jueves, 8 de octubre de 2009

PEQUEÑECES



Ayer tuve que ir a Correos. A recoger algo. A mandar otro algo. Me encantan las oficinas de Correos. Estaría ahí horas. Viendo la gente desfilar. Mandando. Recibiendo. Lanzando botellas con mensajes. Intercambiándolas. Y cruzándolas.
Para el proceso de envío me toca con una funcionaria mal encarada y mal humorada. Diría que no tiene el día, pero para mí que le pasa lo que a Murray en The Life Aquatic, que lo que no tiene es la década. No me importa su jeto de pasa y su gesto agriado. Yo sonrío.
Para el acto de la recogida, un señor muy amable me atiende. A diferencia de su avinagrada compañera, habla, no ladra. Me tiende un sobre de papel. Creo que le hace ilusión dármelo. O eso me parece. Me sonríe. Yo también.
Lo abro mientras salgo. Me encuentro con El pequeño 1, un precioso libro infantil de Ann & Paul Rand. Qué ganas de llegar a casa. Lo leo del tirón. Un cuentito bien divertido y bien bonito. Luego ya me paro y miro los dibujos despacio. Con atención. Paul Rand, qué grande. Memorizo el nombre y lo repito hasta cansarme. Me pierdo buscando imágenes suyas. Y mientras, pienso en el gesto de amor que supone mandar algo: buscarlo, envolverlo, ir hasta Correos, rellenar el formulario, cerrar el sobre, mirarlo por última vez y dejar que se lo lleven con los demás. Da como cosica. Así que gracias al remitente. El destinatario fue infinitamente feliz.


1 comentario:

Elena dijo...

Qué entrada tan bonita,qué ganas de mandarte cosas y que tú las mandaras,me ha gustado todo el texto,lo que dice y como está dicho.No he leído el libro,pero apetece hacerlo sólo por tus opiniones.
En fín,Tapir,leerte es un placer,tan escaso está el panorama y tú aquí en estas latitudes haciendo amores.
Te mereces un cielo.