jueves, 6 de agosto de 2009
TÓCALA OTRA VEZ, SAM
¿Acaso se puede ser objetivo con algo o con alguien que le ha proporcionado a uno tantos instantes de placer? ¿Acaso se puede pretender ser crítico con algo o con alguien que es recurrente en tantas cosas tan tuyas? ¿Acaso se puede esperar tomar la distancia adecuada para ser imparcial con algo o con alguien que simplemente te cae rematadamente bien? ¿Acaso se quiere?
Desde ya lo digo: N O
A mí me ocurre y me ocurrirá esto con Evan Dando (ya aparezca acompañado o no de sus cabezas de limón). Guardo recuerdos precisos y preciosos en los que él andaba de por medio. Enfundado en la parte de arriba de un pijama sujetando una guitarra, dándole sentido a algunos ratos de la adolescencia, regresando cada cierto tiempo por obra y gracia de alguna secreta conexión.
Así que no soy yo quien para hablar de Varshons, el nuevo disco -versiones de canciones ajenas- de The Lemonheads.
Y también y porque además, rehacer lo ya hecho es una idea que per se me fascina.
Y también y porque además (bis), siguiendo la teoría de un amigo que afirma que una sola obra maestra basta para salvar el buen nombre de un hombre, la versión del Hey, that's no way to say goodbye de Cohen (cantada por Evan & Liv -Tyler-) derrocha gusto y amor.
Redimido queda Varshons, pues.
Y del resto...
Pues que me parece bien, qué remedio, cómo retoman el I just can't take anymore de Gram Parsons; que me gusta lo que le hacen al Fragile de Wire; que, sí, lo voy a decir, el Beautiful de Linda Perry (el que cantaba Christina Aguilera, ese) en boca del señor Dando me parece un temazo* (a pesar del solito de guitarra, que, en fin...); y que me rindo a su Waiting around to die... y que Yesterlove suena...
Pero casi que me pongo en modo loop...
Y vuelvo a pulsar la tecla de inicio...
¿Acaso se puede ser objetivo con algo o con alguie...
* ¿Caprichos orejiles o la importancia de la interpretación? Sólo descubrí lo bueno que era el hit gallagheriano Wonderwall cuando lo escuché cantado por Ryan Adams. Por primera vez atendí a la letra, y me sorprendí emocionado, atrapado.
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2 comentarios:
Bueno, para compensar la ausencia total de comentarios me voy a explayar. Avisados quedáis.
El local era uno de esos emblemáticos en Madrid de música en vivo. Yo lo conocía de oídas y había intentado entrar un par de veces en el pasado. El puerta nos había tirao patrás sin compasión. Por no ser ni muy guapos ni muy altos. Por ir vestidos de manera corriente. Por no ir acompañados de pibones. Porque nuestros bolsillos eran como transparentes: la china, el bonobús, calderilla, poco más.
Pero ahora tenemos el abracadabra, la contraseña, el contacto. Como Janis, como Lenny, somos feos pero tenemos la música, así que échate a un lao gorila, que vamos a descubrir tu garitamen, que resulta ser una birria. tanta fama, tanta fama y, bajando las escaleras, el recinto es escaso. En un fondo, el escenario:mínimo. En el otro, la barra, donde se aplastan los ar, los periodistas, la gente del negocio. Y entre medias, un espacio vacío, la nada, que es donde nos situamos, cómo no, el Marbella y yo. Esperando, ¿a qué? A qué llegue, ¿quien? Ël, la rockestar de lacia melena, que iba andando en pijama (aun no se había quitado la parte de abajo, tapir) empuñando la rickenbaker (por ejemplo). Se sube a las tablas y empieza. El Marbella y yo nos pegamos al escenario pero la gente del negocio sigue ahí atrás, sorbiendo de sus copas, y sujetando los cigarrillos con la punta de los dedos. es todo un poco ridículo. La rockestar se da cuenta de que le sobra tanto micro, así que lo deja de lado, y sigue cantando a viva voz las canciones de ese disco que debería hacerle famoso, ahora que ya no es tan punki pero sigue siendo condenadamente guapo. Siguiendo el ritual típico de los conciertos, el marbella empieza a hacerse un porro. No se amilana por el contexto, con todos los gerifaltes detrás, y él y yo arrimaos al escenario como dos grupis, con la rockestar delante nuestro.Y yo veo al gorila de l puerta que ha bajado las escaleras, el cabezón de orangutan sobre los brazos cruzados, mirándonos como si le estuvieran agarrando del collar. Y me giro hacia el marbella que tararea into your arms,uhoohooh into your arm mientras se enciende el canuto, y no va la rockstar y se acerca definitivamente a nosotros y se pone a cantarnos la cancion en exclusiva. Alucino. El canuto se ha conetido en una chasca, y el pijama de la rockestar es el uniforme scout. Al final, el Marbella le tiende el canuto y es como si se rompiera l hechizo, porque la rockestar, sin dejar de cantar en ningun momento, insisto, pasa del porro, se echa patrás y sigue a lo suyo.
De ahí en adelante, nada destacable. El epílogo es sabido. La rockestar, a pesar de sus talentos, no triunfó, no fue el nuevo Kurt Kobain. Creo, sin embargo, que aquel disco, el que le debía haber llevao a la fama, sigue siendo perfectamente disfrutable. En cuanto a mí, para la buchaca me llevo aquel instante donde, por una vez, justicia poética,la música puso a cada uno en su lugar. Oh yeah.
Brigadier, yo viví una peripecia similar con distintos nombres y lugares.
El garito molaba, disco famosa de cortinas de terciopelo rojo y cosmopolitans en mano. Los nombres: PJ Harvey y Tricky de telonero. Tricky acababa de sacar su primer ep y ni cristo sabía quién era aquel boxeador sonado que culebreaba entre cuatro abueletes vestidos de smoking que tocaban como los dioses homéricos. A la segunda canción, para el concierto y pide a gritos un porro. Un magnánimo colega se lo acerca mientras al gorila empieza a apretarle el cuello de la camisa. La ley inmutable del buen fumeta (que rule!) no se cumplió. El tío lo despachó en tres caladas sin dejar de boxear con su sombra.
Luego apareció Polly Jean, tacones estratosféricos y bastón dominatrix en mano, pero eso es otra historia...
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