sábado, 30 de mayo de 2009

HISTORIAS MÍNIMAS


Comerse un helado de yogur y amarena, ver a un tipo sortear unos treinta pivotes en ¡monopatín! sin derribar ni uno (y debía ser la primera vez que lo conseguía a tenor de sus gestos de alegría), que no te hagan todo el lío en el servicio de atención al cliente de la compañía telefónica de turno... Ah. Son cosas que no se pueden explicar, hay que vivirlas.

Eso es lo que pasa con Vacaciones de ferragosto de Gianni Di Gregorio (sí, el guionista de Gomorra, aunque nada que ver). Una genialidad. Hay que sentarse y verla. Mirar las arrugas de Roma. Beberse el vino blanco. Reírse del absurdo. Disfrutar con la paciencia (santa paciencia) ajena. Y, luego, ya, si eso, acordarse de Sordi, Monicelli, Risi, Scola & Co.

jueves, 28 de mayo de 2009

EL COLECCIONISTA



Hay quien colecciona, yo hago listas. Que para mí que es una forma de coleccionismo. No tan obsesiva, ni tan cara, pero una forma de acumular cosas, al fin y al cabo. Listo en la ducha, antes de dormir, cuando monto en bici, en el tren de cercanías, en el bus. Compongo ristras y quito y pongo. Y cambio. Añado. Sumo y resto. La última, posiblemente la más absurda de todas hasta la fecha, una lista -tonta, tontísima- de palabras que, en una canción, suenen asombrosamente bien. Perfectas, precisas y preciosas. Por su sonoridad, por sí mismas, por la melodía en la que se insertan, por cómo se dicen, por cómo se cantan, por la intención, por qué sé yo. Porque de pronto se quedan flotando, solas, sueltas, desmembradas. Como si fueran independientes. La posibilidad de una isla. Aquí van algunas que me vienen de buenas a primeras a la memoria (ay, cuántas injusticias se cometen en su nombre) y que me provocan gran placer.

- CIENAGA
En La cienaga just smiled. Gold, Ryan Adams

La CIENAGA just smiles..."see ya around"
And I hold you close in the back of my mind

- CIGÜE
En Bien avant. Trash Yéyé, Benjamin Biolay

Bien avant l'heure
De la CIGUË

- DEVIL
En Devil on my shoulder. The hill for company, Sodastream

‘cause i've got the DEVIL on my shoulder
and there's fire in my eyes

- ETERNITY
En I still remember. Micah P. Hinson and the Gospel of Progress, Micah P. Hinson & The Gospel Of Progress

I still remember thinking
How lovely it would be
To hold you for ETERNITY

- EVERYTHING
En Judy and the dream of horses. If You're Feeling Sinister, Belle and Sebastian

Judy, I don't know you if you're gonna show me EVERYTHING
Judy, I don't know you if you're gonna show me EVERYTHING

- EXIT
En L’anamour. Serge Gainsbourg

Je cherche en vain la porte exacte
Je cherche en vain le mot EXIT

- FRIC FRIC FRAC
En Boum. Charles Trenet.

La vaisselle cassée fait FRIC FRIC FRAC
Et les pieds mouillés font flic flic flac

- FUCKIN’
En The Old Matchbook Trick. Is a woman, Lambchop

Paid his bar and porno bill
Gonna have to FUCKIN' hose him down

- HEY
En No bad news. The Letting Go, Bonny Prince Billy

Mm, HEY little bird – HEY little bird
Thank you for not letting go of me when I let go of you

- HONESTY
En Song to the cynic. Thirteen, Teenage Fanclub

No, you won't leave your mark on me
I'm protected by an HONESTY

- HOSPITAL
En Materswarm. Noble Beast, Andrew Bird

So they took me to the HOSPITAL
They put my body through a scan

- MATHEMATICIANS
En Go Tell The Women. Grinderman, Grinderman

We are artists
We are MATHEMATICIANS

- MESS
En Karma police. OK Computer, Radiohead

This is what you'll get
This is what you'll get
This is what you'll get when you MESS with us

- OCEAN
En The ocean. Coles Corner, Richard Hawley

So lead me down, to the OCEAN
Our world is fine, by the OCEAN

- POLISH
En Driving with Bert. Sleeping on roads, Neil Halstead

POLISH for your nails
Laughter for the morning

- SAD
En Sad, sad song. Tranfiguration of Vincent, M. Ward

Make a SAD, make A SAD, make a SAD SAD SAD song
Make a SAD, make a SAD, make a SAD SAD song...

- SLOW
En Go slow. A year to the day, The Zephyrs

Go SLOW
So SLOW

- SUPERHERO
En Riverbed. Whereabouts, Ron Sexsmith

Never said
I would be your SUPERHERO
I never said that I was strong

- WRONG
En Radio Cure. Yankee Hotel Foxtrot, Wilco

Cheer up honey, I hope you can
There is something WRONG with me
My mind is filled with silvery stuff

- ZAMPO
En Museo británico. El perro es mío, Fran Nixon

Prueba a correr cuando yo no esté más
Por el campo sobre un caballo ZAMPO

miércoles, 27 de mayo de 2009

LA TORRE DE BABEL



Dice Umberto Eco en su introducción a 'Decir casi lo mismo': "Alguien podrá observar que, aun dirigiéndose a un público no estrictamente especializado, estas páginas parecen pedirle mucho al lector, dado que están sembradas de ejemplos en, por lo menos, seis lenguas (...). Éste es un libro sobre la traducción y, por consiguiente, se supone que el que lo abra sabe lo que le espera".
Yo añado otras dos premisas a la lectura:
1. Estar dispuesto a saltarse párrafos, incluso páginas (muchas) sin sentirse culpable. Tan ricamente.
2. Estar dispuesto a no entender muchas cosas, a quedarse in albis en más de una ocasión (y de dos y de tres). Tan ricamente.
Hechas todas estas salvedades, 'Decir casi lo mismo' es un libro altamente disfrutable (más para amantes de la semiótica y más aún para los coleccionistas de vocablos imposibles: hiperuranio, lútea, logorreico, icástico...). Incluso, por momentos, divertido (algunos ejemplos y, sobre todo, el capítulo dedicado a los 'experimentos' en Babel Fish son tronchantes). Siempre me fascinó el oficio de traductor. Esa búsqueda quimérica, ese empeño titánico por dar con la expresión correcta. Ese denodado afán por trasladar a otro idioma tratando de conservar el ritmo, la esencia, el significado y el olor. Esa generosidad de ponerlo todo al servicio de una obra que no es tuya. Una paciente y delicada labor de orfebre colocando piececitas, poniendo una, para luego quitarla, para probar con otra. Un esforzado trabajo de arqueólogo que rebusca en las tripas de un texto para desentrañar el secreto, sacarle lustre y devolverlo igual pero diferente. Un amor desmedido por las palabras. Negociar con tesón con el texto una y otra vez hasta lograr decir casi lo mismo. Casi. Sin enriquecerlo, sin intervenir, sin explicar más allá de lo que el original marca. Contenerse, abstenerse, desdibujarse, borrarse, mantenerse en un discreto segundo plano.


Nota a pie de página:

Eco ilustra su teoría sobre la refundición radical en la traducción con lo que supone verter a otra lengua 'Ejercicios de estilo' de Queneau. Le he vuelto a echar un vistazo y me ha vuelto a parecer sublime. Recomiendo.

martes, 26 de mayo de 2009

AYAYAY


Después de contrastar más de una decena de opiniones asegurándome todas y cada una de ellas que no me iba a dar miedo (no es que sea de naturaleza desconfiada, es más bien que mi cobardía en materia de cine de terror no tiene nombre) y de comprobar que la cartelera lucía cual páramo, me decidí a hacerlo. Fui a ver Déjame entrar. Reconozco que me temblaban las rodillas y que pensé en colgarme una ristra de ajos en torno al cuello. Pero ya no había forma de echarse atrás sin parecer una gallina cagueta. En la primera secuencia ya lamenté mi arrojo. Nieve blanca, sangre roja goteando, un perro mirando. Todo muy quieto, todo muy frío, todo muy hermoso. Terrorífico por su inmovilidad y por su oscura belleza. Una de esas imágenes que, como en muchos de los cuentos infantiles de Perrault & Co, se quedan pinchaditas en la retina para volver cuando menos conviene. Ay. Maldije mi suerte. Renegué de mi fugaz valor. Pero ya no podía irme. Ya estaba atrapado. Porque Déjame entrar es cruelmente hermosa, cruelmente romántica, cruelmente poética, cruelmente sensible, cruelmente adolescente, cruelmente triste, cruelmente inocente. O hermosamente cruel. O poéticamente cruel. Tanto da. Una vez más, el orden de los factores no afecta el resultado. Un cuento de hadas extremo. Déjame entrar inquieta y mucho (a pesar de las diez personas de la primera línea), pero es tan bonita, tan delicada, que uno no puede apartar la vista (hay, sí, tres o cuatro cosas que se podían haber ahorrado, por lo innecesario, porque rompen con el tono y destrozan la magia -como ocurría con la escena del feto en 4 meses, 3 semanas y 2 días-). Inquieta y se queda. Por lo obvio, pero también por como retrata todo lo demás: el rechazo, la diferencia, el amor, el sacrificio, lo absoluto, lo imposible, la inocencia. Se queda uno volado. En otro espacio y en otro tiempo. Caminando un poco sin rumbo. Con el frío sueco metiéndose dentro, instalándose en medio de la calurosa primavera madrileña. Y, después, a punto de dejarme vencer por el sueño, damn it, se me despiertan todas las pesadillas infantiles y todos los terrores nocturnos que duermen escondidos bajo la cama hasta que dejan de hacerlo. Ay. Y me vuelvo a acordar de las diez opiniones aquellas. Ay.

lunes, 25 de mayo de 2009

DAME UN SILBIDITO


Esta ha sido la semana de los pájaros. Si el miércoles, le tocó al de apellido Sunrise. El sábado, fue el turno del llamado Andrew.
Si Andrew Bird no hubiera sido Andrew Bird habría sido un personaje de una película de Wes Anderson. De Los Tenembaums, por ejemplo. Se gasta ese aire cool no pretendido (aunque lo de salir bufanda al cuello con el atroz calor -¿bochorno?- que reinaba en la sala, en fin...), ese porte entre la elegancia y el desaliño que parece venirle de serie. Da la impresión de no saber muy bien qué será lo siguiente, como si le viniera justo en ese momento el feliz hallazgo. Se proyecta tímido a ratos para luego lanzarse a escenificar una canción como si fuera un consumado actor. Resulta tan tierno como desconcertante. Inseguro o seductor. Y presumiblemente divertido. A su manera. Su lenguaje gestual, un verdadero delirio. Lo dicho: un personaje de Wes Anderson metido a músico.
Así que ahí está él. Solo. Absolutamente solo. Con un violín, una guitarra, pedales, su supervoz y su supersilbidito (porque silbar en boca de Bird se convierte en arte, resultando lo de los demás mortales un poco de aire desordenado expelido sin mucha gracia). Detrás, un gigantesco gramófono doble. Y empieza. El señor Bird hace lo que quiere. Hace y deshace. Y de qué forma. Maneja. Llena. Algunas noches se imponen solas, marcan sus propias reglas. Lo mejor es dejarse hacer y no llevar la contraria. Bird consigue esa sensación de viaje que sólo logran algunos, de alejarse, de trasladarse a un sitio que por momentos suena perfecto, que podría ser perfecto. Me quiero quedar a vivir ahí. Un tiempo. Y, de repente, zas. El sueño se termina. La infernal temperatura hace que mi tensión descienda al subusuelo. Dejo casi de escuchar, casi de ver. Y me arrastro como puedo hacia el fondo, en busca de aire. Ya nada es lo mismo. La media hora que queda me llega como acolchada. A la salida, casi todos dicen que ha sido un poco aburrido y otro tanto repetitivo. No lo sé. No puedo saberlo. No del todo. A mí -pájara mediante- me pareció precioso.

viernes, 22 de mayo de 2009

SORPRESA, SORPRESA



Cuando uno no espera nada y llega algo, es más bien todo lo que recibe.
Hoy irrumpió, desde algún barrio un poco más al norte, un sobre de plástico.
Dentro, un sobre de papel a rayas que venía de un mucho más al norte.
Una dirección berlinesa algo borrosa y dentro, dentro, lo que veis.
Tapir on top, un precioso cuadrito cuadradito.
Estoy la mar de favorecido, singing.
Ahora, sonrisa que abolla paredes.
Gracias.

jueves, 21 de mayo de 2009

EL ARCA DE NOE


Hay noches que dan en el blanco. Por un motivo, por muchos o por la caprichosa combinación de algunos. Anoche y por un rato, el pájaro se posó sobre el lomo de la ballena y el mundo fue, ese rato, un lugar mejor. Anoche y por un rato, Pajaro Sunrise tocó en la sala Moby Dick con una banda -dijo- improvisada, hecha de amigos recopilados de aquí y de allá -pues vaya amigos que se gasta este pájaro, entre ellos, la gran Ester (con su voz y sus cacharritos) de los Amigos Imaginarios, que deberían llamarse los Amigos Felices-. La cosa empezó preciosa y delicada -guitarra y voz-, para subir y explotar en algunos temas -tanto que alguno sonó incluso rabioso, vivamente rabioso, libremente rabioso- y luego bajar y apaciguarse y cantar al oído y volver a remontar. Por supuesto, la voz, haciendo lo que le venía en gana. Guitarras y bajo, claro. Pero no tan claro, pero qué bien, el acordeón, el violín y un set de percusión a la medida. Cachivaches y juguetitos. Y Yuri haciéndose pasar, a ratos, por el hombre instrumento. Todo para dar vida a todas las cosas que se hicieron y que se harán. Despedidas y bienvenidas. Emoción en el aire. La que debe costar cantar ciertas canciones. O eso imagino.
Esta mañana, el tapir se levantó canturreando: "I will forget your face although your face is the only face I love lying in the dark".


Nota a pie de páginas:

Y, cambio de tercio. ¿Qué demonios pasa con el basket? Prácticamente ni uno solo de los partidos de play off retransmitidos en alguna cadena nacional. O, si se dignan, tan estupendamente como el infártico Joventut-Real Madrid del lunes en el que a poquísimo del final -tres minutos o así-, interrumpen la emisión para ofrecer EN DIRECTO el VITAL sorteo de la bonoloto, minimizando la pantalla del partido con tan buen tino que las bolitas millonarias de marras tapaban la canasta. Claro que sí. Alucinante.

lunes, 18 de mayo de 2009

JO, QUÉ NOCHE


Ir al Palacio de Vista Alegre al nefasto partido Real Madrid-Joventut fue un error garrafal (me perdí el super Nadal-Djokovic, que visto lo visto, ha sido lo mejor del Open de Madrid). Y digo nefasto por los casi veinte puntos de diferencia que le metieron los merengues a los verdinegros, por la lesión de Ricky, por la ausencia casi total de ataque y defensa por parte del Joventut y por lo soporífero del encuentro. A un partido de play off se le presupone un poco más de emoción, de tensión, de electricidad, de algo... En fin. Vi el último tie break, eso sí, en el bar de al lado en el que cada punto de Rafa era celebrado como si de un gol se tratara. Luego, ya en casa, en la tele, un homenaje a Antonio Vega. Y buf. Pena, penita, pena. Directos de los comienzos de la banda intercalados con algunos más recientes. El Antonio que siempre parecía huir (sus ojos tras su pelo, su sonrisa como interrumpida a medio camino), huido y desaparecido. Me hinché a llorar. Claro. Luego ya su ¿último? concierto. No pude, ni quise verlo. La sobria y desamparada y metálica y dejada voz de Antonio Vega convertida en un susurro del que se escapaban las eses. El elegante Antonio de los ochenta mutado en un esqueleto zafado bajo una chaqueta demasiado grande, desplomado sobre su guitarra. El todo reducido a la nada. No quise, ni pude quedarme con esa desoladora imagen. Desempolvé un viejo disco de Nacha Pop (escuché Atrás y Antes de que salga el sol) y descubrí que venía con un dvd. Alguna entrevista y actuaciones con todo el encanto retro de los ochenta presentadas por Angel Casas, Carlos Tena o ¡Joaquín Luqui! Y la plana mayor de los periodistas musicales de este país (Ordovás, Manrique, Alcanda, Tomás Fernando Flores, José Miguel López) laureando a Nacha Pop sin más tristezas de la cuenta -obvio: aún no había muerto nadie-. Me quedo con el Antonio -que ahora se me parece a Jamie Bell- de americana blanca y corbata . Guapo a rabiar. Con la tristeza en el bolsillo.

sábado, 16 de mayo de 2009

BORN TO BE WILD


¿Por qué La puerta del cielo de Cimino (1980) supuso el fin de una era en Hollywood -la que se inició con Bonny and Clyde (1967) y la última en la que hacer cine allí fue realmente emocionante-?
¿Qué significó Tiburón para la industria del cine?
¿Se volvió realmente loco Coppola durante el rodaje de Apocalypse Now?
¿Cuántos gramos de cocaína a la semana llegó a consumir Paul Schrader?
¿Estuvo Denis Hopper a punto de quemarse vivo en su cama?
¿Quién dijo: “La guerra de las galaxias barrió con todo. Lo que ocurrió con esa película se parece a lo que hizo McDonald’s cuando se consolidó: la gente olvidó el sabor de la buena comida”?
¿Se quedó en cincuenta kilos Martin Scorsese durante el proceso de Toro Salvaje?
¿Fue Cybill Shepherd la responsable de acabar con la carrera de Peter Bogdanovich?
¿Cómo consiguió Linda Blair el papel de la niña de El exorcista?
¿Se follaba Natassja Kinski a todos los directores con los que trabajaba?

La respuesta a estas y muchas otras preguntas está en Moteros tranquilos, toros salvajes de Peter Biskind. Un lúcido, amargo y lisérgico viaje a los años que cambiaron Hollywood. La autodestructiva, orgiástica, emocionante y salvaje epopeya de unos chicos listos -muy listos- que, quizá, y por como acabó el cuento -¡cuántos se quedaron por el camino!-, fueron aclamados como genios demasiado pronto. Imprescindible, porque, qué demonios, ¿a quién no le gusta cotillear?


Nota a pie de página:

Y, para una total inmersión en el planeta Hollywood, What just happened? de Barry Levinson, una sátira sobre el mundillo basada en las memorias del productor Art Linson. Un mesurado De Niro, un genial -as usual- Stanley Tucci, un hilarante Bruce Willis y un freakie -también as usual- Turturro.

lunes, 11 de mayo de 2009

NORMAL, NORMAL



No, nunca he ido al Bulli. Y no, no creo que vaya jamás. Pero, qué bien me cae Ferran Adrià. Qué bien. He tenido que hablar con él dos veces por teléfono. En una lo hizo deprisa -debían ser las siete de la tarde, y el Bulli empezaba a vestirse de largo para recibir a sus clientes-, pero con una amabilidad y una normalidad casi increíbles. En otra, me pasó a su hermano, en un gesto de humildad inconcebible para un tipo de su talla. Luego, en otra ocasión, lo vi en una conferencia. Presentando algo que había hecho con no sé qué cadena hotelera. En un momento dado, mientras le llovían preguntas por todas partes, él dijo que se iba corriendo a ver a Heston Blumenthal (el chef de The Fat Duck, uno de los restaurantes gastronómicos más prestigiosos del mundo), que eso era realmente lo que había que ver y no a él. Nada había de falsa modestia ahí. Esta semana, no sé bien los motivos, Televisión Española ha hecho una oda repetida al cocinero de cocineros. Entrevistas, debates y el precioso documental (por dos veces emitido) Un día en el Bulli (que discurre casi como un thriller: el Bulli convertido en una especie de inmensa maquinaria que calienta motores desde la mañana para coger un ritmo endiablado a última hora de la tarde). Y vuelvo a pensar: qué bien me cae este hombre, qué bien. Sus experimentos, su cocina marciana, su nitrógeno líquido y su tortilla deconstruida no me quitan el sueño. No. A mí lo que me fascina es él. En un momento en el que la gente se pirra por salir en la tele, por ser famoso, por fotografiarse y por ser fashion y cool (pongamos, un Sergi Arola de la vida), Ferrán Adriá permanece. Ajeno a portadas en The New York Times, Time o Le Monde, al título del mejor cocinero del mundo, a homenajes y premios. Sigue vistiendo como siempre, sigue con su pelo revuelto, sigue con su aspecto de científico loco, sigue hablando entre dientes. Sigue. El otro día, ante ciertas preguntas de Juan Ramón Lucas, abría un poco los ojos y mascullaba alguna respuesta tipo: "¿El último plato antes de morir? Ninguno, no sé, imagino que lo último en lo que pensaré será en comer. Te puedo responder qué plato me gustaría comer hoy", "¿Si tiene más valor alguien que ha estado ahorrando años para venir al Bulli que un tipo que tiene mucho dinero? No creo. Hay gente millonaria que tiene mucha sensibilidad para la comida, y otros que no; hay gente que se tira una vida para cenar en nuestro restaurante y no sabe apreciarlo, y otros que sí", "¿Un lujo culinario que me quede por probar? No creo en los lujos. Creo que lujo es poder comer cada día lo que te apetezca, ya sea un bocadillo de jamón o un menú en un restaurante gastronómico", "No, no. En España en una década se ha dado un paso de gigante en materia de gastronomía y los cocineros ahora somos muy queridos y estamos valoradísimos". Una normalidad apabullante a la que se aferra con uñas y dientes. Una sencillez a prueba de bomba (mediática). Una resistencia fuera de lo común a convertirse en el dios que los demás quieren que sea. No se baja del pedestal porque nunca se subió por mucho que le empujen a hacerlo una y otra vez. Ferrán Adriá desacraliza, cada vez que abre la boca, lo que el resto trata de convertir en materia de culto. Qué bien.

viernes, 8 de mayo de 2009

MÁXIMA RENTABILIDAD

Tres recomendaciones. De corta duración. De gran placer.




Loves of a blonde, de Milos Forman. Tierna, divertida, triste, hermosa. Me ha recordado el blanco y negro del primer Jarmusch, la mirada de la Nouvelle Vague, la tristeza quieta de Kaurismaki y el naturalismo del free cinema. (Y, ¿se inspiró Spielberg en la escena del anillo rodando por la pista de baile de Loves of a blonde para su secuencia inicial del club Obi-Wan de Indiana Jones y el templo maldito?)




Ma il cielo è sempre più blu, de Rino Gaetano. Grandiosa canción (a pesar del molesto solo de saxofón). Épica italiana de los setenta en estado puro. Voz de esas bien rasposas, como papel de lija, que parecen brotar de forma natural en la Calabria y alrededores. El final, para arrodillarse. La letra, enorme. (Aconsejo la versión de 8 minutos y medio, a pesar, insisto, de la impertinencia del saxo).




La figura de la alfombra, de Henry James. Cuando la trama sirve de excusa, cuando un secreto es el cebo, cuando debajo de lo que sucede se cuenta otra cosa. Ritmo de suspense para una reflexión sobre la creación, sobre la literatura, sobre la crítica. Un final que no es un final. El perfecto MacGuffin.



Nota a pie de página:

Parecidos razonables
A la izquierda, interior de un disco de Nick Drake.
A la derecha, portada de Ingresso libero de Rino Gaetano.


viernes, 1 de mayo de 2009

DE DONDE NO SE VUELVE



ACTO 1
Sin fecha
Mi primer Peter Pan, imagino, fue el de todos. El de la factoría Disney. No recuerdo la película. Aunque la vi. Seguro. Sí se me aparece el cuento de tapas blandas y páginas garabateadas. Letra gorda y dibujos enormes. Mi ilustración favorita era la del cocodrilo con el tic tac escapándosele de entre los colmillos ante un enfurecido Capitán Garfio. Esa imagen de un Peter Pan vestido de verde, con pelo naranja y gesto de ardilla permaneció mucho tiempo. Inmutable.

ACTO 2
Enero 1994
“La percepción literaria es una percepción titánica. Como titán es aquel que vuelve de la locura.
Traigo recuerdos del País de Never More: el ojo de una bruja, la cola de una sirena y el gusto de Garfio por las frases de buen tono.
Duro es el precio a pagar por tan sólo la cola de una sirena.
Que los viejos la admiren, como a Susana, e imaginen su rostro.
Yo me esconderé en el Arbol del Ahorcado”
Así termina el prólogo de Leopoldo María Panero a una preciosa edición ilustrada (colección Nuncajamás) del Peter Pan de James M. Barrie, con traducción y propuesta para un guión de cine de propio Panero. La compré no sé dónde, ni por qué, ni cómo. Ahí descubrí otro cuento. Como dice Panero en su introducción: literatura esquizofrénica, literatura del terror. El Peter Pan de Barrie supura crueldad por los cuatro costados. Peter Pan es un hermoso, desmemoriado e imaginativo pequeño dictador, egoísta, narcisista, despiadado, arrogante, temerario (por no decir kamikaze), indolente y déspota. Wendy es aburrida, juega a ser la perfecta madre victoriana e intenta, por todos los medios, 'convertir' al díscolo Peter. Campanilla es mandona, celosa, coqueta -en el peor sentido del término- y terriblemente caprichosa. Los piratas son de un sadismo atroz. Los niños perdidos, inquietantes. Ni los padres se salvan. Como será la cosa que el Capitán Garfio acaba resultando entrañable, fascinante por su ingenio, sus contradicciones, sus exquisitos modales y sus brillantes sentencias. No hay buenos al uso, ni malos malísimos. Las reglas morales se resquebrajan. El reino de lo ambigüo y lo dual. Lo real, la vida; y lo fantástico, el juego. El sueño y la pesadilla. El bien, el mal y la muerte. La historia subterránea de Peter Pan tiene más que ver con oscuridades, traiciones, rivalidades, naufragios, miedos, huidas, frustraciones, mundos paralelos, deseos de eternidad y juegos de espejos que con un feliz, inocente y simplón cuento de hadas (por mucho que haya pasado a la historia como tal, edulcorado por mr. Walt).

ACTO 3
Febrero 2005
Un desafiante Michael Llewelyn Davies (uno de los niños que inspirarían a James M. Barrie su famosa historia) disfrazado de Peter Pan me reta desde la portada de un libro. "Jardines de Kensington", de Rodrigo Fresán. Probablemente de lo mejor que lei aquel año. Se abre con una cita de Barrie: “Lo mejor de todo es ser niño. Lo segundo mejor de todo es escribir sobre ser niño. Dios fulmine a todo aquel que escriba una biografía sobre mi persona”. Fresán se aplicó el cuento y tejió algo que no sé cómo definir, pero que tiene poco de biografía. Un viaje a través del tiempo, de las décadas y la memoria; con Peter Pan y su inventor como telón de fondo, resonando como un eco por encima o por debajo. No recuerdo mucho más. Han pasado ya más de cinco años. Pero sí la sensación de exceso, de clarividencia, de lucidez, de adicción, casi de obsesión que se me produjo la lectura de "Jardines de Kensington". La niñez -su fragilidad y su final-, la muerte, el pasado, el tiempo, la memoria. Probablemente uno de los libros que más he re’algo’: rememorado, regalado, recomendado, relatado.

ACTO 4
Diciembre 2005
Siruela saca "Peter Pan. El niño que no quería crecer", la obra teatral de Barrie por primera vez traducida al castellano. Tapas azules y naranjas. Inevitablemente -llevábamos demasiado tiempo esquivando la comparación- en el prólogo, Francesco M. Cataluccio, califica a Michael Jackson como la moderna reencarnación de Peter Pan (¿no sería más bien el alter ego moderno de James M. Barrie?). De aquí sólo rescato una frase, lo suficientemente desasosegante como para encerrar todo el complejo mundo de este falsamente calificado 'libro para niños'. Es de Peter y dice: “Morir sería (o será, según la traducción) una aventura sensacional”. ¿No suena acaso la proclama a líder de secta, más teniendo en cuenta que él que la pronuncia es inmortal? ¿O es un grito lastimero de criatura castigada por los dioses a vivir eternamente? Y, por cierto, ironías del destino, Peter Llewelyn Davies (el Peter Pan de carne y hueso que Barrie usó para crear el mito) se suicidó arrojándose a las vías del metro de Londres, en 1960, a los 63 años de edad.

ACTO 5
Abril 2009
Una tal Silvia Herreros de Tejada acaba de ganar el Premio de Ensayo Caja Madrid por "Todos crecen menos Peter. La creación del mito de Peter Pan por James M. Barrie". Un quién es quién, un qué puede significar qué, una fascinante sesión de psicoanálisis -Freud y Jung, mediante- con Barrie y sus criaturas -y tú, y yo- sentados en el diván del paciente (“Peter Pan es un ser presuntuoso, pero vulnerable, cretino pero tierno, cobarde pero intrépido, héroe a la vez que antihéroe“). Y la conclusión de que el mito de Peter Pan es una tragedia de dimensiones casi clásicas: “Crecer y conformarse con el destino que depara la vida (morir y pasar tu sabiduría a las generaciones venideras) puede ser igual de frustrante que permanecer en la tierra de Nunca Jamás en un estado de eterna juventud y soledad. No hay catarsis posible”.