miércoles, 28 de julio de 2010

EL ARTE DEL PROLEGÓMENO



El otro día alguien colgó en el Facebook una noticia cuyo encabezamiento rezaba: "Elmundo.es publica la reseña de un concierto antes de celebrarse". Y que continuaba: "Con la llegada del verano, los festivales se multiplican a lo largo y ancho de toda la geografía española. Desbordado ante tal avalancha musical, un redactor de elmundo.es ha publicado esta tarde una reseña del concierto que los granadinos Lori Meyers iban a dar ayer sábado a las 21:30 de la noche, en el Low Cost Festival de Benidorm. El texto incluye valoraciones como 'Otra vez, funcionó la comunión público-artista' y enumera algunos de los temas que tocaron..." Siento el coitus interruptus, pero en honor a la verdad, debo admitir que el enlace no funcionaba y hasta ahí, como Mayra, pude leer. Pero no importa. Ya que esto va sobre la falta de rigor y el a priori, mejor empezar dando ejemplo. La primera en la frente.

Y aun así... Aun así, esta información cercenada y a medias no impidió que me quedara hechizado por este modus operandi. Y yo, que soy de naturaleza proclive al experimento (jaja) y que gusto de probar nuevas y emocionantes sensaciones, me he querido lanzar a poner en práctica en mis propias carnes y a tiempo real esta forma de actuar. Prestarme al prejuicio.


El previo:

Lo primero, elegir un objetivo, un tema, un escenario. Tras un arduo y proceloso estudio, después de un sesudo y pormenorizado análisis de pros y de contras, he decidido que el material sobre el que iba a realizar el experimento iba a ser el próximo estreno de la película El equipo A. Como ya digo que la elección está lejos de ser fruto del azar, dejo aquí las principales razones que me han llevado a decantarme por dicho tema:
1. mi conocimiento previo del asunto: una cosa es escribir y juzgar algo que no se ha visto, leído o escuchado; y otra muy distinta, hacerlo sobre algo de lo que no se tiene ni repajolera idea. A la obra se va con casco, y al prejuicio se tira uno si hay eso, un pre al que agarrarse, un previo del que tirar, un tópico al que desangrar. Siendo como había sido El equipo A una de mis series de infancia (mi favorito era, por cierto, Murdock; y recuerdo que mi tío decía que era una gran serie: 'se reparten muchas hostias y siempre sale alguna tía buena'), al menos tenía un referente real y, si me apuran, literario, del que echar mano.
2. la película en cuestión no se estrena hasta este próximo viernes (eso dicen las marquesinas), lo cual le da más emoción al tema (como los magos cuando partían en dos a la chica), y las dosis exactas de verosimilitud que todo experimento científico que se precie requiere. Incluso, puedo prometer y prometo que ni siquiera he visto el tráiler.
3. el hecho de que al lado de mi 'prejuicio amigo' (punto uno) existe un 'prejuicio cabrón' (haber criticado con fruición la elección de Liam Neeson como Hannibal -el personaje que interpretaba George Peppard en la serie y que habría bordado, a mi pre/juicio y pre/parecer el otro George/Clooney-.

Así pues, -inspiro, expiro-, estoy preparado para la prueba. Bajamos escotillas, cerramos compuertas. Condensador de fluzo fluzeando. Comunicación con el exterior interrumpida. El experimento se pone en marcha.


El resultado:

EL EQUIPO A: los planes no siempre salen bien.
En un panorama yermo en el que la imaginación brilla por su ausencia y el riesgo está penalizado, parece que el recuperar, reinventar, rescatar, retomar y recrear es la única opción para seguir produciendo películas de esas que se han dado en llamar 'blockbuster', productos para un público poco exigente que se convierten, sin embargo, en verdaderos taquillazos. Esta vez le ha tocado el turno a El equipo A, aquella -no diré mítica- serie de los ochenta, protagonizada entre otros por George Peppard, Dirk Benedict y Mr. T, en la que se narraban las aventuras de cuatro muchachitos, hombres del ejército que habían sido encarcelados por un delito que no habían cometido y que seguían siendo buscados. Con un casting más que discutible (Liam Neeson no es Hannibal se pongan como se pongan, y el nuevo M.A. es un pálido imitador de aquel Mr. T de cepillo en testa; la inclusión de Bradley Cooper -Resacón en Las Vegas- y de Sharlto Copley -Distrito 9-, sin embargo, no podía ser más adecuada) y con un arranque bastante trepidante, la película va haciendo aguas según pasan los minutos. Las carencias en el guión y la planicie de los personajes son camufladas, sin demasiado éxito, y una y otra vez, por explosiones, fuegos de artificio y amagos de acción cardíaca. Pero ni la historia interesa, ni el ritmo se mantiene, ni -permítanme la broma- sale Anita Obregón. Por mucho que a Hannibal le encante que los planes salgan bien, hay ocasiones en las que es mejor ni intentarlo.

Fin de la prueba. Despresurización de la cabina. Respiro normalmente. Constantes vitales estables.


Las conclusiones:

Nicanor, en calidad de tapir de Indias voluntario y en plena uso de sus facultades, asegura que la experiencia ha sido más que agradable; que una vez pasados los primeros instantes de pánico (lógicos, al opinar desde el más absoluto de los desconocimientos), las neuronas han entrado en una fase similar a la previa al sueño, de relajo infinito y paz con el cosmos; que el estado de beatitud logrado es similar al de un viaje lisérgico o trascendental; y que piensa presentarse como voluntario y someterse a más investigaciones de este tipo siempre y cuando recuerde observar -en el sentido religioso y/o legal del término- una serie de pautas que, de no ser cumplidas a rajatabla, podrían dar al al traste con el experimento y provocar un cortocircuito y daños irreparables en el sujeto estudiado. A saber:
1. criticar siempre a la contra. Destacar los previsibles, presuntos y a priori defectos del tema a tratar. En el arte del prejuicio, no está bien visto el halago. Suena facilón.
2. no entrar en detalles, no aportar datos (lo que se entiende por tal), ni fundamentar nada. Se corre el riesgo de entrar en un callejón sin salida. Mejor moverse en las calmas y cómodas aguas del topicazo. Evitar las trampas mortales que nos tiende el cerebro. Para este punto ha sido determinante constatar la sudoración fría que ha bañado la piel del tapir cuando ha estado a punto de cometer un error fatal: escribir que, afortunadamente, habían conservado la banda sonora original que servía de cabecera a la serie (las conexiones de memoria del tapir han estado susurrándole en loop y durante todo el transcurso del examen el tataratatatata).
3. meter algún chascarrillo irónico o de connaisseur que no dejen lugar a dudas sobre la altura intelectual del firmante. Incluir a su vez un par de datos o de fechas (fácilmente encontrables y contrastables en Google) que den mayor consistencia y enjundia a la opinión.
4. adoptar un tono de superioridad y de seguridad aplastantes. Contundencia es la palabra clave. Desmarcarse de la masa, dejar claro que uno está por encima del bien y del mal. Esto concederá respetabilidad y credibilidad, proporcionará una pátina de brillantez y amedrentará. Todo lo cual ayudará a que quede fuera de discusión la veracidad de lo dicho.

6 comentarios:

Miss Amanda Jones dijo...

Algo así, pero menos elaborado, solté yo ayer a bote pronto con motivo del anuncio del próximo estreno de las Chicas de Oro en versión española...

santiago lorenzo dijo...

Excelso!

murcielago ramon dijo...

joer que pedazo de post...he añadir al comentario de tu tío que el Equipo A tiene las explosiones mas falsas de la historia del "cine": Mi subsconciente tiene grabado el vuelco del jeep del comienzo (cámara cuerpo a tierra). Siempre he pensado que los especialistas del Equipo A eran los becarios. Lo de tía buena por capítulo es una herencia del As.

Katarsis dijo...

Prejuiciar sin trampa ni cartón: insuperable, Tapir.

Mylodon Darwinii Listai / Milodón dijo...

Buenísimo!

El Milodón le dice que es usted un digno sucesor para Carlos Boyero.
Enhoragüena

Charleston dijo...

leo hace un rato el maravilloso post, comienzo esta noche la espuma de los días(Boris Vian). primeras palabras:
"...lo más importante en la vida es emitir juicios a priori sobre todas las cosas. Parece ser, en efecto, que las masas están equivocads y que los individuos siempre tienen razón. Hay que abstenerse de deducir normas de conducta al respecto, pues no necesitan ser formuladas para que alguien las siga..."
bueno, me han puesto un comentario en bandeja y además hago eso de lo del punto con peso y poso intelectualillo. es que...