lunes, 3 de agosto de 2009

TESTIMONIOS (III)


Hola. Me llamo Won Kar Wai, Wonka, para los amiguetes. Soy director de cine, bueno, artista, bueno, director, no, CREADOR. Un flipao de las imágenes, vamos. Cuando me pongo detrás de la cámara, veo luces, chorrazos de luces, luces distorsionadas y luces borrosas. Creo, creo, creo. Creo imágenes. Imágenes preciosas, bellas, bellas, Veo cosas que los demás no ven. Ya me lo decían de pequeño: Won Kar VEEEEEEEE. Por eso llevo siempre lupetos ahumados. Para no deslumbrarme. Yo lo que soy es un esteta. Un esteta del lenguaje visual. Y cuento unas historias de esas que te ponen los pelos de punta. Que si Chunkin Espres, que si Japi Tugeder, que si... Unas películas rebonicas con gente torturadilla que hace rarunadas, tontunadas, pero todas muy mágicas, y con mucho significado. Magia, magia, magia. Y mucha atmósfera. Atmósssschfera. Eso es lo que yo creo. Atmossssssferasss. Un día como que me cansé ya. No me se ocurría nada. Won Kar NO VEEEEEEEE. Tenía la chorla hueca de tantas imágenes y tantas y tantas y tantas como había creado. Ser Won Kar Guay es cansino a veces. Voy por la calle y lo veo todo viradico de color o con los pantones esos saturados. Entonces fui y le dije a mi primo: "primo, que estoy acholado perdío ya de crear, crear y crear, hazme una cosa bonica que parezca mía que ya sabes como es lo del arte, que desapareces porque tienen las meninges exprimías y la gente te echa toda la tierraca por encima". Y no va el muy cabrón y se marca In the mood for love. Y todos que si la obra maestra del Wong Kar Gueeeeeeey, que si qué delicia, que si el universo Wonk Kar Superguay en su cúspide... Con lo que la he sudao yo para crearcrearcrear mi universo propio y petarlo de wonkarwainitas... Cabrones... Y yo ahí calladico como una puta. Y me dije pá mis adentros: "sí, listos, pues vais a ver". Y con las sobracas de mi primo me hice 2046, que es lo mismo que In the mood, pero con los retales, o sea un truñazo. A mí es que se me llevaban los demonios. Pues no va a ser mi primo mandarín más que yo. Eso sí que no. Que Won Kar Chupiguay sólo hay uno y soy yo. Luego ya le di al mundo occidental. Mai bluberri naits. Me pillé al Jude, a la Norah y le di un papel bien chorra a la rebuenaza de la Cat Power. Puse cancionacas y un montón de absurdos mágicos, detallicos que se van quedando, y que ya son como marca de la fábricaAAARWAI, ¿no? Y gustó, eh, gustó. Pero me quedé otra vez sin nada en la sesera. Y me dije, "¿pues no soy yo un grande?". Me miré al espejo, y, gustándome, me dije: "a ver Wonkaaaa, ¿no eres tú un grande, un superguayer, un fueraclase, de los que consiguen que la gente se estremezca en sus butacas y se suene el mocarro? Pues claro que sí". Y, seguí yo parloteando conmigo mismo, "¿y qué hacen los grandes, machote?, ¿qué hacen los grandes?" "Hacerse homenajes, hacerse homenajes", dijeron unas voces a mi alrededor (en realidad, dijeron "cascársela, cascársela"). Y pensé: "coño, claro, qué listo, pero qué listo eres, Wonkarguauuuuuu" (porque no os vayáis a creer, las voces eran yo mismo, una proyección de mi egowan). Pues ale a homenajearme. Y cogí así lo que viene a ser mi ópera prima (o casi) y me hice un redux. Como Coppola. Chúpate esa, francisfór. Ashes to time redux se llama el primor. Unas músicas de esas que te ponen los pelicos como escarpias y una foto que, vamos... Que si ralenti (a mí, lo de la cámara lenta es que me pierde, yo veo una escena y digo: "sccccccchhh, un momento, un momento, tós quietos, trae p'acá el mando, a ver, mira qué guapamente queda si lo ponemos así en despacico"), que si grano gordaco gordaco (granaker, lo llamo yo), que si échale ahí unos cubos de pintura que suba bien la cosa, que si chorrazos de agua... Un delirio, vamos. Un empacho de creación. Y venga, y ahora la hermana, que se vaya, y luego unas luchas, y un poco de sangre que el rojo da bien en cámara y con las gotas puedo usar el ralentí. Y luego frases de esas así, que silben, que suenen como proverbios orientales. Que no dicen nada, pero da igual. A mí plín. Porque la imagen ya lo dice tó. Una historia loquísima, que no tiene ni piezucos, ni chola, ni ná. Pero, ¿a quién le hace falta contar algo? A Wonkarweeeeeei, no.

5 comentarios:

Charleston dijo...

en El hombre sin atributos, Musil proponía una voz conciliadora recordando que el mejor remedio
contra la extrema estima de sí mismo es, en el arte, empezar por la base de una actividad febril.
se conoce que este tipo no pudo ir aquel día a clase.
o tal vez tampoco sea para tanto. no lo sé, a ciegas ya que dicho está por parte de uno que ni es cinéfilo ni, por ende, ha seguido al Wai este

La Rata Marcelina dijo...

GRANAAAKEEEER

JAJAJA!

piter dijo...

Pero qué bueno, por favor...

felicidades.

Serafina dijo...

muy bueno, señor tapir, aunque he de reconocer que a mí sí me gusta won kar weeeeeeeeir (aunque reconozco que últimamente está un poco plasta)

Elena dijo...

Texto divertido,esas expresiones tan de Muchachada Nui,tan Joaquin Reyes y compañía,crítico pero conocedor,yo soy mucho de In the mood,será esa imposibilidad de hallarse en el otro,será su sibilina y excesiva belleza,tan esteta el Wonka.Me gusta como escribes,Tapir.Un abrazo porque sí.