miércoles, 27 de mayo de 2009
LA TORRE DE BABEL
Dice Umberto Eco en su introducción a 'Decir casi lo mismo': "Alguien podrá observar que, aun dirigiéndose a un público no estrictamente especializado, estas páginas parecen pedirle mucho al lector, dado que están sembradas de ejemplos en, por lo menos, seis lenguas (...). Éste es un libro sobre la traducción y, por consiguiente, se supone que el que lo abra sabe lo que le espera".
Yo añado otras dos premisas a la lectura:
1. Estar dispuesto a saltarse párrafos, incluso páginas (muchas) sin sentirse culpable. Tan ricamente.
2. Estar dispuesto a no entender muchas cosas, a quedarse in albis en más de una ocasión (y de dos y de tres). Tan ricamente.
Hechas todas estas salvedades, 'Decir casi lo mismo' es un libro altamente disfrutable (más para amantes de la semiótica y más aún para los coleccionistas de vocablos imposibles: hiperuranio, lútea, logorreico, icástico...). Incluso, por momentos, divertido (algunos ejemplos y, sobre todo, el capítulo dedicado a los 'experimentos' en Babel Fish son tronchantes). Siempre me fascinó el oficio de traductor. Esa búsqueda quimérica, ese empeño titánico por dar con la expresión correcta. Ese denodado afán por trasladar a otro idioma tratando de conservar el ritmo, la esencia, el significado y el olor. Esa generosidad de ponerlo todo al servicio de una obra que no es tuya. Una paciente y delicada labor de orfebre colocando piececitas, poniendo una, para luego quitarla, para probar con otra. Un esforzado trabajo de arqueólogo que rebusca en las tripas de un texto para desentrañar el secreto, sacarle lustre y devolverlo igual pero diferente. Un amor desmedido por las palabras. Negociar con tesón con el texto una y otra vez hasta lograr decir casi lo mismo. Casi. Sin enriquecerlo, sin intervenir, sin explicar más allá de lo que el original marca. Contenerse, abstenerse, desdibujarse, borrarse, mantenerse en un discreto segundo plano.
Nota a pie de página:
Eco ilustra su teoría sobre la refundición radical en la traducción con lo que supone verter a otra lengua 'Ejercicios de estilo' de Queneau. Le he vuelto a echar un vistazo y me ha vuelto a parecer sublime. Recomiendo.
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1 comentario:
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Si es que la semiótica asusta al más pintado...
Queneau me ha hecho recordar a Zazie en el metro. Gracias.
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