lunes, 2 de marzo de 2015

BLANCO Y NEGRO

Inopinadamente (no veía el momento de usar esta palabra) he visto tres películas casi seguidas (en realidad la primera la vi hace ya unos meses) de tres décadas distintas que me han dejado absolutamente anonadado, encantado, fulminado, satisfecho, enamorado... Feliz. Y, como soy animalillo de naturaleza compartidora y presumo que vosotros venís aquí a que se os cuente algo, pues procedo a detallaros los datos de dichos filmes:


1. Lonesome, (1928) de Pál Fejös.


No exagero mucho si os digo que es una de las películas más bonitas que vais a poder ver en toda vuestra vida. Retrato de una ciudad funciona también como una preciosísima comedia romántica. Es sencillamente perfecta. Hallazgos visuales en cada plano. Pero el mejor hallazgo es para uno mismo: (re)descubrir el cine mudo y darse cuenta de que el cine sin charletas es otro nivel de experiencia; el hecho de tener que rellenar uno mismo los huecos de información que darían los diálogos hace que los sentidos (los cinco que tenéis los humanoides) estén prestos, dispuestos y afilados. Aconsejo vivamente vencer los prejuicios y hacer la prueba...




2. Vampiresas 1933, (1933) de Mervyn LeRoy.



No voy a cansarme de repetirlo: a quien no le guste el género del musical en el cine (del mundo teatro hablamos otro día, o mejor no) es un auténtico animal, o es que no se ha visto los acojonantes musicales que se han hecho desde los años 30 hasta los 80. Para todos los demás, ved esta película. Es una cosa de máxima belleza, bastante diversión, y, algunas veces, mucho almíbar (¿y qué?); pero aaaaaay tiene unos números musicales increíbles (pocos, no os asustéis, no están todo el rato ni cantando, ni bailando, y los números están siempre justificados: es la historia del montaje de un musical). Placer extremo. Palabra de tapir.




3. La ciudad desnuda, (1948) de Jules Dassin. 



Otra película que como Lonesome parte del retrato de una ciudad, aunque el hilo argumental tiene poco que ver con una comedia romántica. Vedla si os gusta el cine negro, si os chifla Jules Dassin (aprovecho para abrir aquí un paréntesis: Rififi, también de Dassin, del año 55, es un noir imprescindible. La escena en la que están perpetrando el golpe en completo silencio es de esas que te ponen al borde del infarto), si os gusta cualquier cosa que tenga que ver con fotografiar ciudades y sus calles (supuestamente está película está inspirada en el trabajo del fotógrafo Weegee), si veneráis Nueva York, si sois hooligans de este señor (y si no, haceoslo mirar)...

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