martes, 26 de mayo de 2009

AYAYAY


Después de contrastar más de una decena de opiniones asegurándome todas y cada una de ellas que no me iba a dar miedo (no es que sea de naturaleza desconfiada, es más bien que mi cobardía en materia de cine de terror no tiene nombre) y de comprobar que la cartelera lucía cual páramo, me decidí a hacerlo. Fui a ver Déjame entrar. Reconozco que me temblaban las rodillas y que pensé en colgarme una ristra de ajos en torno al cuello. Pero ya no había forma de echarse atrás sin parecer una gallina cagueta. En la primera secuencia ya lamenté mi arrojo. Nieve blanca, sangre roja goteando, un perro mirando. Todo muy quieto, todo muy frío, todo muy hermoso. Terrorífico por su inmovilidad y por su oscura belleza. Una de esas imágenes que, como en muchos de los cuentos infantiles de Perrault & Co, se quedan pinchaditas en la retina para volver cuando menos conviene. Ay. Maldije mi suerte. Renegué de mi fugaz valor. Pero ya no podía irme. Ya estaba atrapado. Porque Déjame entrar es cruelmente hermosa, cruelmente romántica, cruelmente poética, cruelmente sensible, cruelmente adolescente, cruelmente triste, cruelmente inocente. O hermosamente cruel. O poéticamente cruel. Tanto da. Una vez más, el orden de los factores no afecta el resultado. Un cuento de hadas extremo. Déjame entrar inquieta y mucho (a pesar de las diez personas de la primera línea), pero es tan bonita, tan delicada, que uno no puede apartar la vista (hay, sí, tres o cuatro cosas que se podían haber ahorrado, por lo innecesario, porque rompen con el tono y destrozan la magia -como ocurría con la escena del feto en 4 meses, 3 semanas y 2 días-). Inquieta y se queda. Por lo obvio, pero también por como retrata todo lo demás: el rechazo, la diferencia, el amor, el sacrificio, lo absoluto, lo imposible, la inocencia. Se queda uno volado. En otro espacio y en otro tiempo. Caminando un poco sin rumbo. Con el frío sueco metiéndose dentro, instalándose en medio de la calurosa primavera madrileña. Y, después, a punto de dejarme vencer por el sueño, damn it, se me despiertan todas las pesadillas infantiles y todos los terrores nocturnos que duermen escondidos bajo la cama hasta que dejan de hacerlo. Ay. Y me vuelvo a acordar de las diez opiniones aquellas. Ay.

8 comentarios:

piter dijo...

Joder, volvemos a coincidir amigo! jejejejeje...

Me encantó la fotografía y esa estética sesentera, tan del norte de Europa...

Y por supuesto la temática. Me trago todas las pelis de vampiros sean buenas o malas.

Tienes razón con que estamos amargando al personal!! jejejeje. Otro día una lista con discos de subidón.

Un abrazo!

Charleston dijo...

dan ganas de ir a por entradas. si se acerca a mares congelados, a desiertos helados, ha de ser bella. bella en su calidez fría tal vez?

dellamorte dijo...

Maravillosa película con una escena (la de la piscina) ANTOLOGICA. No sé cómo el tapir no ha comentado nada sobre ella. Quizás por su proverbial discreción a la hora de glosar una peli sin caer en el spoiler. O quizás porque, como mi acompañante, se tapó los ojos en tan crucial momento. Pocos gestos se me ocurren tan cinematográficos como alguien tapándose los ojos para no ver lo que le espeluzna, y abriendo lentamente los dedos para regresar a lo que le fascina (pienso en la niña que encarnaba Ana Torrent en El espíritu de la Colmena, y en el homenaje que hizo Amenábar a aquella mirada, años después, en Tesis, con la misma actriz).

dot dijo...

querido tapir, su miedo hizo que retrasara el visionado de este film. no más me acerqué al cine hace un par de días y disfruté tanto como usted.
de acuerdo con dellamorte, pero más bien por esa sensación de satisfacción cruel: que paguen por sus pecados, cabrones!!! miedo me daba que siendo una peli sensible nos dejaran con las ganas de la venganza! que les coooorten la cabeza! un puntito de maldad.

El tapir Nicanor dijo...

sí, dot, pero ¿no es mejor ir prevenido?
seguro que te pareció que el tapir era un exagerado
pero imagina ir tan pichis y encontrarte según qué escenas
ay, me tiembla el morro sólo de recordarlo
pero qué bonita
qué disfrute
vaya usted a ver verano de ferragosto
que sale roma
una ciudad en la que fuimos felices años ha

Hans dijo...

Gran 'flin' (sic) éste, sips. No me gustan mucho las pelis de miedo, pero fui a verla básicamente por mi hija, que es muy 'fans' (sic) de semejantes productos y que se había leido la novela.
El topo-ambiente escandinavo, como ya he dicho tantas veces, me parece una efectivo incentivo del suicidio. Todo tan blanco y tan pulcro, tan poco sol.
Eso sí, la peli tiene una cosa tan sugerente como poco comentada, y es la ambientación: purititos ochenta, esos jerseys repegaos de tonos imposibles de azul claro-marrón. Comentario aparte merece la temperatura: es evidente que los nórdicos tienen escachao el termostato: eso de ir apenas en camiseta por la nieve (y no hablo de la niña de 12/1000 años) no lo acabo de ver.
A mí me gustó, ciertamente.

Hans dijo...

La palabra de verificación: dingston. ¿cómo se llamaba el dinosaurio doméstico de los Picapiedras? Ah, dudas matutinas...

Hans dijo...

Juerl, tercer comentario porque se me había olvidado: Píter, yo creo que son los primeros 80, más que los 60