viernes, 28 de noviembre de 2008

SECRETOS DE NUEVA YORK


Ayer por la mañana me dejaron Historias de Nueva York de Enric González.
Ayer por la tarde empecé el libro en cuestión.
Ayer por la noche lo terminé.
El mérito no es mío.
Es del señor Enric.
Ciento cuarenta páginas que se leen a una velocidad de vértigo. Ahí están los orígenes de La Gran Manzana, la mafia, los poco ortodoxos métodos con los que se han construido las grandes fortunas americanas (con lo bonito que es el museo Frick Collection, hay que ver lo hijoputa que era el tal Frick), la eficacia sin escrúpulos de Giuliani, el 11-S, el béisbol, los perritos calientes, los taxistas, la loca carrera de los rascacielos (grandísimo el 'making of' del Chrysler, que es también mi gigante preferido de N.Y.), las cloacas, los personajes (George, el jamaicano obsesionado con ciertas teorías de la conspiración; Anthony Bourdain, el chef rebelde -recomiendo, por cierto, Malos tragos, un libro sobre viajes y gastronomía que destila humor-), el proyecto del Flatiron (probablemente, el edificio más evocador de la ciudad)...
Todo con un impagable sentido del ritmo, una agudísima observación y una ironía desbordante (sobre las reservas federales: “el subterráneo parece decorado por un guionista de James Bond con resaca de pacharán”, sobre los turistas: “alienígenas del planeta Disney”, sobre el Bronx: “es habitable como los testículos de los cerdos son comestibles. Cuestión de gustos o de hambre”).
A los que no hayan estado en Nueva York, les gustará: una forma cómoda y barata de viajar.
A los que hayan estado, les traerá recuerdos de la Gran Manzana. Coincidirán o carraspearán. En definitiva, lo pasarán bien.
A los que no hayan estado, pero estén a punto de hacerlo, les servirá como una guía sui generis y bastante más interesante que las "al uso".
Un anecdotario la mar de divertido de un tipo cuyo máximo mérito (aparte de su brillante pluma) es su curiosidad insaciable.

jueves, 27 de noviembre de 2008

CAOS CONTROLADO

Ayer vi a Four Corners. Un grupo de jazz del que tenía conocimiento cero. Me lo recomendaron fervientemente. Y yo soy muy obediente. Así que para allá que fui. Era en el Johnny (colegio San Juan Evangelista) que es un sitio que me encanta por muchos motivos: suena bien, la gente está callada, los conciertos empiezan a su hora, estás sentado, los organizadores son amables, el ambiente es relajado y no hay nervios (ni por parte de los asistentes intentando arañar un centímetro cuadrado al de al lado, ni por parte de los responsables intentando que nada ni nadie se les cuele). Tras un piscolabis (maravillosa palabra) en la cafetería (maravillosos precios), toca acomodarse. Se apagan las luces, se anuncia el show y salen ellos. Las cuatro esquinas. El trompetista parece un ex-Angel del Infierno reconvertido a amable padre de familia, el batería es un cruce entre Terence Stamp y Daniel Craig, el contrabajista tiene un parecido más que razonable con Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo, y el saxofonista es un Ned Flanders tridimensional. Los cuatro en vaqueros. Normalidad absoluta. No parecen tomarse muy en serio (seguramente menos que algunos del público). Qué alivio. Hay poca gente. El show arranca. Brutal e intenso. Pero también divertido y físico (casi sexual). Cuatro tipos retorciéndose encima de un escenario. Tan gozoso de ver como de escuchar. La trompeta suda. Brando baila con el contrabajo o lo parte en dos. El ritmo de la batería, marcial, embrutecido o silencioso. Y la impertinencia del saxofón. Una maraña de sonidos perfectamente ordenados. Tanto que hay partituras. ¿Cómo se escribe el caos en un pentagrama? El jazz, como los cómics, como Tom Waits, como Dylan, asustan. Pero no es para tanto. Es cuestión de intentarlo. Y si es que no, pues tampoco pasa nada.


Nota a pie de página:
Ya he visto The Spirit. Tenía que decirlo.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

LA VIDA ANTE SI

¡Qué díficil es contar las cosas como pasan! ¡Qué difícil que no suceda nada que no pudiera estar ocurriendo en la casa de al lado! ¡Qué difícil es coger un trozo de vida sin más! Es tan complicado no caer en la tentación de lo extraordinario... Como si los días como lo son casi todos no fueran suficiente. Por eso me emociona Tomine. Porque se resiste a salirse de lo cotidiano. Enorme Shortcomings. Lástima que dure tan poco.


Escucho The BBC Sessions de Belle and Sebastian. Se me había olvidado lo mucho que me gustaban. La cosa empieza con la maravillosa The State I Am In. Y, en tercer lugar, sí, sí, oh sí, suena mi favorita: Judy and the dream of horses. Me ponen de tan buen humor.

martes, 25 de noviembre de 2008

¡GLUBS!



"Brilla con satisfacción"
"¿Te atreves a probarlo?"
"Es bueno saber"
La primera sentencia aparece en mi frasco de champú. ¿Perdona?
La segunda frase está estampada en mi envase de biscottes ¿Ein?
El tercer lema lo leo en el reverso de mi bote de café. ¿Qué?
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Finales de los 70 y Dylan se ha vuelto loco. Sólo habla de Dios.
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Todos los años igual. Llega la Navidad y, con ella, la "lotería del miedo". Todos a comprar POR SI toca, no vaya a ser que se te quede cara de idiota...

DECLARACION DE PRINCIPIOS

Este sábado, en Babelia, Loquillo.
Siempre me gustó. Hace tiempo cuando el rompeolas, y la cocaína y el dom perignon. Luego ya no. Y luego otra vez, con su Balmoral. Pero él siempre me pareció bien. Tan chulo, tan claro, tan cascarrabias. Se queja. Mucho. Y puede que tenga razón. Los indies reniegan de él y el mainstream no entiende su discurso, ese que pasa por musicar poesía y por no revivir una y otra vez los ochenta. Desplazado. Y hasta los cojones de estarlo. Sólo puedo recordar un concierto en La Riviera organizado por el Rockdelux. Debía ser un aniversario, un homenaje o algo así. Allí estaban los popes del indie, arriba, en el escenario. Y todas las tropas indies abajo. Los primeros -Jota de Los Planetas, Irantzu de LBV, Jorge Martinez de Ilegales, Jeanette y un largo etcétera- cantaron sus canciones con una banda común. Los segundos -y doy fe, yo estaba allí- se volvieron literalmente locos cuando salió este tipo de dos metros, todo de negro, tan erguido y tan seguro de sí mismo y cantó Nena (desgañitándose de rodillas). Así tal cual. Pues eso. Un personaje necesario. Está bien que de cuando en cuando alguien pegue un puñetazo en la mesa sin arrugarse el traje ni despeinarse el tupé.
Ya lo dice él:
Dicen que me repito/de lo claro que hablo,/será que no me entrego/a las reglas del mercado/porque milito en la razón/del pensamiento ilustrado./Me siento en la fractura/de valores que no cuentan/no siento ningún desprecio/tan sólo indiferencia./Tuve muchos nombres,/me vieron con otra cara/pero siempre fui yo/marcando una línea clara.

lunes, 24 de noviembre de 2008

PASADO DE ROSCA


Sesión matinal.
Qué gran invento.

Asfixia. Recomiendo.
Pero sólo si:

- eres fan de Sam Rockwell porque hace bien de malo, porque hace bien de bueno, porque hace bien de looser, porque hace bien de tío corriente

- Anjelica Huston te parece una diosa, capaz de embarcarse en los proyectos más delirantes y estar ahí siempre intachable

- flipaste con El club de la lucha y siempre te has preguntado cómo sería una versión irreverente y jocosa

- te gustaron Borat, Supersalidos, Los Tenembaums, Tropic Thunder, Zoolander y todas esas comedias desquiciadas y un poco sal gorda

-piensas que el sexo es fascinante, enigmático, adictivo, maravilloso, enloquecedor y maligno todo a un tiempo

-tu familia es complicada, tu identidad extraviada y el nihilismo te parece la expresión religiosa menos dañina

ANUNCIOS


1. Volver a ver Regreso al futuro
2. Escuchar por las mañanas el temazo The Acid Queen de Tina Turner
3. Sentarse toda una tarde a leer, mirar y remirar las viñetas de los libros ¡A mí no me grite!, La aventura de comer o Déjenme inventar de Quino
4. Comerse una granada
5. Ver el enérgetico directo de Arctic Monkeys at the Apollo

sábado, 22 de noviembre de 2008

TESTIMONIOS



Hola, me llamo Ed Harris y soy actor, bueno director, no, actor. Bueno artista. Voy a hacer una película. La voy a dirigir, vamos. Voy a estar detrás y delante de la cámara, como Hitchcock, pero todo el rato. Que ya lo hice hace años, con una de un pintor loquísimo. El otro que va a salir es Viggo. Vaya mozalbete. Nos conocimos en Una historia de violencia. Buen profesional y mejor persona. Ahí nos hicimos coleguitas, íbamos por ahí a los bares, y él me hablaba de pintura y de filosofía. Así todo muy denso. Porque es un tío listo, pero listo, listo. Va a ser una del Oeste, que ahora está muy de moda. Me han dicho que El asesinato de Jesse James estaba fetén y que El tren de las 3:10 era un clasicazo de los de antes, de los que hacían el John Wayne y todos esos. Así que yo también. Appaloosa se va a llamar que es un nombre como muy de tiros, ¿no? Además, el Viggo y yo como que damos muy bien de pistoleros, así como muy hombrotes, con nuestras botas, nuestros arruguetos, el polvo por toda la cara, y nuestras estrellas de sheriffs, y nuestras pistolas, y todos los complementos, como los clics de Famobil, pero a lo bestia. Y va a haber de todo: caballos, y puestas de sol naranjas, y cherokees, y hasta un tren, qué coño... Porque, yo me digo, ¿qué es un western sin una locomotora? Pues nada, como Antena 3 sin los Simpson. Una cosa chocantísima. La chica, para mí, que va a ser la Renée. Sí, sí, la de Bridget Jones que después se puso de dietas hasta el culo y se quedó finísima pero con la cabezona de antes, como las muñecas esas japonesas. A mí la verdad es que la chavala esta, ni fu, ni fa. Vamos que me parece hasta molesta en una película, con esa cara de Babe, el cerdito impertinente. Con sus coloretes y sus morritos, todo tan juntico que parece que no hay sitio. Qué mal enviejunamiento va a tener esa chica,oye, y yo que la veo cada vez más parecida a la Duquesa de Alba, pero en actriz, que manda huevos. Pero a Renée, yo la imagino ahí, tocando su piano en el saloon. Y luego me han dicho que meta a una tal Ariadna Gil, que yo ni idea, pero que está buena, y que queda bien, y que le hará mucho ilusión. Appaloosa, joder, qué rebonico me va a quedar, a la muchachada le va a encantar. La historia ya si eso la pienso luego que tengo un ratico.


Nota a pie de página:
Por azar y por fortuna, descubro justo después de la infumable y aburridísima Appaloosa, una pequeña joya: Mujeres en Venecia de Mankiewicz. Deliciosa.

jueves, 20 de noviembre de 2008

POR LA BOCA MUERE EL PEZ


Dos noticias delirantes.
La quintaesencia de la paradoja.

En el Pachá de Valencia quieren organizar una fiesta homenaje a la mujer. Y, claro, qué mejor tributo que sortear entre las asistentes una operación de aumento de pecho... El lema: Pretty Woman. Finalmente se ha suspendido el evento porque la idea no ha sido "comprendida socialmente".

La Camorra quiere matar a Roberto Saviano por su novela Gomorra, pero, oye, ya puestos, pues vamos a sacar tajada. Así que en los quioscos napolitanos, y desde hace días, la propia Camorra vende copias piratas de la película (copias, eso sí, que según parece son auténticas filigranas de la falsificación).

No hace falta añadir nada.
La cosa se comenta sola.

Las maravillas de Bono, las dejamos para otro día.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

QUE NO, HOMBRE, QUE NO, QUE JAMES BOND NO ES JOHN MCCLANE

¿Es Casino Royale una de las mejores películas de la saga Bond? Sí. ¿Es Daniel Craig uno de los mejores Bond de la historia? Sí. ¿Es Quantum of Solace digna sucesora de Casino Royale? No.
Y hasta aquí puedo escribir, habida cuenta de que el estreno oficial no es hasta el viernes y no quiero convertir esta entrada en un inmenso spoiler.
Casino Royale era enorme, por la película en sí, pero sobre todo porque resucitaba (¡y de qué manera!) al agente secreto más carismático de la historia. Más de cuarenta años después de enfrentarse al doctor No, 007 renacía de sus cenizas.

Casino Royale funcionaba como un reloj: arrancaba con una de las mejores persecuciones que yo haya visto en cine y desde ahí revisaba el mito de Bond modernizándolo sin restarle encanto, ni traicionar la esencia del personaje de Ian Fleming. Recuperaba la diluida esencia del agente dotándole de nuevas y excitantes características para futuras entregas. Volvíamos a creer en Bond.

Así que, como aviso a navegantes:
* para los que no hayan visto Casino Royale, hacedlo antes de ver Quantum of Solace (si no, alguna referencia os perderéis)
* para los que vieron Casino Royale, bajad el listón
Y como conclusiones sin spoilers:
* ¡qué bien corre Daniel Craig, qué bien monta en moto (rivalizando INCLUSO con Steve McQueen) y cuánta chulería derrocha en algunas de sus salidas (tanta que a ratos dan hasta ganas de aplaudir)!
* ¡qué buenos los títulos de crédito, a pesar de la infame canción!
Y resisto la tentación. Ay. Y no digo más.

martes, 18 de noviembre de 2008

ESTA REBUENO


Un nuevo Macanudo siempre es una buena noticia. Garantizadas unas cuantas horas de sonrisa bobalicona, de corta risa, de mueca irónica, o de "sí, sí, sí". Y vale, no es el brillantísimo Calvin y Hobbes, ni el tronchante Carlitos (abro paréntesis: puede que a muchos Snoopy, les retrotraiga a alguna época pasada en la que el perrillo en cuestión era insignia de lo pijo -telojuroporsnoopy- pero, vencidos los prejuicios, las viñetas de Carlitos, Snoopy & cia son enormes: divertidas, irónicas, crueles, ingeniosas, lúcidas, chispeantes, tronchantes. Además, Snoopy, como todo animal dibujado que se precie va sobre dos patas. En los tebeos, una regla infalible es que los animales lleven parte de arriba o sean bípedos). Liniers puede ser cándido, obvio, naïf, ñoño y hasta cursi. Pero sólo a ratos. E incluso, cuando cae en el lado más azucarado resulta tan tierno que uno se queda pegado al almíbar sin complejos. Hay angustia existencial en Oliverio la Aceituna, regusto amargo en Lorenzo y Teresita, repipiez en Enriqueta, un poco de todos nosotros en las ovejas y en los pingüinos, genialidad en la la vaca cinéfila y en el señor que traduce los nombres de las películas, surrealismo en los duendes... Y es que como dice Robert Crumb en la primera página de Macanudo 3, "el absurdo no tiene fin". Menos mal.


Nota a pie de página:
A veces las cosas cambian:

lunes, 17 de noviembre de 2008

EXPEDIENTE X


Algunas cosas que no entiendo (si me paro a pensarlas, me cortocircuito):

1. El cambio de hora
2. Algunas ofertas de telefonía
3. Que en los aviones te digan que respires NORMALMENTE cuando el trasto está cayendo en picado
4. Por qué algunas personas van a los conciertos a charlar, a los cines a comer y a las galerías o museos a hablar por el móvil
5. Los 4x4 en ciudad
6. Por qué a la gente le molestan tanto las bicicletas
7. Los jerseys de cuello vuelto sin mangas, los shorts en invierno, el eyeliner, las plataformas
8. Alguna señales de tráfico
9. El after eight, la cerveza sin alcohol, las gominolas que saben a pimiento picante
10. El periodismo antes de Google

HONESTIDAD BRUTAL

Antes de ver Gomorra se sabe lo que se sabe: que es una película sobre la camorra (la mafia napolitana), que está basada en un libro de Roberto Saviano (amenazado de muerte por la hazaña), que dista mucho de las películas de mafiosos al uso (esas que tanto nos gustan, tan glamourosas, tan elegantes, con una violencia tan estilizada y con unos personajes que tienen su aquel, llámesele encanto, elegancia o épica). Antes de ver Gomorra no se saben algunas cosas: si Roberto Saviano se infiltró o no en la camorra, o si se limitó a investigar, a husmear y a recoger testimonios de primera mano; las razones por las cuales este hombre que debería desaparecer de la faz de la tierra se expone a conceder entrevistas y a fotografiarse en el estreno de la película basada en su libro; dónde exactamente fue rodada la película y en qué condiciones.

Después de ver Gomorra, uno tiene la sensación de haberse acercado por primera vez y de verdad a la realidad de una organización mafiosa. Mateo Garrone rueda sin artificios, sin trucos, sin juegos. Crudeza en todos los sentidos. Una violencia que no se regodea, que no se detiene, que no busca impactar. Unos personajes que son lo que son, ni se juzgan, ni se idealizan. Unos métodos, los de la mafia, a veces tan chuscos que resultan casi cómicos, por no decir patéticos. Chavales que juegan a ser mafiosos, mafiosos que son chavales. Scarface en la memoria, pero sólo como un espejismo al que parecerse. Porque hay que ser duro, hay que matar, hay que disparar. No hay glamour ni en el fondo, ni en la forma. Por primera vez, insisto. Y es de agradecer. Puede que la película sea farragosa, puede que algunas de las múltiples historias que se documentan no se entiendan, puede que se haga larga, puede que de entre toda la realidad se haya escogido lo más cinematográfico -los adolescentes kamikazes, el niño atrapado...-. Pero da igual. El caleidoscopio resultante es esclarecedor y real. Todo el mundo trapichea. Con lo que puede. Con lo que le dejan (ya sean drogas, trapitos o vertidos tóxicos). Algunos se ven metidos ahí casi sin querer, otros fuerzan la máquina hasta las últimas consecuencias.
La película es demoledora. Y deja una sensación brutal. Sin casi buscarlo, sin parecer pretenderlo. No hay ni una rendija de emotividad, ni un atisbo de sensiblería, ni un ápice de moralina. Y podría. El director podría habernos hecho llorar, habernos indignado, habernos obligado a bajar la mirada horrorizados ante un festival de casquería. Podría. Pero no. Sólo hiela la sangre.

domingo, 16 de noviembre de 2008

K.



Qué buenos los descubrimientos. Qué buenas las primeras veces. Qué bueno la primera vez que escuchas a Brel, la primera que lees a Camus o la primera que ves una película de Jarmusch. Qué bueno. Acabo de descubrir a Ryszard Kapuściński (al que a partir de ahora llamaré K, para ahorrarme unos cuantos golpes de teclado, para ahorraros unas cuantas faltas, para ahorrarnos el baile de tildes). Tarde, sí, pero insisto: las primeras veces no saben de relojes. Son disfrutables. Siempre. Ahora se abre el universo K a mis pies, y hay tantos K’s por leer. La perspectiva me regocija y me tranquiliza a partes iguales. El responsable del descubrimiento ha sido "La guerra del fútbol y otros reportajes". Me dicen que no es el mejor. Que si hubiera empezado con "Ébano", directamente habría visto a dios. Puede. No sé. No importa. No me importa. "La guerra del fútbol" es un libro que se salta todas las normas habidas y por haber. Transita entre la crónica, la autobiografía y el testimonio; desprende humor, ironía, respeto, veracidad, emoción, inteligencia, brillantez, diversión y ternura; gravita entre la historia pura y dura y una historia individual: la de un reportero de casta. Pero quizá lo mejor de K sea que, contando historia reciente resulta tan emocionante como si de un thriller se tratara, pero sin usar los recursos propios del género. K tiene un ritmo endiablado. Hay que leerlo deprisa. Hay que volar sobre las páginas cuando habla del fenómeno del apartheid y los afrikaners; hay que saltar de párrafo en párrafo cuando explica las razones por las cuales Ben Bella fue depuesto de su cargo de presidente en Argelia; hay que devorar las letras cuando cuenta cómo consiguió entrar en un Congo en estado de guerra; hay que permanecer en vela cuando reflexiona acerca de África o del oficio de reportero. Eso es lo que hace enorme a K: su capacidad de contar. ¡Y cómo lo hacía! En cada capítulo, hay un recurso literario nuevo y genial. Cada crónica está escrita en un tono diferente a la anterior. No tiene el estilo efectista de la novela, pero tampoco el tantas veces aburrido y didáctico y dogmático del periodismo. K huye del "soy más listo que tú" tan generalizado en los corresponsales, siendo -como era- mucho más listo que cualquiera de nosotros. Nos hace partícipe de sus descubrimientos y conclusiones al tiempo que él descubre y concluye, y así parece que también nosotros estamos allí, que también nosotros descubrimos, que también nosotros concluimos. La palabra fluye. Engañosa sencillez. El mérito enorme de hacer fácil (facilísimo) lo difícil (dificílisimo). Maravilloso. Imprescindible. Leyéndolo uno se pregunta por qué luego cuesta tanto leerse las crónicas de internacional de los periódicos.



Nota a pie de página:
Ya de vuelta, pero qué bueno cuando los días tienen 24 horas.

domingo, 9 de noviembre de 2008

CERRADO POR VACACIONES


el tapir se marcha unos días
seguimos a la vuelta
sed felices

Y SIN EMBARGO, TE QUIERO




A prioiri, "Red de mentiras" tenía tres razones poderosas para ir a verla.
Una, Russell Crowe.
Dos, Leonardo di Caprio.
Tres, Ridley Scott.
Tres señores que, juntos o por separado, tan bien me lo han hecho pasar en una butaca de cine. Pero no, esta vez no.
La épica, Ridley, la épica. Esa que le llevó a filmar la soberbia y hermosa "Los duelistas", la magnética e inclasificable "Blade Runner", la escalofriante y desasosegante "Alien", la sublime y heroica "Gladiator", la trepidante y brutal "American Gangster". La épica, esa cosa que el cine intelectual, independiente y europeo en tantas ocasiones despreció y desprecia y que, sin embargo, constituye una de las razones de ser del cine, y que usted maneja magistralmente; tanto como el tempo, esa otra cosa que todos buscan y que sólo unos pocos encuentran.
La eternidad habita en la brillantez de algunas secuencias de "Gladiator", en la 'persecución' a través del tiempo y del espacio de esos dos caballeros interpretados por Keith Carradine y Harvey Keitel, en las poéticas y apocalípticas escenas de lluvia de "Blade Runner", en el terror de "Alien" que sigue intacto treinta años después de que se estrenara, en la complejidad de todos y cada uno de los personajes de "American Gangster".
Y eso ya es mucho, aunque esta vez no haya sido suficiente.
Tanto mejor verse de nuevo la saga completa de Jason Bourne.

jueves, 6 de noviembre de 2008

RULETA RUSA


El modo aleatorio del iTunes es uno de esos inventos que me fascinan. Anula tu capacidad de decisión y, por tanto, hace la vida más fácil. A veces, parece hasta tener capacidades adivinatorias y poner exactamente lo que dicta el ánimo. Hoy la sesión empieza con Rompes mi corazón de Josele Santiago, un tipo que siempre me parece, por lo menos, bien. El piano de saloon va perfecto para esta tarde que se ha teñido de gris plomo y que amenaza con deshacerse. Le sigue la trotona versión que hace Jarvis Cocker del I can't forget de Cohen. Interpretación incluida en el maravilloso documental I'm your man. A veces me pongo el principio, la parte en la que Leonard habla, sólo para inyectarme un poco de la serenidad que el monje Cohen transporta en su voz lenta, precisa y profunda. Wounder de Burial. A perderse. Y a callarse. Pete Greenwood, The bitter end. Preciosa. Esto sí que es empatía. A beautiful war, de Robert Wyatt del álbum Comicopera. Durante un mes creo que no escuché nada salvo este disco. Una y otra vez. Como entrar en otra dimensión espaciotemporal. Los Planetas, Nunca me entero de nada. "Y mi vida sería más sencilla, si consiguiera explicar lo que pasa. No tendría que estar de rodillas suplicando las palabras. Que las cosas cuando se estropean, es muy difícil arreglarlas". Beastie Boys. Sí, sí, sí. Energía subiendo. Me viene a la cabeza la película documental Scratch. Impresionante. Cuando salí de verla, supe a lo que quería dedicarme el resto de mi vida. Dj Ruin me bauticé esa noche. Buf, la cosa se pone seria: Betty Lavette. Pelos de punta y tal. Triple w: War on war de Wilco, de mi disco favorito, Yankee Hotel Foxtrot. Sólo los he visto una vez en directo, pero lo recuerdo como el concierto del año. Spiders sonó como un misil teledirigido. Nina Simone, otra dama de hey, respect! Micah P. Hinson y su It’s been so long. Parece que Micah ya no mola porque, claro, ahora ya le conocen más de cuatro... A mí me sigue pareciendo una enormidad. Le recuerdo en el Primavera (sólo los muy 'pro' estaban allí, yo de casualidad, no lo voy a negar) muriéndose en el escenario. Literalmente. La próxima es la última. A ver. Set me free. The Kinks. No creo que haya mejor forma de acabar. Lo curan todo. Posología indicada: una dosis semanal.

LA ESPUMA DE LOS DIAS


Este verano volví al planeta Boris Vian. Con un cuentito, el primero que escribió. Para su mujer porque estaba enferma y se aburría. Un relato absurdo y delirante. La edición era bonita. Y me lo regalaron. El título sería algo así como" Cuento de hadas para el uso de personas medias". Pero el gran descubrimiento vianesco estival -cuando ya pensaba que me lo había leído todo de este señor que tan bien me lo ha hecho pasar y que ya se me había acabado para siempre- fue "Cantilènes en gelée", un librito de poemas precioso. Oscila entre la negritud, el descaro, el surrealismo, lo soez y lo tierno. Y tiene frases de esas en las que recostarse unos segundos ("Tú no puedes acordarte porque yo dormía", "La vida está llena de interés/ Va y viene... Como las cebras", "Pedí para mis catorce años/ Una hermana de mi edad", "Y para servir a la patria/ Follarte toda la vida / Eso es la vida"). Este verano, un amigo fan acérrimo como yo de "La espuma de los días" volvió a leerlo. Un chiste, dijo. Este verano, otro amigo, bajo las influencias del amigo de la línea de arriba y la mía, lo leyó. No es para tanto, dijo. Reléelo, me aconsejaron ambos. No pienso. Algunas cosas -tampoco demasiadas- suceden justo cuando tienen que ocurrir. Y no conviene destrozar su recuerdo, ni mancharlas. "La espuma de los días" ocupa un lugar privilegiado en mi memoria sentimental de lecturas. Puede que fuera muy adolescente, puede que fuera muy impresionable, puede. Pero no me importa. Quiero mantener la sensación intacta. El nenúfar, el ratón, Chloé, los objetos imposibles. Y una historia de amor que a mí me pareció la más hermosa jamás leída. No volveré a recomendarlo con tanta pasión (por aquello de las expectativas frustradas), pero tampoco volveré a leerlo (por aquello de que si los santos tienen miembros incorruptos, mis estanterías también).


Nota a pie de página:
Ayer lamenté no ser americana.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

NO, NO Y NO

Sobre películas de las que uno sale cabreado.
Me vienen a la memoria, así como las más recientes –que no las únicas, pero respetemos el sabio dictamen del recuerdo que sus razones tendrá-.

* "Quemar después de leer": muy mal. No hay ni una sola línea de diálogo brillante, ni un gag gracioso. Nada. Como si cuatro colegas se hubieran juntado para pasárselo bien. De eso va, ¿no? George, Ethan & Joel, Frances, John, Tilda y Brad pasándolo en grande. Yo no. Lo único: cómo masca chicle mister Jolie.

* "Hacia rutas salvajes": trufada de tópicos y de frases rimbombantes con supuesto mensaje... Y, ¿quién le dijo a Emile Hirsch que lo suyo era el cine? Si lo mejor que se puede decir de una película es que tiene una bonita fotografía, apaga y vámonos.

* "Asuntos privados en lugares públicos": tremenda, Cursi, almibarada, estúpida, aburrida. Infumable. Si hubiera leído la hojita de marras antes de entrar y hubiera sabido que el titulo original era "Coeurs" (Corazones), jamás me habrían pillado.

* "Cien clavos": no, no y no. Mal el simbolismo cristiano de tercera; mal las metáforas obvias; mal el lenguaje poético de baratillo; mal el pobre Raz Degan que de tan guapo parece sacado de un anuncio de colonia; mal el mensaje, simple hasta la extenuación (“Todos los libros del mundo no valen lo que un café con un amigo”). Hermano Olmi, ¡déjalo ya!



Notas a pie de página:

- Una que gusta más después que durante: "Tropic Thunder". Bien el falso tráiler de los curas (grande, grande Tobey Maguire), bien un enorme Robert Downey Jr. destilando negritud, bien el irreconocible Tom Cruise bailando como un temible rapero chuleta.

- Una que gusta durante y después: "Encuentros en el fin del mundo". Otro documental magnético, surrealista, freakie y delirante del tronado de Herzog. Inolvidable su escupida y castrense dicción que convierte el inglés en un dialecto del alemán.

SIN PALABRAS


Anoche me quedé subyugada con "Amanecer" de Murnau. Sin palabras. Como el propio Murnau que era tan bueno contando con imágenes que escatimaba en rótulos hasta casi eliminarlos. Ver una peli de cine mudo es complicado. Al menos los primeros minutos. Supone olvidarse de los códigos cinematográficos con los que hemos crecido, hacer un ejercicio constante de imaginación y tener una concentración total (estamos acostumbrados a que si se nos despista un sentido, ya habrá otro que acuda al rescate; aquí sólo vale mirar, y escuchar, sí, pero sonidos y música que enfatizan, no informan). Superados estos obstáculos, el espectáculo es sublime, magistral. Cada escena semeja un cuadro, cada gesto significa algo. Nada está porque sí, nada está al azar. Eliminadas las palabras, sólo queda transmitir el máximo de información en cada fotograma. Hay que estar bien atento. Fatalidad. Romanticismo. Comedia. Dramatismo. Redención. La cosa es sencilla, pero tan bien resuelta, tan bien contada. Y tan bien rodada. La secuencia del romance con la femme fatale en el lago, la del cerdito huido -las piernas de ellas levantándose en una escena digna de un musical, las sombras proyectándose en la pared puro expresionismo alemán-, la del parque de atracciones, la de la naúfraga flotando... Cotilleando en los extras de la película, me entero que Murnau también hizo un ejercicio de imaginación: el de sortear con ingenio los muchos problemas técnicos que le fueron surgiendo a la hora de poder contar su historia. Así, construyó maquetas, usó niños y enanos en los escenarios abiertos para dar mayor sensación de profundidad, pintó rayos de luz en los decorados y -mi favorito- puso peso en los zapatos del protagonista para acentuar su sensación de culpa.
Y, todo, en 1927.

martes, 4 de noviembre de 2008

El SINDROME



Wilco, Neil Halstead, Sodastream. Estos son algunos de los nombres que me vienen a la cabeza escuchando el precioso "Sirens" de Peter Greenwood. Y, por supuesto, Nick Drake. Creo que el pasado año (y escribo creo porque nunca supe medir el tiempo salvo por cursos escolares: para mí, los años siguen empezando en septiembre), el pasado año, pues, o así, leí casi seguidos "Blancas bicicletas" (una eléctrica crónica absolutamente imprescindible sobre la música –y lo que no lo era- de los sesenta) y "En busca de Nick Drake" (un relato emocionante hasta la lágrima del compositor).



El nombre de Nick Drake, por ser cita fija en la lista de influencias de cualquier músico que se precie, por su aura de malditismo, o por ser objeto de constante y luctuosa y melancólica revisión, podría resultar ya cansino. Pero no. Drake es infinito. Leer la narración de cómo se grabaron y de dónde salieron sus canciones y escucharlas al mismo tiempo provoca un estado de extraña felicidad. Una sensación de perfección cósmica casi dolorosa. Por supuesto lloré cuando le tocó el turno a "Northern Sky", pero eso no tiene mucho mérito: me sucede siempre. Determinadas canciones provocan esa cosa tan difícil de experimentar llamada síndrome de Stendhal. Son canciones que consiguen una y otra vez suscitar un estado de ánimo de una intensidad que uno piensa irrepetible, pero que ah, es perfectamente susceptible de repetirse en el tiempo. En mi particular lista están el "Hallelujah" de Cohen cantada por Buckley, "La chanson des vieux amants" de Brel y, claro, "Northern Sky" de Drake. Son pocas, sí, pero tras años de escucha consiguen el mismo maremoto -por lo acuoso del efecto- que la primera vez. "Avalanche" estuvo ahí un tiempo y "Ne me quitte pas" (interpretada por Nina Simone) y alguna más. Pero en algún momento las puse y mis ojos permanecieron secos.

SOBRE LA ESTUPIDEZ


Procastinación: acción de dejar algo para mañana. El vocablo aparece en el libro “La inteligencia fracasada” de José Antonio Marina, como uno de los fracasos de la voluntad. Procastinación, hermosa palabra (hay unas cuantas más en el libro: homúnculo, híspido, retoñar, rapacidad, sajar, alancear...). El que la practica es un procastinador (que, según Marina, suele ser postergador racionante). Suena a práctica sexual. La inteligencia fracasada cayó en mis manos no sé bien por qué y lo leí tampoco sé bien por qué (no soy fan). O sí. Por el título, sí; pero mejor, por el subtítulo: “Teoría y práctica de la estupidez”. Hacer una teoría de la memez (Marina jamás usaría este término, pero es tan sonoro: MEMEZ) me pareció una genialidad tal que hube de leerlo. Los libros sobre necios, torpes, o similares me fascinan. Me vienen ahora a la cabeza (aunque tengan poco o nada que ver) el maravilloso “La conjura de los necios” (e Ignatius que ya forma parte junto a Bandini, Lebowski o Chinaski de los grandes loosers que en el mundo han sido), el inteligentísimo “Bienvenido Mr. Chance” (y yo sin ver a Peter Sellers...), el delirante “Tristram Shandy” (el esfuerzo merece la pena) o el chispeante “Wilson el chiflado” (gracias mister Twain). Pero a lo que iba, Marina traza un comprensible y llano análisis de cómo funcionan las diferentes inteligencias que operan en nuestro cerebro y de cómo y dónde se producen los fallos que hacen que éstas fracasen. Altamente instructivo.




Nota a pie de página:
A Dylan le gustaba (¿le gusta?) Nana Mouskouri (ojo, en criterios de música popular). Lo dice en una entrevista a Playboy en 1978.

lunes, 3 de noviembre de 2008

YESTERDAY



Ayer ganó el explosivo y felino Tsonga. Bien. Por su parecido a Muhammad Ali, porque -igual que mi penúltimo héroe Usain Bolt- parece pasárselo en grande jugando y resulta divertido y gozoso verle, y porque ya iba siendo hora que los franceses volvieran a tener un tenista en condiciones.




Ayer ganó Hamilton. Por fin. Esta vez, nadie se marcó un "ahí os quedáis" como Raikonnen el año pasado en, por otra parte, un maravilloso acto de justicia poética. Ganó Hamilton y bien. Siempre fui hamiltonista. A pesar de los pesares, a pesar de los chovinistas y parciales comentaristas, a pesar de la marea azul. Y lo sentí y mucho por Massa. Siempre me cayó bien. Y ayer, más. Tan lloroso viendo como el Mundial se le escapaba en el último minuto, en la última frenada, en la última curva.



Ayer y de una sentada me leí "De profundis". Una brutalidad de libro. Una carta. Sólo eso. Una carta que Wilde escribe al amigo al que amó, al amigo que le destrozó, al amigo que le condenó a a cárcel, al amigo que le llevó a la ruina económica y personal... Una declaración desde prisión. De dolor, de amor, de odio, de desazón, de desaliento, de redención. La carta como único medio de ajustar, de pedir, de aclarar, de salvar. Pero sobre todo la radiografía de un naufragio: el de Wilde intentando resistirse pero cediendo siempre, y sabiendo que debía alejarse de semejante influencia nefasta, pero incapaz de negarle una y otra vez los favores a ese joven chupasangres, inmoral y vengativo. Lo dicho: una brutalidad. Porque no hay artificios, no hay trucos, no hay nada dirigido a un posible lector. Es una carta privada, tanto que parece escrita para el mismo que la firma, para un Wilde nunca leído antes: el Wilde sufriente (pasemos por alto el pasaje dedicado a ensalzar la religión y la figura de Cristo que resulta además de proselitista de lo más aburrido...). Hay que reivindicar a Wilde. Algo más que un tipo que acuñó frases ingeniosas, algo más que un hacedor de aforismos brillantes, algo más que EL dandi. Sus cuentos, a pesar de lo cursi, son preciosos; sus obras de teatro, maravillosas (uf, "Salomé"); pero sobre todo "El retrato de Dorian Gray", un libro deslumbrante que hay que releer de vez en cuando porque según se van cumpliendo años, se van descubriendo cosas y se van entendiendo otras. Obra maestra. Sin discusión.


Nota a pie de página:
Tomadura de pelo en toda regla: Morricone ha vuelto a cancelar.