viernes, 8 de enero de 2010

LOS PIES EN LA TIERRA...



... y la cabeza en las nubes.

Hace unos años me compré un plato. Normalito. Un Stanton. Y hace esos años clavados que escucho mal los vinilos. Un zumbido extraordinario que empieza a atronar en cuanto le doy voz al tocadiscos. Incesante y pesante. Había intentado miles de cosas a cual más absurda. El runrún persistía. Cómoda, impertinentemente instalado. Y yo, que soy de cabeza gorda, seguía escuchando mis discos, aunque a veces el desconfort me invadía y la desgracia me susurraba que era suyo. Un día, alguien me espetó: 'eso es la impedancia'. Dudo mucho que este alguien supiera qué significaba esto exactamente. Lo dudo básicamente porque cuando enarqué cejas y abrí boca y tragué saliva y conseguí articular un admirado '¿y eso cómo se cura?', la respuesta fue un elegante encogimiento de hombros. La palabra, esa sí, se me quedó flotando. Porque suena bien, porque es bonita y porque consigue el objetivo de impresionar. Ayer, hablando con otro alguien, que también sabe mucho de impedancias y esas cosas, le comenté este problema mío con mi plato, este desencuentro permanente con la aguja y tal, este rumor maleducado y persistente. Me soltó un 'eso es la toma de tierra'. Esto sí lo entendí. Pregunta obligada: '¿cómo lo arreglo?'. 'Pues coges un cablecito que blabla'. Parecía asombrosamente fácil. Y lo fue. Lo fue. Llegué a casa dispuesto a ejercer de MacGyver pero no hizo falta. El asunto se resolvió. Con la gorra. Este tipo de sucesos son los que me hacen confiar. En la vida. En el devenir, así en general. Comprobar que, a veces, trances que llevan supurando una eternidad tienen una resolución tan sencilla como apretar el botón adecuado, meter bien el enchufe o apretar la tuerca justa. Musité esa frase que me repito de cuando en cuando y que me sigue fascinando, cada vez que, oh, aflora mis labios: '¿por qué no lo haría antes?'. Así que, de pronto sí, sí, sí, el ruido incesante y blanco y sordo se había evaporado y el disco giraba y la aguja surcaba y surfeaba y yo era muy feliz. El (re)estreno fue con la caja Radiolarians: The Evolutionary Set, de Medeski, Martin & Wood. Por aquello de hacer las cosas bien: era regalo del de la toma de tierra. Me pareció perfecto. Para la que estaba cayendo. Contra la nieve horizontal. Para quedarse ahí hundido. Atrapado. En lo groovy, en lo raro, en lo brillante. En lo nítido. Qué placer. Ahora esto va a ser un no parar. Del tirón Soulsavers (qué maravilla el Broken, cae tan profundo, tan hondo) y Band of Horses (precioso su Cease to begin, I could sleep, I could sleep). Bienvenidos a la républica del vinilo.

2 comentarios:

carlosmondovega dijo...

Os admiro, en serio, porque a mi me da una pereza el vinilo...

Elena dijo...

"Contra la nieve horizontal".En serio,Tapir mayestático,te leo y te creo.
Ole tu escritura exquisita,así hundido en tu Groovylandia como en pie con el puño alzado.
Eres grande,grande.
Siempre un placer,querido Tenenbaun.