jueves, 5 de febrero de 2009

CHOQUE GENERACIONAL


Ante todo y para ahorrar tiempo a los que vayan con prisas: podéis pasar directamente a la última línea. Todo lo que hay que saber sobre La clase está ahí.

Y es que no hay nada que se le pueda reprochar a La clase. Es sencillamente perfecta.

Formalmente, es de esas películas que dan una sensación de naturalidad total. Rebosa verdad por los cuatro costados (no sólo por los actores, que no son tales) sino por cómo está rodada. Sin trucos, ni trampas. Una sencillez y una claridad abrumadora cuando se está viendo, pero en realidad minuciosamente montada y rodada (el rodaje se hizo permanentemente con tres cámaras: una grabando siempre el profesor, otra siempre al chaval que llevara el peso de la escena; y una tercera, libre, tomando detalles o rostros que pudieran aportar algo a la escena una vez en la sala de montaje. El resultado de tan complejo proceso es, sin embargo, de una frescura impresionante).

Y lo demás... La clase no pontifica, no juzga, no emite veredictos. Básicamente porque no los hay, ni puede haberlos. Educación y adolescencia son batallas sin fin. Pequeñas victorias, grandes derrotas. No hay buenos, ni malos. No hay vencidos, ni vencedores. No hay mártires, ni verdugos. Nadie gana. Por un lado, está la evidente pérdida de respeto a la 'autoridad', por otro está el problema de la educación. Una educación, que al igual que la industria discográfica, no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y mantiene estructuras absolutamente arcaicas y espantosamente rígidas -incluso en la avanzadísima Francia-. De ahí el título Entre les murs, Entre las paredes (como siempre traducido aquí a la buena de dios). Profesores y alumnos encerrados en un espacio en el que inevitablemente sigue ocurriendo lo de siempre: los profes son los enemigos a batir y los alumnos, los energúmenos a domesticar. Adolescentes con todo revolucionado sintiéndose obligados a permanecer entre cuatro paredes y sin comprender los motivos y sin resignarse. Profesores intentando inculcar algo de la mejor de las maneras, unas veces; perdiendo la paciencia, otras. Los unos. Y los otros. Condenados a no entenderse.

Simplemente hay que verla.

2 comentarios:

La Rata Marcelina dijo...

este post
merece gran discusión
película es de las que generan debate
así que seria me pongo yo

de acuerdo 100% con tus reflexiones,
mas una puntualización:
más que problema 'generacional'
es un problema de relación
entre la infancia-adolescencia
y el mundo de 'el mayor'

eterno problema al fin
de difícil solución
que tradicionalmente se arreglaba
con un simple pescozón

volver el sistema patas arriba
y sacar a los alumnos de 'entre los muros'
sería una solución
eso es lo que están experimentando en inglaterra
(noticias tengo de ratas inglesas
que llevan a sus ratoncillos al 'school')
ejemplos pongo:
para explicar los cambios de estado
y el punto de ebullición
cocinan tartas de chocolate
y se las comen con fruición...

...y la tabla de multiplicar
se aprende marchando
porque al andar se hace camino
y uno se divierte un rato

ejemplos simples y tontos
que salen muy baratos
y que son más divertidos
que el rollo de estar sentado

(odié el colegio siempre
es una cárcel el patio
lo recuerdo con claustrofobia
se me encoge el rabo un rato)

Serafina dijo...

Tapir, bórreme el de arriba y corregiré la falta.
Sólo diré que viendo la película me retrotraje a los 15, olor a sobacos en el aula, y la sensación de que todo podía estallar en cualquier momento (tizazo del profesor, barbaridad de alguien, lágrimas de otra profesora, expulsión de algún alumno,..., y eso que no había ningún cóctel explosivo de culturas y procedencias como en la película. Creo que era la hormona, al fin y al cabo.