viernes, 3 de septiembre de 2010

RIESGOS LABORALES




No conozco a nadie que no deteste a las palomas. A nadie que, cuando se le mencione dicha ave, piense en Alberti, en la paloma de la paz, en Picasso, en La paloma de Süskind o en los besitos que le propinaba Ghost Dog a sus palomas mensajeras. No, la cosa va más bien por lo de ratas del aire.

Y no se me ocurre ningún otro animal de un tamaño ya considerable (los de menos de diez centímetros de longitud están más acostumbrados a ser objeto de odio y/o asco) que despierte tan poca simpatía como la paloma. Por mucho que al durazo de Terry Malloy se le saltaran las lágrimas al ver todas sus queridas tórtolas asesinadas. Pobre Marlon.

Y os preguntaréis dónde pretendo ir a parar. Voy. La cosa empieza un jueves de una tarde cualquiera. Un jueves de esos gloriosos en los que Madrid se me antoja enorme -en sentido figurado- por parecer y comportarse como un pueblo -en sentido literal-. Me explico, que estoy hoy de lo más meándrico. Este jueves me encontré con el Josué en una comida laboral. Nada más verme me preguntó por el Toribio. Decidimos que, una vez terminado el evento, iríamos a picarle la puerta al Toribio. Así lo hicimos. Como si estuviéramos en un pueblo y todo y todos nos moviéramos en cuatro calles. Sonamos el timbre del Tori. A los cinco minutos estábamos tomándonos sendas bebidas alcohólicas en vaso ancho. Ahí, el Toribio, que andaba un poco inquieto, se sinceró y nos confesó el objeto de sus últimos desvelos: las palomas. Eran muchas, se cagaban en su terraza, la ensuciaban, hacían un ruido infernal y ya se habían colado, al más puro estilo Nolan, en sus pesadillas. Admitió que esa misma mañana, en un arrebato de deseperación, había tecleado 'matar palomas' en Google, obteniendo resultados tan dispares como jocosos. A partir de ahí, la conversación giró en torno el exterminio de la pichona. Teorizamos sobre chorros de agua, escopetas de perdigones y palos de escoba. Sugerimos la adquisición de un halcón o de una ave cetrera que acabara con el problema y, ya puestos, diera lustre Scorpions al porte ya de por sí lustroso del Toribio. Barajamos colgar cedés del balcón, cambiar de casa, incendiar el nido. Al cabo de tres horas, el concepto 'matar palomas' era para nosotros algo tan normal y cotidiano como comprar el pan. Cuando se deshizo el triunvirato, el Toribio dijo que se iba a Manuel Riesgo, a ver qué podían hacer con su conflicto. Por supuesto, le acompañé. ¡Cómo no ir a un sitio llamado Manuel Riesgo a hablar sobre cacas de palomas! En la calle Desengaño. Ahí está Manuel Riesgo (no me digáis que no es pura poesía, copla en estado salvaje: el riesgo del desengaño). Una tienda con solera y llena de gente. Uno de esos establecimientos que a mí me ponen loco. Mostrador de mármol y grande. Un buen montón de dependientes (el más veterano, igualito, por cierto al Doctor Spock). Madera por todas partes. Productos imposibles. Y cajoneras de esas largas todas iguales de las que tirar y en las que encontrar recetas fantabulosas. Números como en la carnicería. El nuestro, el 75. Tin tin. Setentaycinco en números rojos. Nuestro turno. 'Hola, ¿en qué puedo ayudarle?' 'Hola, yo es que quería matar palomas'. Ale. A tope. A cascoporro. No tengo palabras para describir la cara de ese infeliz dependiente quien, abriendo los ojos como platos soltó un 'aquí no tenemos nada para matar palomas'. Entre ofendido y horrorizado (creo que, por debajo del mostrador y con el dedo corazón, estaba oprimiendo el botón rojo de PSICÓPATA) repitió 'aquí no tenemos nada para matar palomas'. Algo repuesto, sugirió que quizás Toribio no había querido decir lo que efectivamente había dicho y que, en realidad, tan sólo quería ahuyentar a dichos animales alados. El Tori dijo que por supuesto, que sentía haberse expresado mal. El vendedor nos dio a oler algo asqueroso, tipo alcanfor. Salimos de allí sin producto repelente y con gran vergüenza.

A resultas de esta bizarra experiencia leo algunas cosas espeluznantes sobre asesinos en serie de columbiformes o concursos públicos para matar tórtolas o la llamada 'Operación Paloma' (recomiendo leer los comentarios de la peña, hay algunos desternillantes).

A mí, la verdad es que las palomas siempre me han repugnado, pero es que ya me da como cosica que despierten tanto repelús y sed de exterminio, así que para resarcirlas de este odio sanguinario (y por no insistir con mi enganche Manzanitero), os dejo con estas gratificantes imágenes:

8 comentarios:

Gog dijo...

Jopé, por un momento os he imaginado como un comando terrorista anti-columbiforme suelto por las calles.
Y también a los hermanos de los Happy Mondays en la escena impagable de la matanza de palomas en "24 hours party people".
¡Muerte a las palomas! ¡Cielos libres y terrazas secas!

Miss Amanda Jones dijo...

XDDDDD

Mylodon Darwinii Listai / Milodón dijo...

Coño! No sabía que lo de los cd's era para espantar palomas!!

Katarsis dijo...

Estoy lloraaaaando de la risa con el vídeo!!!!!!!!!!!!!!! Jajajajajajajajjaja

murcielago ramon dijo...

hola Tapir

totalmente de acuerdo contigo. Yo tuve que quitar una que se habia muerto en un canalón (como ser puede ser tan hija puta) y fue asqueroso.esto si que mola:
http://www.youtube.com/watch?v=zwnz9B1xClE

Yo probe de todo. Que si los cd´s, que si pinchos y lo unico que funciona un poco es la sal gorda. Llenas el alfeizar de la ventana de sal gorda y no les debe de molar mucho por que no vuelven.

Charleston dijo...

Ironías o similar aparte, cómo será eso de que la paloma ha sido, es, un símbolo de pureza?. Y aquello de los dos tortolitos?. Aquí hay uno que no las aborrece, me resulta entrañable la estampa del anciano en el parque dándolas miguitas de comer. Entiendo tu punto de vista, me lo hace ver y replanteo el mío muchas mañanas cuando descubro mi coche acribillado por el festín que se han dado las zuritas.

Anónimo dijo...

A mi me gustan las palomas. Me he criado rodeada de ellas, me dan más yuyu las gaviotas. Cuando de pequeña iba al patio a desayunar como cualquier hijo de vecino, a las 11 de la mañana, muchos eran víctimas de esos cazadores natos de tulipán, salchichón y buenas intenciones de acabarse por una vez en la vida el bocadillo.

Anónimo dijo...

A mi tambien me gustan las palomas, incluso tengo una que mi hermano la rescato, se habia caido de su nido siendo un pichon y ahora es mi mascota, es tierno, cariñoso y tiene un muy buen sentido de la orientacion, ya que cuando sale a pasear vuelve siempre a mi casa, me da pena que la gente las deteste, y yo si pienso en la paloma de la paz de Picasso incluso en el el espiritu santo cuando veo alguna, tambien encuentro muy bella la imagen de un anciano o un niño dandoles de comer, me hace pensar que todos deberiamos convivir en paz y en armonia (los seres humanos con el resto de las criaturas)