viernes, 20 de noviembre de 2009

"¡SERÉ DALÍ, SERÉ DALÍ!"


Mi primer recuerdo de Dalí se remonta a mi más tierna infancia. Mis padres, de vuelta de un viaje a Figueres, dejaron en las estanterías un libro del artista en cuestión. Lo hojeé con curiosidad y se me quedaron grabados unos dibujos en los que aparecían mujeres de cuyos coños salían moscas. Sentí una repugnancia terrorífica. (Debo abrir aquí un paréntesis: no he podido resistir la tentación de rebuscar el libro y de comprobar que, efectivamente, esas ilustraciones estaban ahí: existían, sí, pero mi imaginación de churumbel las había amplificado y deformado: ni eran tantas, ni eran para tanto). Después de eso, muchos años después, estuve en el museo de Dalí en Figueres y me hizo gracia, y su casa de Cadaquès me dio envidia. Hasta ahí, mi relación con Dalí. Su obra nunca me ha suscitado nada. Sus relojes blandos y deshechos, sus cuerpos delincuescentes, sus innumerables galas, sus paranoias oníricas, sus animales mitológicos... Ni fu, ni fa.


Pero el otro día, echándole un vistazo a Diario de un genio de Salvador Dalí, quedé cautivado. Ya la nota aclaratoria del autor es de hacer la ola ("Soy el auténtico genio de los tiempos modernos"). Y nuestro prota de hoy entra en materia explicando que se ha calzado unos zapatos de charol que le aprietan considerable y dolorosamente para poder escribir de la mejor de las maneras posibles, sacando todo ese genio que sólo él poseía y para el que "los regímenes democráticos aún no están preparados". A partir de ahí, un no parar. Un diario escrito a su propia gloria. Una colección impagable de diatribas y digresiones grandilocuentes, masoquistas, apoteósicas, irónicas, arrogantes, lapidarias, lúcidas, extravagantes, insolentes, inteligentes, enloquecidas, absurdas, ridículas, hilarantes, perversas, deslumbrantes, brillantes, superlativas, desmedidas, surrealistas, egomaníacas, soberbias, ostentosas, escatológicas, delirantes, y sí, geniales (siento el arrebato adjetivador, me contagié momentáneamente de la prosa florida y prolija del señor Dalí). Sus tronchantes teorías sobre los bigotes, sus estudios sobre el arte de defecar y el de tirarse pedos (sus detalladas descripciones de las cacas dalinianas están, en ocasiones, próximas a provocar el vómito), sus irreverentes recuerdos de Lorca (¡olé!), la comparación entre la agudeza de su espíritu paranoico y la inutilidad de ese neurótico deprimido llamado Proust, su fijación por las luctuosas y femeninas caderas de Hitler, su obsesión por rinocerontes, moscas y elefantes, el primer cuento que escribió con siete años (un niño recoge una estrella fugaz, la aprisiona en un vaso puesto del revés, y al día siguiente, un gusano ha roído la estrella), sus reflexiones sobre la Gioconda, la convicción absoluta de su genialidad irrepetible, los delirios de grandeza de un tipo que se sabía radical e indiscutiblemente superior y distinto, sus elucubraciones sobre cómo él fue el responsable de la derrota de Hitler, la "erección intelectual permanente" de un visionario adelantado a todo y a todos, sus consejos para triunfar ("Debes ser esnob"), sus críticas afiladas y corrosivas contra todo arte, la certeza sobre su divinidad inmortal ("No puedo permitirme la broma de morirme. Ni siquiera de muy viejo"), la seguridad de estar llamado a una vida heroica y destinado a una misión redentora ("Salvar la pintura moderna de la pereza y del caos"), su fe ciega en la religión del dalinismo ("Todo me estaba permitido por llamarme Salvador Dalí"), su empeño tenaz en convertirse en Dalí.

Una de mis partes favoritas, la dedicada a sus proyectos cinematográficos (La carretilla de carne). Enorme. De reír y no parar. Su tabla comparativa de Picasso, Manet, Rafael, Velázquez y unos cuantos más, también es de traca traquísima. Y, todo en serio que te cagas. ¿O no? "¡Nunca en mi vida he gastado una broma!"
De lo mejor que he leído últimamente. Buenisíííísimo. Poderosa escritura para potentes imágenes. Lo he devorado con glotonería. 350 páginas que me han durado tres días. Queda rumiarlo.


Notas a pie de página:

Tengo que desarrollar esta teoría, pero para mí que, en cierto(s) sentido(s), Dalí fue el precursor de Jacko.

Y, ayer, me invitaron al Madrid-Joventut (agradecido y emocionado) y qué grande, qué grande, qué grande pero qué grande es Llul. Impresionante de verdad. Ni que jugar tuvo Bullock...

6 comentarios:

Charleston dijo...

la persona y el personaje. papel público con medida astuta, atención atraída excéntricamente más semicubierta intimidad.
no tan independiente astucia sigue presente, arropando al mejor postor
tan empapado el método paranoico previo a donde termina la frontera, imposibles asociaciones suyas aquí y allá.
emergida megalomanía acaso de sus dudosas pequeñeces, vieja verdad. y si así la sugerencia onírica dentro de la conciencia de genio surge, ahí queda

El conejo blanco dijo...

Excéntrico y concéntrico!

Salvo en lo de Proust, comparto su entusiasmo.

El tapir Nicanor dijo...

lo de la inutilidad de proust lo dice dalí
no comparto yo para nada esta opinión
que conste en acta...

Deprisa dijo...

Una ventana a la genial y excéntrica mente de Dalí. Tendré que leerlo.

La Rata Marcelina dijo...

el diario de juventud de dalí
-y lo que digo no es baladí-
es lo mejor que hizo en su vida

el zurdo dijo...

Por si no lo conoces, te linkeo al pack shadowliner sobre don Salva,