sábado, 10 de enero de 2009
LUGARES QUE YA NO EXISTEN
Alguien tratando de desatarse. Deshacerse de las cuerdas. Escapar.
Unas piernas aleteando bajo el agua intentando salir a la superficie. Llenar los pulmones. Respirar.
Apretar puños y dientes. Golpear el aire. Explotar.
Me vienen imágenes así cada vez que escucho el pulso nervioso de los primeros acordes de Love will tear us apart. Una de las mejores canciones de las últimas décadas. Emocionante. Asfixiante. Desasosegadora. Honesta. El documental Joy Division, de Grant Gee no es nada de todo eso. Salvo lo último: honesto, sincero. Tanto que resulta casi aséptico. Quizá esa era la intención. Huir de lo obvio, de lo casi inevitable. Con tantos ingredientes melodramáticos y novelescos como tenía la historia de la banda; con la figura de Ian Curtis convertido en antihéroe hipnótico, mártir torturado, icono frágil y asustado; habría resultado demasiado fácil caer en un oscuro y masturbatorio romanticismo trágico. Así que quizá sea hasta un acierto. Me quedo con las historietas de un jocoso Tony Wilson en los extras (ahora veo qué poco se parece Steve Coogan al creador de la Factory); me quedo con la mirada traslúcida de Ian Curtis y sus espasmos de muñeco en trance; me quedo con lo que de contemporáneo e impenetrable tienen algunas de las canciones de la banda; me quedo con un Manchester sucio, viejo y asqueroso, núcleo seminal de un puñado de grupos imprescindibles; me quedo con aquello de que gracias a Joy Division se pasó del Fuck you del punk al vulnerable y desnudo I’m fucked, conservando la sencillez y energía de los primeros pero metiéndole un buen chute de valentía: la de expresar emociones complejas en estado puro, sin chaleco antibalas.
Etiquetas:
cine,
factory,
ian curtis,
joy division,
love will tear us apart,
tony wilson
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
me quedé a medias porqué la vi sin subtitulos. A lo mejor por eso me dejé llevar más por las imágenes que por lo que decían los que hablaban. Ayer me pasaron los subtitulos y un dia de estos repito. Desde que la vi escucho shadowplay casi a diario.
Y me han echo recuperar a Galaxie 500, que hacen una version de Ceremony fantástica.
y me he comprado una camiseta con la portada del unknown pleasures
y ...
Aun cuando se considera unánimemente que el final de Joy Division (y el comienzo de la Leyenda) no es otro que la salida al mercado de Love will tear us apart, el hit póstumo más famoso de la Historia de la Música Independiente, para mí el final de Joy Division coincide con el inigualable final del L.P. Closer: 24 hours, the Eternal y Decades, tres canciones obsesionadas por el transcurso de ese Tiempo que lo mismo gira a 33rpm como un cuerpo suspendido del techo, que se detiene como algunos riachuelos en invierno: congelados.
Durante muchos años creí (porque leí, soñé, o imaginé, a veces confundo estos verbos) que Ian Curtis se había suicidado encaramándose, soga al cuello, a un bloque de hielo. Y esperando...
Publicar un comentario