lunes, 8 de febrero de 2010
JUANITO CALAMIDAD
Ya he hablado en alguna ocasión de lo mucho que me gusta este tío. Mark Oliver Everett. Eels. Me gusta su pinta: esa barba que ha crecido hasta medio pecho en algún momento, su pelo cortado a cachos, sus gafas de pasta, su pinta de no enterarse de nada o de saber demasiado. Me gustan sus canciones y lo que cuenta en ellas. Me gusta cómo ve las cosas y cómo (me) las dice. Me gusta su visión de la música. Me gusta su actitud de outsider de bajona, pero no tanto. Me gusta que siempre se saque algo nuevo de la manga. Me gusta todo eso. Y ahora, además, me gusta como escribe. Me compré Cosas que los nietos deberían saber. Por el señor E, por la portada, por el título, por la frase de Fresán: "El mejor libro de autoayuda que no intenta ayudar a nadie pero que lo consigue casi sin proponérselo". Me lo compré sabiendo que era triunfo seguro. Y no me equivoqué. Me gusta el modo en que mr. E habla de cuando era niño, de su hermana -qué pobre-, de su madre, de sus tragedias -tantas-, de la música, de sus canciones, de sus novias -tan locas-, de sus giras. Me gusta ese sentido del humor a veces tan negro, a veces tan desesperado. Me gusta su poso de tristeza inevitable. Me gustan sus rayos de luz. Me gusta cómo piensa. Me gusta la ausencia de drama ante el drama total. Me gustan su sinceridad aplastante, su honestidad brutal. Me gusta su cero pose. Me gusta su forma de encajar. Me gusta su hermosa sencillez. Me gusta que me llame dilecto lector. Me gusta que me guste. Una vez más, Mark Oliver Everett, no (me) ha fallado.
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3 comentarios:
Qué carisma, Mr.E! No puede haber hombres así por las noches en los bares de Madrid? (que es cuando y donde yo tengo tiempo para relacionarme)
:-(
¿Cómo podría decírtelo,Mr. T?.
Sencillamente,perfecto.
Sin palabras.
Bellísima entrada.
Suscribo todo lo escrito.
Un abrazísimo con ese poso de irremediable tristeza que no quisiera tener pero tengo.
En una de mis muchas lagunas musicales estaba el bueno de Mark. Cumplido agradecimiento porque este es de los de anotar. Se nota, noto, un alma tanto bregada en adversidades como sobrepuesta a ellas. De las que dejan ciencia eterna y de las que dejan un estar aquí propio. El tono apesadumbrado me da que venía desde la cuna. Aquello de la malquerida tristeza y sus prodigios
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