viernes, 9 de julio de 2010

REY POR UN DÍA



Hoy quiero expresar un anhelo, un compromiso, un reto. Hoy quiero anunciar el firme juramento de volcarme -si se me presentara o presentase la ocasión- con la selección como lo hacen los reyes. Y me daría igual que la cosa fuera fútbol, baloncesto, waterpolo, petanca o el equipo de la Davis. Yo me volcaría cual volquete hidraúlico. Haría de ello un deber y una obligación. Desempeñaría mi rol con ahínco, ganas y tesón. Iría no sólo a la final, sino también a las primeras rondas. Me vestiría de rojo si la ocasión lo requiriera (o llegaría, incluso, a ponerme unos pantalones gualdas a la Marichalar si el dress code así me lo exigiera). Levantaría los puñitos en señal de victoria o los apretaría muy fuerte en signo inequívoco de gran agitación y nerviosismo -de generosa e infinita entrega dirían incluso los periódicos-. Me sentaría al lado de Henry Kissinger (otro muerto que está muy vivo). Usaría mi don de lenguas para departir amistosamente con jefes de estado, monarcas, presidentes de organismos en general y de fundaciones en particular. Iría a los vestuarios a saludar a los jugadores y a felicitarlos por llevar mi, su, nuestro, país tan arriba. Me acomodaría en el palco de honor con donaire y soltura, como si llevara haciéndolo toda una vida, como si fuera a estar haciéndolo otra más. Me desplazaría donde hiciera falta. Cogería el primer avión privado que se encartara o tuvieran a bien asignarme rumbo al rincón más alejado del planeta. Me asesoraría sobre las costumbres locales. Y hasta aprendería a tocar la vuvuzela en caso de imperativo legal. También haría un cursillo acelerado sobre dar apretones de manos (ni muy blandos, ni demasiado enérgicos). Besaría al pulpo Paul si con ello ayudara a la victoria. Sabría cuál es mi mejor perfil y me dejaría retratar y titular sin rechistar. No perdería los papeles. Me alegraría del triunfo de nuestros muchachos, pero sin exagerar: nada de aplaudir los errores del contricante. Los animaría (a los chavales) en caso de derrota con frases tipo 'el fútbol es así', 'has jugado tu mejor tenis' o 'nos ha faltado rematar'; espetadas todas con aplomo monárquico y cariño real. Me mostraría accesible y humano con los jugadores; apasionado durante el partido. No me levantaría salvo en caso de gol, triple o ace. Y sólo iría al baño en caso de extrema necesidad y en los descansos. Porfi, porfi, porfi, yo también me quiero volcar. Aunque sea sólo un ratito.

4 comentarios:

David dijo...

Lo siento Tapir, no te han señalado los dioses, ni tienes sangre azul. No sé quien te ha metido en la cabeza esa estupidez de que tú podrías hacer lo mismo. En el fondo es un poco impertinente tu deseo. Tu sangre es roja, y te mueves por pasiones diferentes, nunca tan altas cómo la de estos animales sublimes, últimos vestigios de esos tiempos mejores dónde todo el mundo sabía cual era su lugar.

En fin me estomaga tu post, y asociandólo a otro anterior, y como diría mi padre en esas frases eufemísticas a las que te refieres sin ninguna clase de respeto...los bribones (IV o V) me dan ganas de hacer del cuerpo.

David

Paquito Biurrún Estapé dijo...

Venga, David, aupa. Que seguro que eres un buen chico.

Mylodon Darwinii Listai / Milodón dijo...

Yo quiero ser Sara Carbonero, la nueva princesa del pueblo! Qué beso pordiolaaaa!!!!

epifanía dijo...

es un tapir, este, de buena casta. alimento de caduveos, pero real al fin y al cabo.