martes, 29 de marzo de 2011

AL AMIGO QUE ME SALVÓ LA VIDA



Tengo un amigo al que le encanta tocar los cojones. Un provocador nato. Un reluciente y encantador polemista. La vida sería peor sin él. Más aburrida. Menos emocionante. Suele decir, así como boutade, que a él lo único que le interesa de la música es Neil Young y el Krautrock. Cosa tan incierta como que está a punto de quedarse calvo, por decir algo. Pero le gusta soltar semejantes afirmaciones. Por epatar, para epatar. Por discutir, para discutir. Y a mí me divierte. Porque es mentira. Porque siempre guarda ases debajo de la manga. Y porque, como él me dijo una vez entre risas, es mucho más fascinante de lo que me creo. No lo dudo. Menos después del lunes, día en el que me descubrió una maravilla absolutamente descomunal, uno de esos discos que se convierten según los pinchas en obsesión,. La perfección era esto. Damn it. Katzenmusik de Michael Rother. Lo he escuchado caminando por las calles de Madrid creyéndome otra cosa. Lo he escuchado al levantarme y he deseado no salir de ahí, pero irme muy lejos. Lo he escuchado en el trabajo redimiéndome del horror. Lo he escuchado tantas veces como he podido desde que me lo pasó y no me canso. Suena aunque no esté puesto. Me viene aunque esté en silencio. Quiero ponerlo en un viaje largo en coche. Quiero ponérmelo mientras surco la ciudad en bici. Quiero ponerlo en las largas y felices mañanas de fin de semana. Quiero ponerlo cuando toca irse a dormir y uno se resiste. Juro que es de una emoción sin igual. De saltarse la lagrimilla. Así que, desde aquí, querido JP, gracias, gracias, gracias. Una y mil veces. Por descubrimientos como estos. Por los que han sido y por los que serán.


lunes, 28 de marzo de 2011

CHINARRISMOS



Tengo nueve discos de Chinarro. Nueve. Le llevo escuchando media vida. Cada disco trae ciertos recuerdos, ciertos suelos, ciertas casas, ciertas frases. Cada disco ha tenido y tiene una canción de esas que marcan la semana, el mes o la temporada. Pero, contrariamente a los integristas de Señor Chinarro que defienden al Antonio Luque de los inicios, al surrealista, al que sonaba mal, al que hacía conciertos desastrosos; yo empecé a amar de verdad a Chinarro con El fuego amigo. Cuando las melodías eran redondas, las letras tremendas por mucho que fueran más accesibles, y los estribillos se podían cantar... Pues bien, sale ahora Presidente, y qué queréis que os diga, es su mejor disco hasta la fecha. De no creérselo. Sexual, luminoso, extrovertido y directo. Una buena, y otra mejor, y otra más grande. Y así el disco entero.

Propongo Una llamada a la acción, la primera del disco que no el single, como himno de esta primavera que acaba de empezar.

Nos conocimos ayer, tú me invitaste a beber, yo te invité a no sé qué, tú dijiste que bien, y te hablé de poesía por ver qué decías, que si es tontería, que sí, que no. Habrá que hacer el amor. Llegó la luz al salón y vi tu sujetador y en cada pezón, una llamada a la acción. Me callaste la boca, dijiste 'te toca mister don de lenguas, demuéstralo'. Habrá que hacer el amor. Por un mundo mejor. Habrá que hacer el amor. Atiéndeme extranjera, ven a mi vera, que te alabe el gusto. Será que es primavera y tú aún soltera, qué error de bulto, qué patán. Me he explicado fatal. Así rimaba el profeta, torpemente, con bragueta, en un mundo mejor. Habrá que hacer el amor. Amor. Y venga a darle al alpiste. La vida es muchas veces triste, es repetición. Habrá que hacer el amor. Porque nunca está hecho. Y que cuando tú miraste al techo en un mundo mejor. Habrá que hacer el amor. Amor.

En Spotify, está el single, Vacaciones en el mar. Pero escuchad la cara B llamada La chica del momento, ¿es o no puro Loquillo ochentero meets Velvet Underground? Si lo digo, no reviento.

martes, 22 de marzo de 2011

RAYOS X



Tengo un amigo que critica mucho a los que leen en diagonal. Yo a veces practico esta nefasta costumbre. Cuando la cosa no me interesa mucho pero sí lo suficiente. Cuando es una lectura obligada. Cuando empiezo algo que resulta ser malo pero quiero saber qué pasa al final. Y leo de vicio en diagonal. Radiografías librescas. Tengo ya un cierto hábito, un dudoso callo que me hace aprehender la cosa con bastante realismo. Pierre Bayard escribió un libro defendiendo esta práctica como derecho fundamental del lector. Y ahí que me amparo yo. La semana pasada, en mis periplos aeroportiles de los que ya hablé, practiqué este tipo de lectura con dos libros:

- Cadáveres exquisitos: un libro de un tal Noguchi, forense de Hollywood durante muchos años, y que puede presumir de haber descuartizado a Natalie Wood, estrujado a una frígida Marilyn o hecho la prueba de alcoholemia definitiva a un hierático William Holden. Lo empecé con ganas. Capítulos cortos, cotilleo a saco, mitos muertos, escándalos amarillos... Muy bien. Perfecto para un avión que no llega. Me leí el de Marilyn enterito. Qué decepción. Qué poco difiere la cosa de la versión oficial. Qué pocos datos. Qué poca nada. Un poco hagiográfico todo. Seguí sin mucha gana con la de Natalie Wood que fue más de lo mismo. Me leí en transversal la de Robert F. Kennedy. Y ya ahí me dediqué a pasar páginas sin leer. Hasta que llegué a William Holden. Esa sí. Entera. Por el desconocimiento absoluto de las circunstancias en las que había muerto esta persona. Desangrado de un brechazo en la cabeza provocado por una caída del pedo que llevaba. Me dio entre pena y ternura. Siempre me cayó bien Holden.

- Ennemis publics: una correspondencia entre, agarraos, Henri Lévy y Houellebecq... Lo vi en la librería del aeropuerto y me llamó poderosamente la atención. Ahí en el mismo volumen dos tipos que, por diferentes motivos y en algún momento de mi vida, me han interesado para, por otras razones y en otros instantes, acabar detestando. El planteamiento es un intercambio epistolar entre estas dos vaquitas sagradas del país vecino. Al principio, se supone que el rollo va de somos enemigos, nos odiamos y nos despreciamos, "todo, dice Houellebecq, nos separa, con la excepción de un punto fundamental: somos tanto el uno como el otro, individuos bastante despreciables". Uy, qué bien pinta esto. Una pelea de gallos en toda regla. Dos narcisos con la vena hinchada. Dos egomaníacos buscándose las cosquillas... Bueno, pues va a ser que no. La cosa es puro onanismo, puro ombliguismo. Un rollaquer de dos mamarrians. Soporífero. Muy denso y por momentos interesante (y sí, lo admito sin ambages: ¡qué jodidamente bien escribe Houellebecq!), pero reconozco que mi nivel intelectual no da para seguir digresiones de veinte páginas sobre Comte o sobre la cuestión judía. No lo leí en diagonal. Lo salté en oblicuo. Y qué gusto, oiga.


Nota a pie de página:

La radiografía es de Marylin Monroe.

miércoles, 16 de marzo de 2011

PARECIDOS RAZONABLES (III)












Pensaréis, con criterio, ¿qué coño?... a este bicho se le ha ido completamente la olla...
Y no os faltará razón. Porque ¿qué demonios pueden tener en común la peli/mockumentary -o lo que sea- de Casey Affleck sobre la supuesta decadencia y bajada a los infiernos de Joaquin Phoenix con el libro de Miguel Noguera? ¿Dónde está el puto parecido? Pues así, de primeras, a simple vista y a bote pronto mental: NADA.
Voy a demostrar, sin embargo, que para el confuso y perjudicado cerebro de un tapir centenario como yo, sí hay paralelismos. ¿Cuáles? preguntaréis suspicaces e inquisitivos. EL PENSAMIENTO CHUNGO. Gritaré. EL PENSAMIENTO CHUNGUÉRRIMO. Me desgañitaré. (Me refiero a que ese es el nexo, no a que vuestro pensamiento sea chungo). Tanto I'm still here como Ultraviolencia son dosis de pensamiento chungo, espirales de ideas nocivas, expositores de razonamientos perturbardos. Vomitonas. Con su urgencia, con sus tropezones. Y, sin embargo, sin embargo, altamente placenteros, gozosamente disfrutables, extrañamente divertidos. Una especie de guilty pleasure aberrante. En I'm still here veréis vomitar a Joaquin, observaréis con asombro como se mete rayas antes de que una puta se la fele (kuti) y presenciaréis con un bochorno hilarante sus shows como supuesto rapero. En Ultraviolencia fliparéis con algunas de las ideas de Noguera, os reiréis de sus paranoias, potaréis con algunas de sus descripciones.
Ahí está la cosa. Os causarán un sinfín de sensaciones: risa, asco, fascinación, hilaridad, tristeza, alegría, dolor, daño, asombro, admiración, aplausos, culpa, locura, placer, pena, desarraigo, bochorno, rebelión, revelación, terror, guasa, vergüenza, adicción, incomodidad, reconocimiento, desconfort, libertad, confusión. Mucha confusión. Sentiréis y pensaréis. Y lo haréis de forma diferente. De manera radical. Os pondréis las manos delante de los ojos para mirar a través. No sabréis donde están los límites, ni las líneas. Traspasaréis las rayas de lo políticamente correcto, de lo bueno y de lo malo. Os plantearéis cosas que no se os habían pasado por la cabeza, ni sabiaís que estuvieran ahí, en algún pliegue de vuestra corteza cerebral. No sabréis lo que es verdad y lo que es mentira. Todo será distinto. No entenderéis nada. O sabréis demasiado. No decidiréis si es mero gusto por la provocación o es que sois unos lilas. Os gustará. Os aterrará que os guste. O no os gustará. Y os dará rabia que no os guste. Os perderéis. Os hallaréis. Y sufriréis efectos colaterales: tendréis ultraideas, miraréis diferente. No olvidaréis. Os sentiréis extremos. Seréis extremos. Y todo, todo, todo lo anterior, os hará infinita gracia.


Nota a pie de página:

Hay una cosa muy mala de los transportes modernos y es esa manía de hacer viajes de menos de 24 horas cuyo tiempo de desplazamiento sobrepasa el pasado (despierto) en la ciudad de destino. Fui víctima de una de esas malas ideas este lunes/martes. Regresando de París, en el aeropuerto de Orly (¿existe un aeropuerto con más retrasos, dislates y absurdos que este? No lo creo) me empapucé enterico (300 páginas) el libro de Noguera. Fue un viaje a lo Hunter S. Thompson. Lisérgico a tope. Juro que veía ultraviolencia en todos y cada uno de los tipos que estaban en las salas de espera. Gente con cráteres en la cabeza, mujeres con sombras de coños, bebés con claxon, lentillas de salchicha, rampas, crucifijos malos, suicidas, pipís chulos, verrugas parlantes...

miércoles, 9 de marzo de 2011

ULTRAMARINOS



El otro día haciendo uno de mis recorridos habituales bajé toda la calle Ave María y apercibí, no uno, sino dos milagros. Ambos en la calle Ave María (ubicación perfecta para fenómenos paranormales como estos que nos ocupan). Uno es la tienda Bajo el volcán (en el número 24), un sitio chulísimo donde se venden dvd's, vinilos y libros no muy fáciles de encontrar. Un buen amigo mío dice que le flipa la tienda: es como si la selección fuera suya. (Entre paréntesis, diré que mi amigo es un tipo con criterio y reconocido buen gusto). En la misma calle, en el 18, la librería Burma, especializada en comics y libros (mucha novela negra y relato) de editoriales pequeñitas que están editando auténticas joyas (leáse Nórdica, Periférica o Impedimenta, por citar sólo tres de toda la maravillosa eclosión de pequeñas editoriales delicatessen que están haciendo las delicias de los que gustamos de leer libros y mirarlos y tenerlos y relamerlos). Pues bien, el otro día, tras fracasar estrepitosamente en tres megastores de esos a los que vas y en los que NUNCA encuentras lo que quieres (me pillaban de paso y no quería volverme sin mi objeto de caza: un ejemplar de Hervir un oso de Miguel Noguera para un regalo), y pasando por delante de la librería Burma, me avine yo a entrar, cegado por las portadas del escaparate. Y, efectivamente, ahí estaba esperándome mi Hervir un oso, que justo acababa de llegar. Casualidades. Benditas. Me pasé media hora charlando con el librero que me mostró algunos de los tesoritos que escondía ahí dentro -especialmente los que pensaba que, dado el comic que acababa de comprar, podrían gustarme y/o interesarme-, que me explicó como le iba la cosa, y que no podía parar de compartir sus últimos descubrimientos comiqueros (como, cuando de chico, viene un amigo a casa y le enseñas tu colección de cromos). Me encantó. La tienda, el trato, la dedicación, la resistencia, y por decirlo claramente: los cojones. Los cojones de abrir una tienda así con tanto mimo y esmero en estas épocas en las que todos los días nos recuerdan que no se venden libros, que estamos en crisis, que esto se va al garete. Volví a mi casa feliz, esperanzado y con la ingenua e impagable sensación de que es posible. Lo que uno quiera. Es.

viernes, 4 de marzo de 2011

THE BRAIN



Hace unas semanas terminé Minuta de un testamento, el libro de memorias de Eduardo Arroyo. Una lectura muy recomendable para todo aquel que sea curioso, plazca de leer o simplemente guste de personajes con peso específico y opiniones contundentes. En el libro, Arroyo hace una loa, entre otras muchas cosas, de las listas. Me reconfortó semejante panegírico al mundo lista. Soy fanático de hacerlas. De todo tipo y clase, y un buen amigo mío siempre me ha recriminado tal costumbre. Dice que los listadores somos gente aburrida y sin imaginación. Yo discrepo en todo punto. Listar según qué y cómo puede llegar a ser un ejercicio de imaginación, de surrealismo, de diversión, de memoria y de risacas de un tamaño considerable. Así pues, y bajo el paraguas intelectual del señor Arroyo y la influencia mental y estética del cómic Hervir un oso de Jonathan Millán y Miguel Noguera (qué grandiosidad de cosa, hacía mucho que no me topaba con algo que me provocara tantas reacciones), me dispongo a hacer la lista de lo que ocupa mi cabeza en las últimas semanas:

* la white trash: The Fighter, Animal Kingdom, Winter’s Bone (como apéndice, las fotos In the american West de Richard Avedon)
* las barbas: esponjosidad, longitud y color (aquí aparece Christian Bale recogiendo el Oscar)
* envejecimiento del varón inglés: por qué y cómo se convierten en sus abuelAs (Elton John, Simon Le Bon, Paul McCartney, Rod Stewart)
* Jordi Hurtado (¿?) versus Jordi Estadella (uno está petrificado en el tiempo; el otro, muerto)
* robo en un sistema cerrado y los precréditos de Hervir un oso
* el VERDADERO éxito de Mark Zuckerberg: conseguir que siendo un feúco blander y cerúleo le interprete en la pantalla un tipo como Jesse Eisenberg
* los llanitos también son xenófobos
* las marcas blancas
* la isla de los famosos versus la isla de los antisemitas
* alcohol y drogaína en cuerpos de celebrities: peligros y riesgos, lugares (también virtuales) a evitar si quieres conservar tu puesto de trabajo (Galliano free)
* las horas de sueño
* sacar dinero, comprar pan, el borrego de la parka: ¿lavadora o tinte?
* secondlove.es, el portal de la infidelidad: seguro, orgulloso e independiente, encuentra tu amante (¿¿??)
* Mad Men y el melonar de Christina Hendricks (comparativa con el de January Jones: volumenes y proporciones)
* La Selva
* el self service/buffet de la cafetería Riofrío
* Enjuto Mojamuto
* Ivana Trump en el Hola! colgando ¡en bikini! ¡¡de un helicóptero!!
* el tupé de Abraham Boba
* los erizos