jueves, 30 de octubre de 2008

EL PORQUÉ DE LAS COSAS



Hace poco que empecé este blog, y desde que lo hice, no paro de preguntarme los motivos por los que la gente escribe un blog. Tengo unos cuantos amigos que lo hacen, así que podría hacer una encuesta, pero ya se sabe lo que pasa en las encuestas: nadie dice la verdad (si no, que alguien me explique cómo Manzano salía una y otra vez elegido a pesar de la intención de voto nula, o como Gran Hermano sigue teniendo altas audiencias y yo no conozco a nadie que lo vea nuncajamáspalabritadelniñojesús). Así que, mejor hago una lista de posibles.
La gente escribe blogs:
- por afán de protagonismo
- porque no tiene amigos
- porque sí los tiene, pero no les gustan las mismas cosas
- porque ve conspiraciones por doquier
- porque quiere montar su propia conspiración
- por timidez
- porque sus conocidos no pueden ya más de tanta teoría sobre todo
- para ligar
- porque puede y sabe hacer dos cosas a la vez
- porque se aburre
- porque quiere colonizar al mundo con sus ideas
- porque quiere hacerse famosa
- porque quiere hacerse famosa y vender su blog por una millonada
- porque cree que todo lo que dice/escribe/piensa es fascinante
- porque es más fácil de configurar que myspace
- porque es moderno
- para colgar el link en su facebook
- porque piensa a la velocidad de la luz
- porque no puede ver ni un simple anuncio sin interpretarlo/relacionarlo/destriparlo
- porque ya no se pueden lanzar botellas al mar
- por el gustoso anonimato y sus tintes de criminalidad
- porque son periodistas pero no escriben sobre lo que les gustaría
- porque son periodistas pero no escriben cómo les gustaría
- porque no son periodistas, pero les gustaría serlo, y desconocen los dos puntos anteriores
- porque todos llevamos un enjuto mojamuto en nuestro interior

No sé
Yo aún no lo tengo claro

miércoles, 29 de octubre de 2008

PEREZA,0 - NENA,1

El otro día y por primera vez escuché a Pereza. Los conocía de vista (o sea, y aclaro, de haberlos visto en fotos, con sus greñas, sus pantalones a lo Ramones y sus gafas de malote) pero nunca los había oído cantar (o quizá -ahora me doy cuenta- sí, y no me había enterado y los había tomado por otro grupo más para quinceañeras). Porque, ¿qué son esas voces melifluas?, ¿y esas letras pastelosas? En unos tipos que deben haber rebasado ya la treintena y que tienen aspecto de roqueros empedernidos, no cabe esperarse ese exceso de almíbar adolescente. Yo pensaba que la cosa iría de asfalto, humo y bares decadentes; y que sus voces serían perfecto ejemplo de lo que los ducadetos son capaces de hacer en unas cuerdas vocales. Nunca una estética se correspondió tan poco con la realidad, nunca un look llevó tanto a engaño. Si a su lado El canto del loco parecen un grupo de rock duro... Alucinante. No entendí nada.




Y también y la semana pasada vi y escuché a Nena Daconte en algún programa de televisión. A estos sí que no los había oído jamás. Ni consciente, ni inconscientemente. Y, qué demonios... Me parecieron muy bien. Puesta en escena minimalista. Tocaban (nada de hacer playbacks en un concierto, ¿por qué nadie se da cuenta de que si una guitarra no tiene un cable colgando es que no está enchufada y por tanto no está sonando y por tanto el que hace como que toca está ejecutando un maravilloso y falaz ejercicio de air guitar encubierto?), ella cantaba sin gorgoritos (me cuentan -y reconozco que no he investigado si es o no cierto-, que esta chica estuvo en OT y que la echaron a la primera de cambio, ¡maldita manía con demostrar al personal que uno canta bien hinchando los pulmones y gritando y sacando una voz estentórea!) y las canciones eran pop, sin más y sin menos, con letras adolescentes, sí. Pero de eso van. Así que lo entendí. Así que bien.

martes, 28 de octubre de 2008

AMO A ESTE TIO




He recuperado el "Baja Sessions". Se perdió en alguna mudanza. Como imagino que casi todo el mundo, descubrí a Chris Isaak de la mano del Señor Lynch (cuando éste último no se había vuelto loco del todo). Compré varios vinilos. En aquellas portadas, el señor Isaak era una mezcla entre un Chet Baker antes de su cuelgue definitivo y un Elvis Presley antes de su grasienta decadencia Mi madre siempre decía que cantaba como si llorara. Reconozco que tengo cierta querencia por la música que “ya me sé”. La música, quizá como ninguna otra cosa, consigue crear un estado de ánimo determinado de manera instantánea. Y cuando uno se pone tal o cual disco que ya conoce, lo hace con la secreta esperanza de dispensarse la misma emoción que en su momento le proporcionó. Un poco como en Blade Runner. Quizá por eso, a veces, voy tan despacio. Es tan difícil no acudir a los refugios que uno conoce y reconoce como suyos, que uno controla y domina. Como meterse algo cuyos efectos te sabes al dedillo. Últimamente y venciendo este censurable comportamiento, he descubierto (disculpas por el retraso) Okkervill River, The war on drugs, The Dodos, Devotchka, Etienne Daho, Lonely Drifter Karen y alguna otra cosa que olvido. Pero, ah qué bueno que es Chris... Pretty girls don’t cry...

EL ALCOHOL


Me habían hablado una y mil veces de la película. Me habían contado escenas enteras, me habían escenificado diálogos completos, me habían imitado voces y recreado escenas. Me la sabía de memoria, aún sin haberla visto. Y, finalmente, hace un mes la vi. Y juro que todo lo que me habían dicho se quedó corto. Absolutamente. "El desencanto" (Jaime Chávarri, 1976) es más. Mucho más. Es la familia. Es el malditismo (el de verdad, el que no es buscado, ni impostado, el que te viene dado por mucho que quieras escapar). Es la locura. Pero también es el postfranquismo. Las sustancias. La decadencia. La hipocresía. La doble moral. El horror. Todo sin estridencias, sin aspavientos. Quizá por eso más terrible. Sobria en su forma y en su fondo. El único que se permite y nos permite un poco de humanidad con su gestualidad desbordante y su discurso atropellado es Michi Panero. Pobre.
De lo que nadie me habló fue de la madre. Lo que nadie me dijo es que esa mujer hablaba como si estuviera leyendo. Nunca en mi vida he escuchado a nadie contar de esa manera. Ni una muletilla, ni una coletilla, ni una palabra de más, ni una de menos. Un discurso de una serenidad casi inhumana, de una pasividad cruel, de una resignación egoísta. Si se cogieran los monólogos de esa señora y se transcribieran tal cual, un libro estaría escrito.
Y, por supuesto, algunas frases inmensas de Leopoldo. Sobre la cárcel, "donde lo pasé realmente bien" o esa en la que es él y punto: "a los tres años y medio ya di con la que luego sería la temática de toda mi obra: el apocalipsis". Esto con esa voz como de actor. Engolada, pero ida. Y una frase que a un amigo (el primero que me bombardeó hasta la extenuación con la peli) le hacía mucha gracia. Esta es de Juan Luis y la cito de memoria (excusas si hay errores): "Kavafis y Cernuda, ambos alcohólicos, yo también; ambos homosexuales, yo no".
Y podría seguir una eternidad. Porque no hay nada ahí que sobre, no hay nada que no provoque reacción, no hay nada que no sea digno de comentar. Con un dedo en el botón de pause y otros en una libreta.
Simplemente enorme.

Nota a pie de página:
Todos los paraguas deberían ser transparentes

lunes, 27 de octubre de 2008

CAMINO Y REVIENTO



Camino. La peor película que he visto en mi vida.
Camino. Obra maestra.
Camino. Qué mal rollo.
Camino. Qué gran retrato del Opus.
Camino. Una estrella según nuestro experto.
Camino. Cuatro estrellas de la crítica.
O entras o no. Parece que no hay término medio. Yo me dejé llevar desde el minuto uno. Me pareció brillante, claustrofóbica, divertida, conmovedora (palabreja que detesto), dura, surrealista, desasosegante (no hace falta ser el malrollero y tramposo de Haneke para que la gente se revuelva en su asiento, incómoda).
A pesar de lo cual:
el final se le va de las manos
peca en algunos momentos de maniquea
acaba resultando excesiva
A pesar de lo cual:
la niña justifica por sí misma la película (por lo magnética que es y por el acierto de haber escogido a una niña de 12 años para representar lo irracional de las creencias cuando se llevan a sus extremos)
el retrato del Opus es implacable; el de la preadolescencia, perfecto
uno quiere que la vea todo el mundo por aquello del debate
Porque hay otro fundamentalismo religioso además del que todos nos sabemos ya, porque no resulta fácil abordar un tema como éste, porque la mayoría hemos recibido una educación religiosa y por tanto represora, porque se supone que la religión se inventó como alivio y no como sufrimiento, porque a posteriori todo es destripable (puede que Camino no aguante una disección rigurosa, puede que tenga muchos peros, puede que a ratos sea efectista, pero en el cine todo el mundo estaba a lo que estaba).

Y, notas a pie de página:
Pero, ay, al día siguiente de Camino, vi una de Monicelli en la Filmoteca. Y, bueno, viva la comedia italiana de los cincuenta. Sin malos rollos, ni dramas...
Volví a ver La estanquera de Vallecas. ¡Qué grande! ¡Y qué certero retrato de ese deporte nacional llamado linchamiento!

D FOR DYLAN


Leo Dylan sobre Dylan. 31 entrevistas, una detrás de otra. Voy por la 12. Todavía no han empezado los setenta para Bob. Estoy enganchada. Absolutamente.
Y dos cosas:
1- ¿Qué demonios pasa con las entrevistas ahora? Antes, por mucho que el propio Dylan se quejara de manipulación, daba la sensación de que te llegaba –al menos algo- del personaje. Leías una entrevista de Dylan y era Dylan quien hablaba, no (con todos mis respetos), Maruja Torres travestida de Dylan, o ¿es al revés? Con su verborrea imparable, sus muletillas, sus paranoias, sus desplantes al periodista. Dylan. Sin cortes. Largo y tendido. Se iba, volvía, desconcertaba, maravillaba o epataba. ¿Y qué? Era Dylan. No comprendo esa manía del periodismo actual de “editar” ya no sólo las palabras (costumbre reprobable de partida, cada uno habla como habla, y cada uno habla como es; la elección de las palabras, de las intejecciones y de los tonos nunca es arbitraria) sino también -y oh, horror- las ideas. Con lo cual, al final todos son coherentes, más o menos políticamente correctos, bien hablados y mejor ortografiados...
2. Dylan podrá caer bien, mal o regular; podrá parecer un engreído o un tipo con un talento inconmensurable; un genio o un oportunista; un tipo sincero o un personaje construido a golpe de estrategia e impostura; un visionario o un loco. Podrá parecer lo que cada cual quiera ver, pero leyendo sus diatribas, sus largos o telegráficos desbarres, no se puede negar su brillantez. Imposible no ver la cabeza de un tipo distinto, imposible no reconocer su prodigiosa fantasía, su portentosa imaginación, su capacidad –envidiable hasta la rabia- para contar historias de la nada, su poder para recrear un universo que no está, ni existe salvo bajo su pelo crespo y rebelde. Leerlo es entrar en un mundo genuino, diferente a todo. Leerlo es sentir y entender su enorme facilidad para hacer canciones, para juntar palabras y de ahí sacar tipos que se guardan los ojos en los bolsillos o niñas de 13 años pirómanas. De la nada. Ahí están. Como si siempre hubieran estado esperando a que el señor Bob te lo contara. Sin pausas y sin aliento.