viernes, 29 de enero de 2010

EL MISTERIO SALINGER



Primero fue El guardián entre el centeno. Hace una eternidad. Y no entendí muy bien la furia Salinger. Imagino que, una vez más, el espacio y el tiempo fueron los equivocados. Mi tiempo y mi espacio. Cronologías erróneas. Luego Nueve cuentos. Recuerdo en particular el de Un día perfecto para el pez plátano. Me maravilló. Tengo la sensación intacta. De hermosura, de delicadeza, de poesía, de -como hubiera dicho John Cheever- fabulosa tristeza. Franny y Zooey me hicieron amar al viejo cascarrabias. Y Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción, adorarle. Luego ya se me extinguió Salinger. Se acabó. Ya no había más Salingers por ningún lado. Él mismo se encargo de agotarse, de desaparecer, de volatilizarse, de escaparse. Como sus cuentos. Como un espíritu. Sus personajes me volvían alguna vez. Su nombre aparecía de cuando en cuando en algún suplemento cultural. Su anunciado y nunca bien hallado retorno a la literatura manchó algunas páginas de algún periódico. Incluso tuve que leer, por imperativo laboral, una basura 'escrita' (sería mejor decir, redactada) por su hija y que se dedicaba a pulverizar el mito y/o a alimentar la leyenda negra del ídolo huraño (que si bebía su propio pis, que si su sexualidad era un tanto extraña, que si se aprovechaba de escritoras en ciernes, qué sé yo...). Me gusta la prosa de Salinger. Me gustan los Glass. Me gustaba todo lo que veía y escuchaba cuando le leía. Y me gustaba su cerrazón enfermiza, su tajante y radical no querer saber nada del mundo; o, más bien, que el mundo no supiera nada de él, de cómo era, de quién era. De haber hecho, sí; y de dejarlo hecho, sí; y de no querer hacer más, no; y de ni siquiera explicar los porqués. ¿Para qué? Ahora Salinger ya no está. Y la cosa no cambia. Sigue habiendo lo mismo. Exacto. Ni una coma más. Ni un punto más. Que hace cuarenta años. Con todo su misterio. Inasible.

jueves, 28 de enero de 2010

TIEMPO AL TIEMPO



Un par de recomendaciones para tomárselo con muuuuucha calma
Y bucear, cotillear, perderse, caer, flanear, bichear, rastrear, ir, ver, vencer y... volver
Pasen, miren y escuchen:

http://www.blogotheque.net/
La sección Les concerts à emporter es maravillosa

http://www.fromthebasement.tv/
Qué fotos, qué vídeos...

martes, 26 de enero de 2010

FÓRMULAS AGOTADAS


El sábado me enteré de que Jean Simmons había muerto. Y me dio penurcia. Era mayor, muy mayor. ¿Y qué? Recuerdo su perfecto rostro en no pocas películas. Serena, medida y controlada. Actriz inglesa de los pies a la cabeza. Quise y decidí hacerle un pequeño homenaje volviendo a ver Cara de ángel. Una de mis películas favoritas de ella. Una de mis películas favoritas, punto. Acabé aún no sé de qué manera (como cuando bajas al chino a por leche y vuelves ocho horas más tarde con la tripa convertida en una sede de Mahou) viendo ¿Hacemos una porno?


Le sigo teniendo cariño a Kevin Smith. Por los ratazos que me ha hecho pasar en el cine. Por la hilarante Clerks, por la divertida Mallrats o por la sublime Persiguiendo a Amy. Por crear a dos personajes como Silent Bob y Jay. Por lograr que lo pasara bien con la estúpida Jay y Bob el silencioso contraatacan. Por conseguir que fuera a ver Dogma y Clerks 2 y que ambas me sacaran más de una sonora carcajada. Por ser lo mejor de la última entrega de La jungla de cristal... En fin y resumiendo: a mi Kevin que no me lo toquen. Que sí, que vale, que hace mucho que no se saca de la manga una genialidad como las de antaño. Pero no lo puedo evitar: he crecido con él. Así que me dispuse a ver sin mucha expectativa pero con bastante gana ¿Hacemos una porno? Porque, además, el prota es Seth Rogen, un tipo que desprende tanta comicidad como entrañabilidad. Por sus cuatro costados. LE ADORO. Bien. La cosa no empieza mal. El planteamiento me hace gracia. Alguna línea de diálogo también. Es inocua, pero no me importa. Es un pelín blanda, pero no me parece mal. Pero hay un punto, uno, en el que se va al garete. Y ahí digo: ¿¿QUÉEE?? Kevinsmithdelniñojesús ¿¿QUÉ?? Vaya, que me acaba sabiendo a truñín (la diferenciación del nota entre hacer el amor y follar, lo siento, me llega al alma). No compro. Mi afecto por Kevin Smith sigue, eso sí, intacto.


Al día siguiente, la historia se repite cambiando los nombres. Donde dije Kevin pongan Guy. Donde escribí Seth lean Robert. Ahí que me voy con un amigo a ver Shelock Holmes, él va con más ilusiones (a mí ya me las han quebrado un poco). A priori digo que a Guy Ritchie casi siempre le encuentro su punto, que siempre he defendido a Robert Downey Jr. y que Jude Law es un tío al que respeto, como poco. A posteriori digo: qué mala, pero qué mala y qué remala. Sherlock Holmes es una mierda. Así lo digo y tan pancho me quedo. Aburrida y lenta. Previsible. Con algunas escenas de llorar. Una historia terribile. Un malo de chichinabo. Coge lo peor de cada casa: el cartón piedra de Moulin Rouge, la ingenuidad de Walt Disney, la acción del más lamentable Bond que puedas recordar... Y empeora los trucos de Indiana Jones, el oscurantismo de El nombre de la rosa, las intrigas de Se ha escrito un crimen (juro que eran mejores). Que hay frases enormes, sí. Que Jude Law está grande grande, sí. Que Robert Downey Jr se sale, también (para mí que es porque su personaje tiene ecos a su Iron Man). Pero ya, ya, ya. Me vinieron a la cabeza (vaya usted a saber por qué) Prestige: el truco final o El ilusionista o ambas (las vi seguidas y en mi memoria nunca he sido capaz de diferenciarlas), sólo que en peor. La pretenciosidad mató al señor Ritchie. Infinitamente superior El secreto de la pirámide, Dónde va a parar...

viernes, 22 de enero de 2010

EL CANTANTE CALVO



Vaya por delante que amo a Dominique A
Tengo todos sus discos, salvo el Si je connais Harry
Tengo, por supuesto, la caja Le détour
Tengo, incluso, una cinta (Une femme chante sur le quai) que gané en un sorteo de Green Ufos (la cosa consistía en mandar un texto explicando los motivos por los cuales tu merecías esa cinta más que el resto)

Vaya por delante que he visto a Dominique A unas siete veces
La primera vez, en el antiguo Maravillas, él solo con un montón de pedales; yo, con dos amigos. A la salida nos comimos una pizza en el viejo Mastropiero con los ojos como platos y la boca como un buzón intentando digerir lo que acabábamos de ver
Luego le he visto en Barcelona, en Sevilla y alguna vez más en Madrid
Le he visto con banda normal, con superbanda, con banda casi completamente de rotundos vientos, con una sola guitarra (en la Casa de América), con samplers por doquier...
He escuchado como deshacía, se inventaba, desmontaba, aceleraba, fabricaba, construía o asesinaba sus canciones en directo
Y nunca, nunca, nunca, he salido decepcionado, aburrido o chafado
Nunca

Pues igual me pasa con sus discos
Hay tantos Dom como orejas le escuchan
El quebradizo y encantadoramente lo-fi de La fossette
El luminoso y tranquilo de La mémoire neuve
El oscuro y atormentado de Remué
El perfecto de Auguri
El escapista en Le détour
El pomposo en Tout sera comme avant
El desprejuiciado en L'horizon
El vivo en Sur nos forces motrices
El experimental y electrónico en La musique

Habiendo ido todo esto por delante, reconozco que el último del calvo, La musique, no me acaba de..
Parece que, sí, que ha cerrado el círculo que inició con La Fossette
Esperemos que abra otro nuevo

En cualquier caso, mi calvo preferido (con permiso de Yul Brynner) en 20 pasos:

1. Va t'en
2. Le courage des oiseaux
3. L'écho
4. Le Twenty-Two bar
5. Les Hauts quartiers de peine
6. Ses yeux brûlent
7. Je t'ai toujours aimée
8. Le commerce de l'eau
9. Just Like A Movie Star
10. Empty White Blues
11. Dans les hommes
12. Revenir au monde
13. L'horizon
14. Rouvrir
15. La pleureuse
16. Adieu, Alma
17. L'amour
18. Marina Tsvétaeva
19. Le sens
20. Le bruit blanc de l'été

miércoles, 20 de enero de 2010

DÍAS EXTRAÑOS


Y mi peculiar banda sonora para ellos:


Jack - 3 o'clock in the morning

Eddie Cochran - That's my desire

Neutral Milk Hotel - Two-headed boy

The Pains of Being Pure At Heart - Higher than the stars

East River Pipe - Make a deal with the city

Sam Amidon - Head over heels (de Tears for Fears)

AA Bondy - Vice Rag

Jose Gonzalez - Teardrop (de Massive Attack)

Tender Forever - My love (de Justin Timberlake)

Odetta - Water boy

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Nolan Porter - If I could only be sure

lunes, 18 de enero de 2010

DESMONTANDO A NIC


Tengo un recuerdo muy nítido del Bad Lieutenant de Ferrara. La vi en el cine Rosales, que ya no existe. Una sala que siempre me gustó por sus contradicciones: era enorme pero pertenecía al circuito de versión original; estaba situada en uno de los barrios más pijos y comme il faut de Madrid pero ponían las pelis más bestias que yo viera por aquellos años. Ahí vi Barton Fink, Kids, El placer de los extraños o... Bad Lieutenant. Esta última empezamos a verla, pongamos, unas cuarenta personas (en su mayoría, ancianitas venerables). Acabamos en nuestras respectivas butacas unas diez. Las gentes se salían en tropel ante el despliegue de desmanes de un enorme Harvey Keitel. En mi memoria el Teniene Corrupto de Abel Ferrara se me aparece como una gran película (me digo con escepticismo que debería verla ahora, que igual me sonrojaba ante los arrebatos de culpa cristiana de Harvey). Tengo escenas grabadas en la retina y los aullidos de Keitel en una iglesia vacía aún me resuenan. La religión, la decadencia, lo marginal, el exceso, lo negro, la culpabilidad, el pecado, la redención, el infierno. Todo muy torturante y torturado. Salí de allí como si me hubieran dado con un martillo en la cabeza.


Dieciocho años después, el señor Herzog decide hacer un remake de la película. Cosa que ya de partida me parece la gran freakada. (Por cierto, que parece que Ferrara condenó a arder en el infierno a Herzog por su osadía a lo cual el alemán respondió: "He conocido varios infiernos y todavía no me he quemado. Me fui a la selva en dos ocasiones con Klaus Kinski y en la segunda -Fitzcarraldo- amenazó con matarme presentándose con una pistola al rodaje. Yo también acudía armado, dormía con el arma bajo la almohada. Le diría más, una bala perdida me hirió en Los Angeles, pero aquel no era mi día de morir. En realidad y concluyendo, el infierno son los otros"). Dudé en ir a verla. Me debatía entre el interés que suele producirme el trallado de Herzog (sus dos últimas películas Grizzly Man y Encuentros en el fin del mundo me parecieron una genialidad), el aburrimiento inevitable que me suscitan algunos otros de sus filmes y el horror absoluto que me provoca el histriónico Nicolas Cage. De algún modo venció el sí y ahí que fui. Y bueno, me empachó por momentos (el ritmo brilla por su ausencia y se hace laaaaaaaaarga), me tronché en otros, y me pareció en todo punto una ida de olla de dimensiones herzogianas. Una parodia en toda regla. Tiene momentos tan delirantes que no puedes sino aplaudir sin palmas. Pero mi gran descubrimiento se centra -dejando a un lado las iguanas y el baile desenfrenado del alma del moribundo- en el señor Cage. ¿Quién es REALMENTE Nicolas Cage? ¿¿Quién se esconde tras esos ojos de huevo, ese pelo peluquín, esa dentadura postiza, esas patillas en las sienes, esos carrillos que parecen haberse tragado sendas pelotas de ping pong y esa piel estirada?? ¿¿¿Quién??? ¿¿¿¿Cuál es la segura y nunca desvelada identidad del sobrino de francisfóooooor???? Por todos los santos, ¿¿¿¿¿quién demonios es verdaderamente Nic????? ...(Redoble de tambores)... Pues ni más ni menos que el mismísimo ¡MISTER POTATO! ¡¡Nicolas Cage es Mister Potato!! Sin discusión. Sin posibilidad de error. Nicolas Cage = Mister Potato. Exactamente la misma cara, la misma ausencia de expresividad, la misma sensación al verlo de que se le van a ir cayendo las piezas una tras otra, las mismas órbitas desencajadas, los mismos labios de brillo plástico. Pixar debería hacer una peli de animación en 3D sobre la historia de la patata desmontable y sacarle a él como único y merecido protagonista. Ahí queda la propuesta.

viernes, 15 de enero de 2010

THE ACID QUEEN



El otro día se me erizaron los pelillos de la nuca como a los lindos mininos cuando les acarician el cogote. De puro placer. De intenso placer. En una conversación en la que yo reivindicaba el primer Elton John, un amigo me dijo que su última cruzada era por la Tina Turner de los ochenta. Qué felicidad. Qué gusto. Me salió un A MÍ TAMBIÉN. Así mayúsculo. Seguido de unos cuantos signos de exclamación. Qué bien poder gritar a los cuatro vientos un secreto casi inconfesable, que sólo sabían, hasta ese momento, mis sufrientes vecinos. Hasta el We don't need another hero. Pues claro. Y Private dancer. Y Typical male. Y What you get is what you see. Y The best. Y otra que... Y esa tan hortera que... Claro que sí guapísimo. Ay, qué ligero quedé.

jueves, 14 de enero de 2010

DESSINE-MOI UN MONSTRE

Este fue mi orden con Donde viven los monstruos (no necesariamente el bueno, obvio):



LA PELÍCULA de Spike Jonze
La vi con no pocas reservas. Las mías, propiamente dichas. Y las de cosecha ajena. Me gustó, me encantó, me llevó. Los monstruos me daban gozada, sus pies, sus pelos, y sus voces. Tan mullidos. Me pareció limpia, emocionante y hermosa. Eso que a los boyeristas les espantó -Max, un niño tonto haciendo el tonto y un montón de bichos gritando y tirándose cosas encima, pensaron- a mí me pareció grandioso -nada de explicar, nada de intentar pasar por la óptica adulta los mecanismos de un crío-. Un niño es un niño y como tal se comporta por mucho que se nos haya olvidado. Sus proyecciones son suyas y poco tienen que explicar ahí los que han sobrepasado los diecimuchos. Me viene a la cabeza una frase de Leopardi: "Los niños ven todo en la nada; los adultos no ven nada en el todo".




EL CUENTO de Maurice Sendak
Me compré el precioso cuentito de Sendak acto seguido. Unas pocas páginas. Un puñado de frases. Poco de donde sacar un largometraje. O mucho, según se mire. Todo por imaginar. Todo por inventar.




EL LIBRO de Dave Eggers
El Max de Eggers, coguionista junto a Jonze de Donde viven los monstruos, no es exactamente el Max de la gran pantalla, pero me sigue gustando y sigue conservando el mismo espíritu infantil, fantástico y desconcertado. Eggers consigue dibujar mejor que en la película ese niño que empieza a no encontrarse (o que no acaba de hacerlo) y todos esos sus monstruos que tienen terror del/al vacío (en el cartel de la peli: 'there's one in all of us').
"Era la primera vez que se lo decían. Le encantaba que a Carol le gustara cómo funcionaba su cabeza". "Oye, Max, ¿alguna vez te sientes como, como si estuvieras atascado entre la gente? A veces me siento atrapada por la gente... Mal. ¿Sabes a lo que me refiero?". "Queremos lo que queremos. Queremos todas las cosas que queremos".


A la cama que viene, ¡yuju!, el coco...

martes, 12 de enero de 2010

NIGHT TIME



oscuro, adictivo, pausado, morboso, minimalista, esquelético, pegajoso, enfermizo
una dulce amenaza en el aire
una tristeza infinita
una intimidad abrumadora
una sensualidad tan suave
una melancolía peligrosa
delicado
como latidos
nocturno y alevoso
lánguido y arrastrado
gozosamente doloroso
esto se me viene cuando escucho el debut de The xx

me lo regalaron
yo, como siempre, ni idea
y me quedé atrapado

me quedaría a vivir en esos dos minutos y algo que dura la Intro
luego ya VCR, Crystalised y Islands del tirón y no hay escapatoria:
imposible separar las canciones las unas de las otras
van agarrándote, metiéndose y comiéndote

para las tardes de silencio
para hundirse y ahogarse
con mantas dentro
y nieve fuera


lunes, 11 de enero de 2010

ILUSIONES ÓPTICAS



Me he regalado el libro ¡ÑAM! de Puño
No me canso de mirarlo y remirarlo
Las texturas, los colores, las caritas
Hay que tenerlo, verlo y sobarlo

viernes, 8 de enero de 2010

LOS PIES EN LA TIERRA...



... y la cabeza en las nubes.

Hace unos años me compré un plato. Normalito. Un Stanton. Y hace esos años clavados que escucho mal los vinilos. Un zumbido extraordinario que empieza a atronar en cuanto le doy voz al tocadiscos. Incesante y pesante. Había intentado miles de cosas a cual más absurda. El runrún persistía. Cómoda, impertinentemente instalado. Y yo, que soy de cabeza gorda, seguía escuchando mis discos, aunque a veces el desconfort me invadía y la desgracia me susurraba que era suyo. Un día, alguien me espetó: 'eso es la impedancia'. Dudo mucho que este alguien supiera qué significaba esto exactamente. Lo dudo básicamente porque cuando enarqué cejas y abrí boca y tragué saliva y conseguí articular un admirado '¿y eso cómo se cura?', la respuesta fue un elegante encogimiento de hombros. La palabra, esa sí, se me quedó flotando. Porque suena bien, porque es bonita y porque consigue el objetivo de impresionar. Ayer, hablando con otro alguien, que también sabe mucho de impedancias y esas cosas, le comenté este problema mío con mi plato, este desencuentro permanente con la aguja y tal, este rumor maleducado y persistente. Me soltó un 'eso es la toma de tierra'. Esto sí lo entendí. Pregunta obligada: '¿cómo lo arreglo?'. 'Pues coges un cablecito que blabla'. Parecía asombrosamente fácil. Y lo fue. Lo fue. Llegué a casa dispuesto a ejercer de MacGyver pero no hizo falta. El asunto se resolvió. Con la gorra. Este tipo de sucesos son los que me hacen confiar. En la vida. En el devenir, así en general. Comprobar que, a veces, trances que llevan supurando una eternidad tienen una resolución tan sencilla como apretar el botón adecuado, meter bien el enchufe o apretar la tuerca justa. Musité esa frase que me repito de cuando en cuando y que me sigue fascinando, cada vez que, oh, aflora mis labios: '¿por qué no lo haría antes?'. Así que, de pronto sí, sí, sí, el ruido incesante y blanco y sordo se había evaporado y el disco giraba y la aguja surcaba y surfeaba y yo era muy feliz. El (re)estreno fue con la caja Radiolarians: The Evolutionary Set, de Medeski, Martin & Wood. Por aquello de hacer las cosas bien: era regalo del de la toma de tierra. Me pareció perfecto. Para la que estaba cayendo. Contra la nieve horizontal. Para quedarse ahí hundido. Atrapado. En lo groovy, en lo raro, en lo brillante. En lo nítido. Qué placer. Ahora esto va a ser un no parar. Del tirón Soulsavers (qué maravilla el Broken, cae tan profundo, tan hondo) y Band of Horses (precioso su Cease to begin, I could sleep, I could sleep). Bienvenidos a la républica del vinilo.

martes, 5 de enero de 2010

I'M AFFECTED



Estoy hasta las pelotas de la lluvia. Hasta las pelotas y más allá. No lo soporto. No puedo más. Por favor, sólo imploro un día seco, un poco de luz, un par de rayos. Tanto gris y tanta humedad está afectando mi ya de por sí precario equilibrio cósmico, diezmando mis debilitados ánimos y dejándome la frágil moral a la altura del resbaladizo asfalto. Recuerdo un capítulo de Doctor en Alaska en el que el viejecillo estaba deprimido. El doctor Fleischman, que era igual de listo que House pero más simpático, menos arrogante y más guay, se percataba de que tamaña tristeza tenía su origen en 'aquellos meses' árticos. Sin luz, sin endorfinas y sin energía, el pobre viejuno sentía que las ganas se le iban. Así que el bueno de Fleischman le recetaba una lucecita de esas que llevan los mineros, pero al revés, directamente enfocada a su cara. El anciano se volvía loco perdido, vivía en un eterno subidón, y dormía con la lamparita enchufada, tal era la sobredosis energética que le producía el invento. Mi linterna particular es, estos días, Ramones. Sí, sí, sí. Los pongo a un volumen considerable. Y aguanto otro día más. Otro. Sin azul, sin amarillo y sin naranja. Pero esto, me temo, va a empezar a no hacer efecto en breve. Zeus, abre los cielos y déjanos verle la cara un ratito no más a ese que solía estar allí arriba en los días del r&r. Let's go!


Nota a pie de página:

Y, contra el gris, un par de recomendaciones para, como diría el brigadier, partirse todo el nacle:
- http://el-taxista.blogspot.com/: ya no está en activo, pero merece la pena echarle un vistazo. Hay algún post glorioso
- http://mondovega.blogspot.com/: una genialidad. Es de ridir y de ridir y no parar. La sección Dimes y diretes... ¡¡al retrete!!, obra maestra

lunes, 4 de enero de 2010

VUELVE EL HOMBRE



Si alguien de cualquier género y tendencia sexual, me niega que Steve McQueen sea EL hombre, inmediatamente desconfío de él y activo el escudo deflector. O es un mentiroso compulsivo o tiene menos criterio que el papa hablando de condones.
Para combatir mi desastroso arranque de año, opté por huir. Y, ya que se trataba de escapar, me puse la que según un amigo es una de las mejores películas de la historia: La gran evasión.
Tres horas después, todo seguía tal cual.
Pero a mí me daba un poquito más igual.

Buscando en la RAE, me tropiezo con EFUGIO, maravillosa palabra hasta hoy desconocida para mis orejas.
Evasión:
(Del lat. evasĭo, -ōnis)
1. f. Efugio para evadir una dificultad.
2. f. Acción y efecto de evadir o evadirse.
Efugio:
(Del lat. effugĭum)
1. m. Evasión, salida, recurso para sortear una dificultad.


Nota a pie de página:

Revisando la agenda 2009 antes de tirarla, me encuentro con un par de frases:
"No es el desorden, es el caos lo que me tiene enamorado"
"Repites que no vas a cambiar, ni a mejor"
Creo que ambas son del último disco de Flow.
Estos hallazgos, así, de repente, siempre me resultan entre inquietantes, reveladores y proféticos.
¡Ay, tengo miedoooo!

domingo, 3 de enero de 2010

LA RECONQUISTA (II)



Lo prometido es deuda. Aquí va la segunda tanda (sólo me resta repetir un emocionado gracias y corroborar lo que ya sabía: que sois, mis queridos conquistadores todos, muy grandes, qué digo grandes... grandiosos, enormes, monumentales):


V.
Sólo me quedaban 5.000 pesetas para pasar el resto de la vida. 5.000 de las de 1992, pero sólo eran 5.000 pesetas, que me tenían que servir para pasar el resto de la vida. Me llegó para comprar diez botellas de Freixenet y unas copas de plástico. Invité a mis amigos a mi casa. Entre los asistentes, la señorita B. S. La conocía desde hacía meses, pero apenas la aguantaba. A eso de las seis de la mañana ya no quedaba nadie en el party. Sólo ella y yo. Nos fuimos a la calle, a vagabundear por no sé dónde. Luego volví a casa solo. Cuando llegué me encontré con dos cosas: con que la casa estaba repleta de comida y bebida que los invitados habían traído motu proprio (peligrosa moraleja: el despilfarro irresponsable tiene premio), y con que yo ya estaba plenamente enamorado de ella. Pasé todo el día escuchando Dream, de John Lennon.

Me llevó nueve meses, largos como 270 chorizos, convencerla de que era positivo que uniéramos nuestros días. Cabezón, me salí con la mía.

Pasamos dos años juntos. Dos años plagados de turbulencias horrorosas. Nos dió tiempo a dos nocheviejas. Durante la útlima (Dios, sólo hubo dos) yo me vi cenando en su casa, con aquella familia suya hecha de respeto, mujeres, elegancia y sinestesias a favor. Sólo había un chico, y ese era yo (me daba vergüenza ir con mi pito). Pero me encontré, en cambio, con que habían reservado para mí un servilletero, una botella de armagnac, un sitio en la mesa, golosinas alternativas por si algo no era de mi agrado. Me sentí afamiliado como jamás en la vida.

Dos meses después se marchó de la manera más fea. Fea, pero fea. La forma tan fea que tuvo de irse fue tan fea que ni aún hoy, aquí, con todo el anonimato encima (¡qué fea!), soy capaz de redactarlo, tan fea fue. Pero tan fea que ni puedo exponerme a esa feúra siquiera recordándola.

Años después ella se dió muerte a sí misma. En fin. Hacía ya mucho que no nos veíamos, hay que decir cobardemente que menos mal. Para entonces, tras meses de no poder soportar la canción, yo ya oía Dream tan campante, si así se terciaba. Primero me sobrevenía el sentimiento de reconquista que inspira este post y en seguida la idea zozobrante de que el enemigo que ocupó las tierras a reconquistar ya no estaba en ningún sitio. Ladrillos de estupor para levantar el muro de la indolencia. Tampoco me daba demasiada pena, pero era imposible sentir alegría. Sólo queda concluir de todo esto que ojalá que seamos todos muy felices. Que lo seamos porque nos lo merezcamos. La próxima vez que me queden 30 euros para el resto de la vida me compraré una caña de lomo.


VI.
La infancia: Tardé casi diez años en poder escuchar "Puff The Magic Dragon" de Peter, Paul & Mary sin sentir una especie de melancolía imposible de frenar. Y eso que yo no soy tendente a la melancolía. De alguna manera, aquella canción, que sonaba en mi casa de niño, me reimitía a esa cosa, la infancia. O el paraíso perdido, ya sabes. Todas las metáforas y frases medio ingeniosas que yo pueda decir sobre lo que supone la infancia para una persona (haya sido esa infancia llena de felicidad o de carencias) ya están dichas. La reconquista, en este caso, fue algo amarga. Preferiría no haberla recuperado nunca. Además, estos tres eran unos blandos de cojones.

La adolescencia: "Caroline Says II" de Lou Reed y "Charlotte Sometimes" de The Cure (ambas canciones con nombre de mujer) sonaban bastante en mi primera adolescencia. Escucharlas era (es) recordar esa vida miserable que uno lleva cuando todo le parece demasiado. No recuerdo el momento en que las reconquisté, pero no tardé mucho. Ahora las oigo con una sonrisa y, en parte, son responsables de que no me guste la música afectada. Esto es lo más afectado que he podido escuchar.

La Buena Vida: Hubo un tiempo en que viví en Sevilla, cerca del Guadalquivir. Feliz y sin preocupaciones. No duró mucho. "Yo Me Quedo en Sevilla" era la canción que no podía escuchar. Luego, en otra ciudad de Andalucía, con una felicidad distinta, en un coche y viendo el mar, recuperé la canción. Y me dí cuenta de que, como te he dicho antes, tardo bien poquito de recuperarme de estas cosas.


VII.
En realidad, siempre he sentido la música como algo tan mío que nunca he dejado de escuchar nada por asociación. Ni siquiera ahora (con mi última ex la música era una de las cosas importantes que nos unían) me pasa. Miro la galleta de un vinilo con una dedicatoria suya y no dudo en ponérmelo. Soy así de bruto. No sé si conoces a Roy Harper, un cantautor folk inglés de principios de los 70 (te recomiendo con fervor su disco Stormcock); pues bien, Me and my woman es una canción suya que por diversos motivos (algunos tan evidentes como el título) tengo muy asociada a ella. Pues creo que no tardé ni una semana en volver a escucharla. Era una manera de hacerla sólo mía de nuevo. La necesidad un tanto cafre de querer hacer que todo lo compartido con alguien con quien rompes lazos de manera traumática sea de nuevo tuyo (por ejemplo, esa canción).


VIII.
Me hizo un desayuno que se tambaleaba. Lo puso en una mesa baja y patiextraña de IKEA que estaba en el salón. Café y tostadas de pan del día. Y recuerdo que todo se iba para los lados -me pregunté, mientras yo estaba en su cama, si se habría vestido con cualquier cosa, habría bajado a la calle, saltado dos manzanas, habría dicho hola buenos días, quiero una barra de pan para preparar unas tostadas, será un desayuno especial, prefiero aquella que está más tostada, será un desayuno que haré que este cabrón recuerde toda la vida, se habría vuelto a desvestir y habría preparado café para luego despertarme a bocaos, uff, qué subidón-.

Nos sentamos en el suelo, me señaló la librería y me dijo que la mitad de los libros eran robados, a otros amigos, entendí. Me dijo que aquella tarde había quedado con no-sé-quién y yo decidí por etología básica que era mentira. Otra vez. Me recorrió un escalofrío. Me pareció ver o quise ver un par de libros que me gustaron -que me habían gustado y que me gustaba que le gustasen- y le pregunté por ellos, pero no los había leído. Yo no le quería. Pero estaba ensimismado y en realidad era la primera vez que alguien me excitaba tanto y yo, por desgracia me enamoro siempre de abajo a arriba..

En realidad, hacía frío. Si no recuerdo mal tiramos el café o la mesa se tumbó y las tostadas deslizaron. Algo no fue bien porque faltaba equilibrio y todo se manchó. Rojo y negro = mermelada y café. Me dijo todavía no nos conocemos mucho pero. Y se calló.. Sin tres puntos suspensivos. Pero. Se levantó y puso una banda sonora, la de aquella película tan extraña de La cité des enfants perdus. Le dije lo yo creo que tú y yo... (con los tres suspensivos). Mira tío, me estás engañando. He actually looked at me surprised and shocked. Me has dicho que la banda sonora era de Yann Tiersen y no es.

Y no era.

viernes, 1 de enero de 2010

LA RECONQUISTA (I)



¿Cómo de gloriosa es esa sensación de, zas, de pronto, poder escuchar del tirón un disco que eras incapaz de ponerte sin echarte a llorar? ¿Cuánto de impagable hay en esa certeza de haber podido disociar, por fin, esa perfecta canción que tanto te gustaba del recuerdo de aquello último que tanto te torturó? Mejor que ir al psicólogo. Ahí sabes que estás curado, que has vencido al mal. Y sobre todo que has recuperado y reconquistado. Vuelves a hacer tuya esa parcela que lo fue en algún momento y que en otro momento posterior perdiste, te arrebataron. Plantas el banderín y de nuevo campas a tus anchas por esos territorios que te ocuparon -cediste gustosamente- sin que te sangre el costado, ni el suelo se abra bajo tus pies. Alabados sean los dioses. Te levantas y caminas. Milagro. Puños en alto. Has ganado. Olé.

Primer post del año. Sobre barrer, encajar. Sobre trozos. Sobre victorias, vaya. Sobre pequeños triunfos, que son, lo sabemos, los que de verdad cuentan.

Primer post del año. Fabricado y rescatado de la memoria de algunos amigos que tengo en suerte. La verbigracia y la generosidad es suya. Las gracias, mías.

Ahí van pues algunos relatos de algunas reconquistas que me han sido desinteresadamente donados y brillantemente escritos. Por orden de llegada y sin nombres (por aquello de que esto no se convierta en La ventana indiscreta):


I.
Siete segundos, de Sin documentos, por Los Rodríguez.

Yo era un adolescente. Una vez me quedé solo en casa. Vinieron a pasar el día un grupo de amigas, entre ellas, la chica que me gustó en silencio durante años. Estábamos todos en el salón, poniendo cds en el equipo. Ella y yo adorábamos a Kerouac, John Hughes y Los Rodríguez. Durante todo el día escuchamos sin parar sus discos, especialmente dos canciones: Dulce condena y Siete segundos.

El día que le dije que estaba enamorado de ella se encogió de hombros. Yo me deshice de los discos de Los Rodríguez, siempre relucían sus lomos en mis estanterías.

Hace un par de años escuché una versión de Siete segundos; me flipó la letra. Era como un relato de Raymond Carver con música. Busqué los acordes y la toqué en casa durante semanas. Qué canción tan buena.


II.
Tan casual como la pareja que uno tiene o tuvo (sí, a pesar de convertirla en una necesidad cósmica o del destino, ella o él es... ¡el que pasaba por allí!), tan casual es la canción que se convierte en banda sonora de la relación. En mi caso, la última casualidad se llama Suzanne, la de Leonard. Sonaba minutos antes del primer beso, sonó después en los primeros mails y primeros viajes en coche, sonó como siempre suena...

Pero si los inicios, las parejas y las canciones son casuales, los finales son bastante necesarios. Y, claro, final de relación y canción prohibida. Dolorida.

Hasta la reconquista, que en este caso fue más bien una guerra ganada, una victoria aplastante, un enemigo aniquilado y un holocausto para el recuerdo: Suzanne cantada por el mismísimo Leonard Cohen, a sus setenta y algunos, y cinco o diez mil personas que la tarareaban, silbaban o cantaban a la par en el Palacio de los Deportes, haciéndola suya y quitándomela del recuerdo...


III.
Mi primera ruptura seria se llevó consigo a los Beatles y a Bambino. Unos por los recuerdos que iban prendidos a esas canciones y el otro porque, de repente, todas las letras de desamor desgarrado cobraron sentido con una intensidad inesperada.

El caso es que no los he vuelto a escuchar, a pesar de que ambos son de mis musiquitos preferidos.

Si he de escoger, diré que de los Beatles el Abbey Road y de Bambino el tema 'Tengo miedo', especialmente. También algunos de los Pixies y la ELO, pero esos ya se me han pasado.

Mi segunda ruptura impuso el silencio, sobre todo, de 'Woke up this morning', de Alabama 3. Es la sintonía de los Soprano.

Aunque lo que más rabia me da es que la primera se llevó, además, mis ganas de cocinar.


IV.
Indiana Jones lo sabía desde su primera película: No abras el Arca. Lo que recordabas como celestial para tus sentidos, pueden ser sólo demonios aullantes y fuerzas oscuras desatadas.
Tenía prohibidísima la canción, borrada de mi mente. En una ocasión, bajo la ducha y en pleno éxtasis oí los primeros compases demoníacos, y salté hacia fuera como alma que lleva el diablo, a forcejear histéricamente con esa cobra asesina en la que, de repente y a traición, se había convertido el Ipod. Tras aquel lamentable episodio, y mientras volvía sobre mis (mojados) pasos, decidí eliminarla de todas las listas de canciones. Evaporada, como si nunca hubiese existido.
Y que se llevase consigo todo lo que llevaba dentro.
Confiaba en no volver a encontrarme con ella jamás, pero otra valiosa lección del Dr. Jones es que NADA permanece enterrado para siempre. Y no hace falta que lo hagas tú. Ya lo hacen otros. Y si no, que se lo pregunten a Belloq.
Tuvo que llegar él en persona. Que digo él: AQUÉL.
Cuando no podía estar más lejos emocionalmente de la canción maldita, llega el mismísimo Raphael a dar un concierto. El primero que da en mi ciudad en toda su vida. Y gratis.
Yo, feliz no. Lo siguiente. Y de negro que me voy a verle, nervioso como un conejillo y hecho un pincel. Cuando ya ha desgranado casi todo el repertorio, y ya me he agotado aplaudiendo y voceando “bravo”, va y dice:
“...y ahora me gustaría terminar con una canción que... no es muy conocida. Pero de todas las que me compuso Manuel Alejandro, a mi es la que más me emociona”
A mi en aquel momento se me hiela la sangre, y pienso: “No será capaz”. ¿Que no será capaz?:
“Yo no he vuelto a encontrarla jamás.... Desde aquel día....”
No había escapatoria. A ambos lados de mi fila de asientos se extendían hordas de señoras extasiadas, muchas de ellas incapaces de moverse rápido sin la ayuda de una grúa.
Y sin embargo muy capaces de romperme el cuello si se me ocurría joderles el momentazo de sus vidas.
Así que yo volví a posar mi pequeño culo en el asiento, y me quedé con cara de pajarillo ante el pelotón de fusilamiento, escondiendo todo lo que podía tras las manos.
Apoteosis final, aplausos atronando durante minutos, y silencio. Plano medio. Indy está, milagrosamente, de una pieza. Y repara en que las cuerdas que lo ataban al poste, y a Marion, se han evaporado. Y todo el mundo también. Plano general. Fundido a negro y FIN.

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En mi reconquista tapiresca particular, costaron y mucho: Fran Nixon, Lou Barlow, Leonard Cohen, Ryan Adams, Ben Watt o Jeff Buckley, entre otros. Pero, de alguna manera y en algún instante, todos dejaron de ser prisioneros y transitan ahora -casi siempre- por tierras libres.


Ah, y permanezcan atentos a sus monitores, que aún hay más...