miércoles, 7 de enero de 2009

SIN ESCRUPULOS, ni falta que les hace


Se la van a cargar. Dirán que este hombre ha vuelto a hacer Snatch, cerdos y diamantes, que la historia es una chorrada, que es un rompecabezas incomprensible y efectista, que su estética propia de un vídeo musical ya huele, que sus trucos visuales son más vicios que otra cosa. Dirán y dirán. Y puede que hasta tenga razón. Pero, ¿y qué? A mí RocknRolla me ha gustado. Es cierto que lo que cuenta es un enjambre farragoso y a ratos absurdo, es cierto que la película pierde fuelle en algunos momentos y es cierto que algún personaje resulta directamente prescindible. Pero ¿y qué? A mí RocknRolla me ha entretenido.
La estética de video clip me subyuga: esa manera en la que las imágenes se encadenan o se cortan, se aceleran o se frenan al capricho de la música; esa forma en la que ellos y ella caminan al compás de los beats; ese modo en el que la sangra salpica según bombean las guitarras. (Y me fascina aún más cómo esta estética se prolonga allende la pantalla, y una vez fuera hete aquí que tú mismo te has convertido en el colmo de lo cool sintiendo por unos minutos que formas parte de esa perfección estética).
El ingenio de los diálogos me pierde: frases que en la vida real uno estaría semanas buscando se dicen aquí con la mayor de las naturalidades, a una velocidad que tu cerebro rechaza por imposible.
Los personajes: tan chulos pero tan torpes, tan seguros pero tan ridículos, tan inmorales pero tan graciosos, tan ambiciosos pero tan chapuceros. Una caricatura irreverente y tramposa, pero efectiva, del gánster.
Por momentos recuerda a Ocean's Eleven, pero entonces vienen los chistes fáciles y los cuelgues yonkarras y parece que estuviéramos antes una versión estilizada de Miedo y asco en Las Vegas, luego empiezan los tiroteos sangrientos, las torturas cómicas y las persecuciones imposibles a ritmo de un atronador britpop y adivinamos ciertos ecos tarantinianos. Y atención porque el señor Ritchie deja caer bien a las claras que habrá segunda parte. Debe ser que ahora que la omnipresente Madonna ya no le quiere, Guy le ha vuelto a coger el tranquillo a eso de disparar.


Nota a pie de página:
Desde que vi hace un par de días Las diabólicas, no dejo de preguntarme como habría sido esta película rodada por Hitchcock.

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