martes, 31 de agosto de 2010

EL TIEMPO ES ORO



MIÉRCOLES 25 AGOSTO, 13.15 hs
Conversación mantenida entre una compañera y un servidor:
- Cada vez que escucho 'Sydney Pollack' me entran ganas de llorar.
- A mí me pasa lo mismo, pero también con Patrick Swayze y con Michael Ende...
- ¿Michael Ende está muerto? ¿Estás segura?
- Sí.
- Joder, qué bajón, ¿cómo no me lo dijiste antes?
- ¿Qué? ¿Quince años antes?
- ¿Lleva quince años muerto? Joder...
- Sí, por ahí... Me dio una pena... La historia interminable es uno de esos libros...
- A mí más Momo. De hecho creo que voy a releerlo. Aunque igual me da una bajona...
-No creo, seguro que te parece igual de flipante.
- No, si lo digo más bien por la posibilidad de que yo me haya convertido en uno de esos hombres grises...

Este tipo de conversaciones son las que hacen que mi trabajo resulte, a ratos, bastante molón.


JUEVES 26 DE AGOSTO, 7.45 hs
Me siento en el bus con mi Momo del año 1985.
Reencuentro con la niña Momo y con el niño Nic.
25 años después vuelvo, sí, sí, sí, a fliparlo.


VIERNES 27 DE AGOSTO, 19.50 hs
Me topo con aquello que me fascinó tanto en Momo.
La inquietante presencia de algo que ya de canijo me obsesionó: el tiempo.
Y a mí se me para un poco cuando llego a un párrafo que creo que leí ochenta veces en su momento.
"Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar en ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo.
Hay calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante eas hora.
Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón".


SÁBADO 28 DE AGOSTO, 11:10 hs
He perdido el bus. Me toca esperar casi una hora. No pasa nada. Prisa mata. Tengo tanto tiempo. Abro mi Momo. Otro párrafo me vuelve a dejar del revés: "Nosotros nos ocupamos de que nadie pueda retenernos en la memoria... Sólo mientras nos mantengamos desconocidos podremos hacer nuestro negocio... un negocio difícil, sangrarles el tiempo a los hombres hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo... porque todo el tiempo que ahorran lo pierden... nosotros nos lo quedamos... lo almacenamos... lo necesitamos... lo ansiamos... ¡Ah, no sabéis lo que significa vuestro tiempo!... Pero nosotros lo sabemos y os chupamos hasta la piel... Y necesitamos más... cada vez más... porque nosotros también somos más... cada vez más... cada vez más". Uf. A mi lado se sientan unas señoras. Me llegan retazos de conversación. Tan fascinantes que decido que ese tiempo es suyo. Aparco Momo. Me solazo y escucho. "Las Martínez-Bordiú sí son liberales... Y la Pepi... Y la Juani... Ellas quedan a comer y dejan a sus maridos, a sus parejas, a sus amantes o a lo que sea, solos. Hacen lo que quieren. Eso es ser liberal. Nosotras nos los llevamos a cuestas. Nosotras no somos liberales. No te engañes".
Hoy hace quince años que Michael Ende murió.


DOMINGO 29 DE AGOSTO, 13:00 hs.
Síndrome dominical disparado.
"Ese era otro de los enigmas de Casiopea que hacían que uno se volviera loco si lo pensaba demasiado tiempo".
Un poco más.
"Al principio, apenas se nota. Un día, ya no se tiene ganas de hacer nada. Nada le interesa a uno, se aburre. Y esa desgana no desaparece, sino que aumenta lentamente. Se hace peor de día en día, de semana en semana. Uno se siente cada vez más descontento, más vacío, más insatisfecho con uno mismo y con el mundo. Después desaparece incluso este sentimiento y ya no se siente nada. Uno se vuelve totalmente indiferente y gris, todo el mundo parece extraño y ya no importa nada. Ya no hay ira ni entusiasmo, uno ya no puede alegrarse ni entristecerse, se olvida de reír y llorar. Entonces se ha hecho el frío dentro de uno y ya no se puede querer a nadie. Cuando se ha llegado a este punto, la enfermedad es incurable. Ya no hay retorno. Se corre de un lado a otro con la cara vacía, gris, y se ha vuelto uno igual que los propios hombres grises. Se es uno de ellos. Esta enfermedad se llama aburrimiento mortal".


LUNES 30 DE AGOSTO, 23: 45 hs
"Le he contado todo esto -dijo- como si ya hubiera ocurrido. También hubiera podido contarlo como si fuera a ocurrir en el futuro. Para mí, no hay demasiada diferencia".
Termino Momo.
Absolutamente cegado.
Cuánta luz.
Cuánta lucidez.
Afortunadamente,
definitivamente,
indudablemente,
no soy un hombre gris.

7 comentarios:

dellamorte dijo...

Afortunadamente, no, Tapir. Todavía no te has convertido en ultracuerpo.

Y eso es un bálsamo esta mañana, una de las pocas cosas buenas que me trae la vuelta al curro.

Saludos cordiales

Charleston dijo...

cuando no se puede sino esperar o cuando aparece la querencia hacia la noche. cuando entonces el tiempo se mide en meses. privilegios de vivir en las sombras

Anónimo dijo...

Momo era mi libro favorito de pequeña pero no lo he vuelto de leer. Al leer tu post me he dado cuenta de que debería releerlo. Me han encantado las frases que has elegido. Gracias.

David dijo...

Casiopea....

¿Qué pasa con la gente que dice que trabaja para comprar tiempo? Cuando lo perdieron.

¿Qué pasa con la gente que va rápidorápido y no dedica tiempo a algunas personas porque está buscando otras cosas? (no están mortalmente aburridos).

Menos mal que las tortugas viven más que las personas y alguién puede responderme!! ;-)

el brigadier dijo...

Me acuerdo de un día que mi padre vino y me dijo: Lee este libro.
Me acuerdo de que era verano.
Me acuerdo de que leerlo me llevó casi todo el verano, uno de aquellos larguísimos veranos de la infancia.
Me acuerdo de que estaba editado a dos tintas.
Me acuerdo de que parecía un libro de mayores y, sin embargo, podía entender todo perfectamente.
Me acuerdo muy bien de toda la historia, incluso hoy puedo repetir (y es que nunca los olvidé) los nombres completos del niño y del librero: Bastian Baltasar Bux y Karl Konrad Koreander.
Me acuerdo de leer, a la vuelta de ese verano, Momo y, aunque me gustó, no fue como el primero. No fue aquel deslumbramiento.

Y no es porque fuera yo el iniciado, pero ahora no se me ocurre mejor libro que La Historia Interminable para debutar en esa dudosa categoría que eran los libros de mayores.

Anónimo dijo...

A Sammie Davis Jr Jr le pasó lo mismo con la historia interminable que al brigadier:

Me acuerdo de un día que mi padre vino y me dijo: déjame que te cuente un poco del libro que estoy leyendo.
Me acuerdo de que era verano.
Me acuerdo que me picó la curiosidad.
Me acuerdo de leerlo enuna semana, era la primera vez que leía compulsivamente, uno de aquellos larguísimos veranos de la infancia.
Me acuerdo de que estaba editado a dos tintas.
Me acuerdo de que parecía un libro de mayores y, sin embargo, podía entender todo perfectamente.
Me acuerdo vagamente, tengo flashes de algunos episodios

Como el tapir voy a volver a leerlo de y paso MOMO que entonces se me pasó.

Capitán Ruiditos dijo...

Hablando de libros y de escritores y de tiempo, Saul Bellow, o uno de sus personajes, decía que la gente va tan rápido a todas partes que al final no es que se muera, sino que se estrellan contra sus tumbas...

¡Larga vida lenta a Momo!