palabras!), Reyes Lancaster (¿de los Lancaster de toda la vida?), Forest Valencia (¿perdona?), Porfirio Fritz (magistral), Rudy Curry (aspirante a star bollywodense), Trisha Darling (esta siempre manda cosas muy susssias). Y mis dos favoritos: Belle Bobette (si alguna vez tengo una vaca, una oveja, una mula o una cabra, juro que la bautizaré de esta guisa) y Ferdinand Trotter (que me parece con diferencia el mejor de todos).

Y, por último, y no menos importante, los 'asuntos' o títulos de los mails (que me suscitan una cascada de preguntas no resueltas). Despropósitos a gogó. Aquí va una breve selección (respetando meticulosamente las faltas de ortografía):
- I am very glad, (pues qué suerte, chica...)
- Breathe a new life into your intimate life (un poeta del spam)
- A top team of scientists and medical doctors (claro, por eso, están ahí, todos agazapados en un absurdo mail)
- Women appreciate this quality in men among all the others (ya sabéis a lo que me refiero, tííííos)
- Try this exotic supplement for free (defina exactamente el significado de 'supplement' en este contexto)
- No "venir" mas demasiado temprano? (mí no entender)
- Dopaje para tu miembro mejor (olé y olé a esas innovaciones gramaticales)
- La vacancia del manager en Espana (¿acaso querían decir vagancia?)
- La Oferta buena para el empleado Espanol (que no para el de Sebastopol)
- Ya no fuma, Gracias a la Farmacia (de nada)
- Es necesario el empleado en Espana (claro que sí, guapííísimo)
- If a pocket size member is not for you, visit us here (¿de cuántos centímetros estamos hablando?)
- Wherever you go, hot women will be chasing you (¿una nueva versión del clásico de Bryan Adams?, ¿lo sabe él?, y lo que es más ¿le están pagando los putos derechos?)
- Millions of men are taking advantage (adaptación libre de La liebre y la tortuga de Esopo)
- Esta en la lista de invitados (¡por fin, pensé que nunca llegaría ese día!)
- Think faster, run faster but don't get old faster (¿el rey de los ripios no era Sabina?)
- Potencia debil, nosotros tenemos la resolucion (¿judicial?)
- Women always judge your manhood by the size of your little friend (dicho popular que se enseña en las escuelas de todo el mundo)
- Increase your mental function, give food to your brains (nótese el plural)
- Trabajo alejado para usted. 880 EUROS en 5 dias (¿y para qué y por qué y de qué quiero estar lejos?)
- Crecimiento de carrera (¿exponencial o proporcional?)
- El trabajo hermoso en la crisis (¿¿qué??)

jueves, 23 de julio de 2009

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Insultar bien es un arte. Hay insultos e insultos. No es lo mismo un idiota que un hijo de puta. No es lo mismo dicho con la boca piñonera que abriendo bien los labios y soltando la lengua. No es lo mismo. Y luego está el tempo. Claro. Un insulto, por muy leve que sea, dicho en el momento justo resulta más demoledor y efectivo que la más despiadada de las injurias emitida, oh, fuera de tiempo. Se siente. No entró. No computa.

De todos los insultos que en el mundo han sido, mi preferido es cretino. Por su sonoridad. Cretino. Porque sin parecerlo es altamente ofensivo (1. Que padece cretinismo. 2. Estúpido, necio//Cretinismo: 1. Enfermedad caracterizada por un peculiar retraso de la inteligencia, acompañado, por lo común, de defectos del desarrollo orgánico. 2. Estupidez, idiotez, falta de talento). Porque se utiliza poco y parece hasta fino. Cretino. Ah. Qué preciosidad.

Ahora bien, hay algunos otros que, por cómo y cuándo se dijeron, por quien los pronunció y cómo se tradujeron, me parecen sencillamente insuperables y me provocan ataques de hilaridad repentinos y de larga duración.
1. Por su contundencia.
El "cabrona" que Bruce Willis le espeta a María de Medeiros en Pulp Fiction, cuando ésta reconoce que ha olvidado el reloj de su padre en casa. En inglés, no tiene tanta gracia, pero ese cabrona ahí, en esas circunstancias, es de matrícula de honor del insulto.
2. Por el feliz encadenamiento de palabros.
El "cerdita grosera y desconsiderada" que Alec Baldwin le soltó a su hija por teléfono. Sucede lo mismo que en el caso anterior: en su idioma original, pierde todo el encanto. Pero, ay, es escuchar esa expresión en nuestro castellano y lloro de la risa.
3. Por lo gráfico y faltón de la imagen que producen de/en el insultado.
"John Rambo es capaz de comer cosas que harían vomitar a una cabra" me parece un ocurrente eufemismo de primitivo/pedazo de bestia/ser involucionado; una forma bien ingeniosa de designar a alguien como el buscado y nunca bien hallado eslabón perdido.
Michael Caine diciéndole a un tipo en Get Carter algo así como: “Ya casi había olvidado tus ojos. Siguen igual. Agujeros de meado en la nieve” es de un hijoputismo tan brillante que resulta casi poético.

Estos son los primeros que en uno, dos, tres segundos se me han aparecido. Ni mejores, ni peores que otros. Hay más, muchos más. Afortunadamente el campo del insulto es infinito. Tanto como puedan llegar a serlo las mentes de quienes insultan. Y eso, en ocasiones, es mucho más que mucho.


Nota a pie de página:

Me asalta una duda:
¿El uso de emoticonos no incrementa la sensación de estupidez que uno tiene de sí mismo? ¿No se siente uno mismo más tonto tras encadenar unos cuantos signos de puntuación que quieren ser una carita con significado? ¿Es una percepción individual o es una dolencia ampliamente generalizada y padecida?

martes, 21 de julio de 2009

AGENTE PROVOCADOR


Sacha Baron Cohen no está loco, pero lo parece.
Las situaciones a las que se somete son tan extremas que parecen ideadas por alguno de los cerebros de esa cosa llama Jackass.
La incorrección política llevada a su máximo esplendor para demostrar con efectividad lo aplastantemente ridículo de tantas cosas.
Sacha se pone al servicio (integridad física incluida) de la causa de desenmascarar la estupidez siendo él el más estúpido.
Ni un titere con cabeza.
Comprendo que haya a quien le resulte insoportablemente soez, escatológicamente adolescente, brutalmente grosero, insultantemente cafre y que sus películas sean consideradas la provocación por la provocación (leáse fácil). Lo entiendo. Pero a mi me parece tan gracioso como necesario. En los tiempos TAN políticamente correctos que corren, no sobran los agentes provocadores (por mucho que, a ratos, el que nos ocupa se pase -y mucho, e injustificadamente- de rosca). Debe ser que le veo el encanto a eso de que me pillen a contrapié cada dos por tres.

martes, 14 de julio de 2009

EMBOBADOS


Me declaro desde ya, desde hoy, desde aquí, fan a ultranza de Abraham Boba.

Lo he descubierto tarde. Su primer disco (como Abraham Boba, que este chico militó y milita en otros pocos lares) es de hace dos años. Pero ya se sabe que nunca es tarde para convertirse. Fuga de Alcatraz es sencillamente perfecta. Perfectamente contenida. Sé que no me ayudarás... a fugarme de Alcatraz. Las hermanas Sánchez es una genialidad. La exactitud de Signos de admiración me provoca eso mismo: condenada admiración.

Acabo de hacerme con La educación, el segundo. Me duelen Capital y La educación. Hagamos algo antes de morir dan ganas de abrazar la eternidad. Dejé de buscarte, dejé de buscarte y fue entonces cuando me perdí. Ahora, en mis noches de insomnio se me aparece La vigilia. En cada salto doy más alto y trato de volar y cuando lo consigo vuelvo a despertar. Y me persigue obsesiva, pegajosa, Siete veces.

Dicen que es el Richard Hawley español. Lo emparentan con Scott Walker. Un amigo me hizo pensar en Vincent Delerm. Y por qué no en Stuart A. Staples. Y hay quien lo mete en el mismo renglón que a Leonard Cohen. No sé. Imagino que esto equivale a decir que anda sobrado de talento y de clase. Melodías y letras para viajar sin mirar atrás. Arreglos por los que no pasa el tiempo. Una voz que respira. Pausas y silabeos que dejan el aire suspendido. Las canciones de Boba se ven: si cierras los ojos, puedes dibujar mentalmente las siluetas de los músicos encorvadas sobre sus instrumentos.

Esa cosa que todos buscan y sólo algunos encuentran: emoción.


Nota a pie de página

Y ya no aguanto más: reivindico a Aute.
Que hay mucho más de él flotando por ahí de lo que se cree.

sábado, 11 de julio de 2009

SAL DE FRUTAS


Me encontré con Mishima por primera vez en el año 92. Confesiones de una máscara. Guardo intacta la profunda sensación que me produjo. La del deslumbramiento. La de descubrir un tipo poderosamente dotado para la literatura y para la locura. El lado más oscuro del corazón. Y, oh, tan bien escrito. Eso fue lo primero, lo mejor: la facilidad con la que las frases perfectas fluían, la docilidad con la que las palabras se cuadraban a las órdenes de este iluminado. Después vinieron El color prohibido, Después del banquete, El marino que perdió la gracia del mar, Caballos desbocados, La perla y otros cuentos. Y Mishima o la visión del vacío, de la Yourcenar. Aún está en mi estantería de lecturas pendientes Sed de amor. Anoche fui a ver Mishima: una vida en cuatro capítulos, de Paul Schrader (1985). Casi por imposición. No la recomendaría a nadie. Puede resultar indigesta -cuando no directamente atragantarse- desde el minuto diez (y dura 120). Y por muchos, quizá demasiados, motivos. Pero yo entré. Y ahí me quedé. A pesar de lo pretencioso, lo kistch, lo intelectualoide, lo requetesobado, lo preciosista y lo arte y ensayo que, sí o sí, la película de Schrader es. Me reencontré con ese personaje tan magnético como grimoso, tan genial como absurdo, tan extremo como impostado, tan misterioso como patético, tan seductor como odioso. Redescubrí ese posturitas de la vida que, en la tesis sostenida por Schrader, diseñó su vida como si de una obra de teatro se tratara tal era su obsesión por la estética, el arte y la belleza. Mishima, la película, está al filo de lo insoportable, se sitúa en los márgenes de lo ridículo, se asoma al abismo del exceso. Pajerilla. Durita de cojones. Como el propio Mishima. Por todo esto, debería haber salido con la cabeza echando humo de los cines Verdi (los mejores de Madrid, sin duda alguna), pero por algún extraño e inexplicable motivo ganó la fascinación al horror. Eso sí, lo próximo es Kevin Smith, portodoslossantos.



Hace un par de años tuve la feliz idea de ir a Bruselas de vacaciones (muy cortas, afortunadamente). Me vi allí en la más absoluta de las soledades. No era el plan previsto, pero la compañía esperada hizo una espantada de última hora (lo malo de ser tan sumamente comprensivo con este tipo de actos es que acaba uno siendo constante víctima de un extenso catálogo de desplantes y cuelgues. El resultado son aventuras en solitario de ayer y de hoy. Fin del paréntesis). El caso es que aparecí allí, en pleno invierno. Un viento hipohuracanado. Lluvia. Mucho gris. Y caras largas. Me resultó un lugar desolador. Deambulando por calles que se apagaban a las cinco de la tarde y echaban el cierre a las nueve de la noche. Lo único que me mantuvo en vida fue un maravilloso cine próximo al catrehotel en el que me alojaba. Un montón de salas en V.O. Vi American Gangster y La noche es nuestra. Y un día, de esos en los que ya había pateado lo indecible, la cartelera estaba expoliada y seca, y el maldito viento amenazaba y mucho con llevarme un poco más al norte, me topé (bendito encontronazo) con una pequeña sala. Antigua. Rojos y dorados. Ponían Paranoid Park. Me metí. Creo que es uno de los cines más bonitos que he pisado en mi vida. Se estaba tan bien que casi me daba igual que la última genialidad de Gus Van Sant (con quien mantengo una intensa relación amor-odio) fuera o no una mierda. Y, bueno, me salvó la tarde. Paranoid Park es como Gerry, de mirar y de sentir. Si cierro los ojos, aún puedo visualizar imágenes de skaters al no ritmo de Elliot Smith. Nada más. Secuencias largas de nubes, de monopatines, de rostros adolescentes. La recuerdo perfectamente hermosa, perfectamente plácida (a pesar del incidente que las sinopsis ya se han encargado de destripar), perfectamente lenta, perfectamente emocionante. Y es otra que no recomiendo. Puede indigestarse, también, a la mínima de cambio. Con bastantes menos razones que Mishima, eso sí.

jueves, 9 de julio de 2009

VERANO AZUL


Este blog nació con vocación de subjetividad total. Así que esta vez lo voy a ser más que nunca. A conciencia y por diferentes motivos.
Hace meses escuché "China es otra cultura", el disco de Linda Mirada. Me gustó. Pero a medida que pasaban los días y transcurrían las escuchas, me gustaba más y más. Una adicción en toda regla. Lo quemé. Lo abrasé. Lo incendié. Lo vampiricé. Por las mañanas, cuando había que darse prisa para ir al trabajo y dudaba entre la camisa negra o la camiseta azul. Con Linda Mirada de fondo, solía ganar la camiseta. Azul. Por las tardes, antes de salir, desde la ducha me llegaba la pegajosa melodía de "San Valentín" y las promesas se multiplicaban. Y bailando te he encontrado en la pista, tus amigos se han reído de mí. Nadie sabe que me he enamorado de ti. Recuerdos de algunas canciones felices de los ochenta. Vitales. Frescas. Luminosas. Irónicas. Pegadizas. Sin prejuicios. Pop sin aspavientos. Hedonismo sin pudor. Que ya está bien de tanta tristeza. Que es verano, coños. Te prometo que te grabo una cinta con canciones que pensé para ti, en el dorso voy a escribir el día de San Valentín. Uno salta a las calles de otra manera después de enchufarse unas dosis de Linda Mirada. Háganme -subjetivo- caso: acaba de editarse.

lunes, 6 de julio de 2009

Y AHORA ESTOY DE PUTA MADRE, YA TE LLAMARÉ MÁS TARDE

Qué divertida es Pagafantas.
Qué divertida y qué bonita y qué buena y qué carcajeante (risas de esas de lagrimeto).
Y qué triste y qué cabrona y qué cruel y qué destrozona.
Sonrisas congeladas.
Dice su director, Borja Cobeaga, que es una comedia 'pocha'. Una forma rara de decirlo, pero la mar de ajustada.
Pagafantas es la dictadura de la piel, la crueldad de las leyes de la atracción, lo caprichoso de la química. Y la desesperación resultante de todo ello. Cobeaga: "Ser pagafantas no es sinónimo de listo, simpático, brillante, sino de desesperado. Y la desesperación se huele. Todos huimos de alguien desesperado".
Todo Pagafantas es el Cobrafantas de otro Pagafantas.
Todo el mundo corre detrás de alguien que corre tras otro.
Así va la cosa.

Y no digo más.
Porque lo de que Gorka Otxoa está enorme, que María Asquerino parece sacada de El resplandor, que Oscar Ladoire pasa desde ya a formar parte de los grandes losers del cine, que Julián López tiene propiedades camaleónicas, que por fin humor inteligente, y que tal y que cual, pues mejor verlo. Como los cortos de Cobeaga (La primera vez y Éramos pocos). En Youtube. Grandes. Grandes.

jueves, 2 de julio de 2009

LA LEY DE LA GRAVEDAD

Hace menos de tres meses fallecía Millard Kaufman, el creador de Mr. Magoo, un personaje que a mí siempre me encantó. Cegatón, petiso (qué hermoso palabro), pelón y narigón, sus aventuras me hacían carcajearme una y otra vez. Recuerdo con alborozo sus pantaloncitos, sus sombreros, sus elegantes abrigos y, sobre todo, sus camisas blancas de manga corta. También su coche. Por no hablar del inicio de su show en el que las 'oes' de Magoo hacían las veces de gafotas del entrañable viejales. Y en mi particular y peculiar -como cualquiera que se precie- memoria, la imagen de Mr. Magoo está asociada por siempre jamás a la de Karl Malden. Por el naso, por las cejas, por la boca, por el cráneo. Mi madre y yo solíamos llamarle "el actor de la nariz de manzana". Kaufman tenía 92 años cuando un fallo cardíaco le puso el the end; Malden, 97 cuando ya no despertó. Karl Malden. Demonios. Crecí viendo películas de este tipo. Un tranvía llamado deseo, Forja de valientes, La ley del silencio, Patton, El precio del éxito, El beso de la muerte, Yo confieso, El hombre de Alcatraz... Todas las que no recuerdo. Pero si pienso en Malden en la pantalla, me viene una y otra vez El rostro impenetrable que, seguro no es, ni de lejos, su mejor película. La tengo desdibujada como tantas otras. Pero sí tengo presente el polvo. El rojo. Y el silencio.