jueves, 19 de febrero de 2015

EL QUE AVISA...

Hay algunos especímenes en el planeta (entre los cuales me cuento) que gustan de recibir avisos de pisos y trabajos teniendo ya ellos los suyos propios y estando más o menos satisfechos en sus correspondientes niditos de amor/explotación. Las causas de este comportamiento no me interesan demasiado. Simplemente sucede. Y en esas que andaba yo mirando mis pisitos diarios, mis trabajitos cotidianos, cuando en una de las ofertas de empleo me encontré con esto: "Deberá ser capaz de generar empatía y asegurar la comunicación fluida con el resto de los departamentos, flexible y con alta tolerancia a la frustración". Por un momento pensé que era un anuncio de contactos que se había infiltrado entre los salchicheros anuncios de empleo: las exigencias de la oferta son más de pareja estable que de trabajo remunerado... Y deseé muchísimo conocer a la persona que había redactado este anuncio porque pedir a alguien alta tolerancia a la frustración es una gozada. Encierra tantas cosas en una frasecita mínima, así lanzada al azar. Primero supone que el candidato tiene a bien conocerse un poco (quiero decir que uno sabe -y, a veces, ni siquiera- si es egoísta, hijoputilla, paciente o valiente, pero eso son palabras mayores), pero hay toda una serie de cualidades piscológicas adheridas a esa exigencia que suponen un considerable ahorro de tiempo y espacio a la hora de definir el perfil del candidato. Pero mucho mejor aún, es una velada y ventajosísima declaración de intenciones: este trabajo es como el mito de Sísifo, frustración asegurada, ya te avisamos, chato, no se admiten quejas a posteriori. Genialidad absoluta. 

Y si no fuera yo alguien de natural poco envidioso, dos libros que me acabo de leer me habrían producido honda frustración por aquello de contar cosas tan interesantes y tan bien.



Uno es Espejo de sombras de Felicidad Blanc (en el que por cierto he descubierto entre la vida de esta señora y la mía propia espeluznantes puntos de concomitancia). Felicidad era la madre de los Panero y este libro son sus memorias en las que cuenta cosas tremendas con una serenidad y una parsimonia pasmantes. Cuando lo estás leyendo te pasa que quieres escribir como ella y lo intentas, pero no te sale claro, porque aunque parece fácil, no lo es. Hay una frase en la que dice: 'Una tarde me coge de la mano: "¿Sabes? Desde que te he conocido tengo una sensación rara. No te veo joven, te veo con arrugas, ya vieja, paseando por las murallas de Astorga, terminada ya la vida" No ha podido decir nada mejor. Me he enamorado de él'. Nótense las dos últimas frases. No ha podido decir nada mejor. Me he enamorado de él. Siguiente asunto. Bum.




El otro es Las ganas de Santiago Lorenzo, que es un libro que yo, tapir obtuso, que no leo ficción, y menos actual, desde hace una década, he tenido que leer dos veces seguidas de lo que me hinchado a reír, entre otras muchas cosas que te suceden cuando andas inmerso en esta lectura. No voy a contar aquí nada de la historia porque tiene su chicha y a más sopresa, más goce; pero sí diré que está escrito que es una cosa de un placer extremo. Tú vas y lo lees así como con prisas y con nervios (porque pasan cosas en la vida de Benito, el prota, que te interesan mucho y que quieres saber todo el rato, un poco como si de pronto te estuvieran contando la vida de tu vecino al que has visto mil veces pero del que no sabes absolutamente nada de su sarta de aventuras desastrosas y lamentochistosas), pero al mismo tiempo, tú que no eres tonto, percibes lo maravillosamente bien de dios que está escrito y te paras a ratos y te dices 'copón', pero sigues porque verdaderamente no hay fuerza en el mundo que te haga parar. Y entonces, cuando lo acabas te das la segunda ronda, la del paseíllo, la del voy y me fijo en toda la desfilada de palabras que salen. Es otro libro que también te dan ganas de escribir igual, pero que tampoco te sale. Claro.




2 comentarios:

epifanía dijo...

Estar suscrito a pisos y ofertas de empleo asegura mantenerse con los pies en el suelo.

En mi caso, solo estoy suscrita a las ofertas de empleo de mi sector y, sí, corroboro, hay grandes frases. Raro que no hayan hecho un compendio, como los de las respuestas de examen de los niños.

El tapir Nicanor dijo...

Epifanía, se supone que yo también recibo ofertas de mi sector. En la última semana, desde cocinero a fresador, también técnico de no sé qué maquinaria... Debo tener un perfil muy desdibujado...