
He tardado un poco bastante en comprarme El manifiesto desastre.
Y me ha pasado lo de siempre: que me he dejado abducir por el señor Vegas.
He sacado sus discos y los he vuelto a escuchar todos.
Desde el primero hasta el último.
Iba a hablar del fenómeno Vegas, de las filias y las fobias que provoca.
Pero me parece inútil.
Por inexplicable.
Y porque puedo llegar a entender ambas.
Así que ahí va algo más práctico.
Poco más, muy poco más.
El otro día un amigo me pidió que le hiciera un disco con lo mejor de Vegas.
Me ha costado reducir la cosa a tan sólo veinte canciones.
Por lo prolífico de Vegas.
Por lo indeciso de Nicanor.
Se han quedado fuera algunas grandes, grandes.
Pero ahí está mi Nacho Vegas: The 20 Best Songs.
Todas significan o han significado algo en algún momento.
Sí, tan discutibles como mías.
Seronda:
La primera del Actos Inexplicables (mira que me gusta este disco). Me reduce a la nada. Tan vulnerable, tan quebradiza.
El angel Simón:
Una de esas películas con su principio y con su final, bien tristes y bien sentidas que Nacho cuenta tan bien.
Noches Árticas:
Mantra lisérgico. Anocheceres atrapado. Ahí. Debería durar quince minutos más. Por no tener que bajar, ni salir, ni regresar.
La Plaza de la Soledá:
"¿Quién me habrá robado el sol que hoy no siento su calor y las ropas que cubrían mi piel han tornado desnudez?"
En La Sed Mortal:
Inmensa canción río. Te lleva. Frases para la eternidad. "Perdón por mis pies siempre fríos, por la noche pasada, y por la otra, y por aquella también".
El Salitre:
La he debido escuchar una y mil veces. Y siempre me resulta igual de emocionante. Me suena a himno. Cómo entra el estribillo... "Llegando aquí, ¿qué más nos puede pasar?"
Etcétera:
"Nadie a quien amar es nadie a quien dañar. Etcétera. Morirme de sed, más por una vez, nadie muere a mi lado".
Cancion De Palacio #7:
Creo que sigue siendo mi favorita de este tipo. La delicadeza, los silencios, la voz tan pegada, las pausas, el silabeo...
En La Ardiente Oscuridad:
Baile pegajoso, obsesivo, adictivo, sucio y oscuro. Una bajada a los infiernos. Cerrar los ojos y dejarse hacer. Destila emociones primarias.
El hombre que casi conoció a Michi Panero:
Temazo indiscutible. Vegas 100%. Empieza lastimera y prosigue juguetona, rítmica, pegadiza. Letra sublime, arreglos precisos.
Cerca del cielo (Canción de Juanito Oiarzábal):
Preciosa canción. De ponerte los pelillos cual escarpias. "Ved lo que soy y que el resto no es más que guijarros que caen al vacío".
Ocho y medio:
Demoledora. Una de las canciones de desamor más tristes que he escuchado en mi vida. Un día se la puse a un amigo que nada sabía de Vegas. Lloró.
Autoayuda:
Muy Cohen. Muy hija de puta. "Tal vez no sea hoy, ni mañana, ni al otro, pero bien lo verás, todos un día te olvidarán". Implacable. "Dime, ¿aprenderás a vivir algún día contigo mismo?"
La noche más larga del año:
Extraña y cómoda paz, rara y sospechosa armonía, confortable y contenido malditismo, dulce y asumida derrota.
Días extraños:
Perfecta. Se desliza. Avanza, retrocede, va y viene. Y tú con ella. Y se queda ahí. "Hay días en que valdría más no salir de la cama".
El cazador:
Saqueo a Dylan en toda regla. Glorioso atraco. Enorme como suelta algunos monosílabos. Disparos perfectamente rítmicos.
Va a empezar a llover:
Dejes de la Velvet. Brutal. La épica del estribillo.
Dry Martini SA:
Obra maestra. Un estribillo imposible de sacarse de la cabeza. Cada vez que alguien dice "qué mal", yo canturreo: "Pero qué mal (Nacho, has vuelto a hacerlo mal) muy mal (lo hiciste mal)". Y lo hermoso de: "El aire, el aire. Quererte es intentar atrapar con la manos el aire, el aire".
Detener el tiempo:
Letra en estado de gracia. "No me convenció y fui hasta el reloj de la pared. Si no le doy cuerda, entiendo, lograré parar el tiempo. Se lo comenté a mi hermano y, él mirándome, ¿para qué? me dijo, ¿para qué?".
Crujidos:
La última en conquistarme. "Día uno en pie, comienzo a andar, he de aguantar, lo puedo hacer. El día dos avanza hasta el final y llega el día tres, lo vuelvo a estropear. Así que vuelta a empezar".
