miércoles, 3 de marzo de 2010

L'AIR DU TEMPS



EL PASEANTE

Fue en agosto de 2001. Un muy buen amigo me regaló El paseo de Robert Walser. "Al tapir, con quien, a veces, paseo". Eso decía la dedicatoria. Recuerdo un remanso de paz inundándome con la lectura de este libro que no cuenta nada y habla de todo. Una serenidad inaudita: aquel verano se amontona en mi biografía como un episodio truculento, infernal. Lleno de agujeros negros. Descubrí el placer de leer despacio, de paladear, de saborear, de detenerse una y mil veces en la misma frase. Cegado de tanta belleza. Fulminado por tanta hermosura. Poco después, ese mismo amigo me regaló Jakob von Gunten y volví a maravillarme ante tamaña perfección. No me acerqué mucho más a Walser. Como los yonquis avariciosos, preferí guardarme dosis para casos de extrema necesidad. Saber que había más, algo más, y que podía volver. No quería acabarlo. Ahora, recién terminada La rosa. Aún gozosamente emocionado. Otra vez ese ritmo walseriano, no cabe otro adjetivo. Otra vez esas sentencias magistrales. Otra vez l'air du temps. Otra vez ese aplomo. Otra vez ese universo cotidiano pero único, reconfortante pero doloroso, trivial pero íntimo. Otra vez lectura en estado puro.


VANITAS VANITATIS

¡Qué morboso placer produce verse a través de los ojos de otro! Y si es a través de los ojos de otro que te han mirado o visto en las palabras de un tercero, el morboso placer se torna fetichista orgasmo. Llámenlo curiosidad, díganme vanidoso, pero no puedo sustraerme a la llamada imperiosa y urgente que me provoca un "me he leído tal y me he acordado de ti" o "tal personaje de tal película es clavadito a ti" o "es como si te hubieran escrito tal canción". En el momento en que la fórmula mágica es pronunciada, la codicia se apodera de mí, y mi carácter de lo común poco obsesivo y caprichoso se torna febril y ansioso. No lo puedo evitar. Es más fuerte que yo. Sólo vivo en y por. La pesquisa del libro, la película o el disco. Tengo que leerlo, verla, escucharlo. Tenerlo. Un sabueso en busca de pistas. Un detective rastreándose a sí mismo. A la caza de indicios. Mi último arrebato de fisgonería me ha llevado a La rosa. El precio de mi insaciable voracidad fue recorrerme cinco librerías. Justo castigo. Fracaso absoluto. Hasta que, por fin, en la sexta -La Central del Reina- lo encontré. Un solo ejemplar. Sucio y polvoriento. Lo abracé cual Gollum. Mi tesoro.

13 comentarios:

epifanía dijo...

me apunto la recomendación.
dejaré las carreras por la ciudad para pasear por algun libro.

los juegos de espejos son divertidos siempre que uno no se los tome muy en serio. aún me asusto un poco cuando me veo de perfil o el cogote. ¿esa soy yo?

el brigadier dijo...

llevo un tiempo leyendo, en tonos que van de la chanza despiadada al análisis sesuso y argumentado, diversas opiniones que recriminan al escritor barcelonés Enrique Vila-Matas, la apropiación literaria que éste hace del escritor suizo Robert Walser.

Pienso que hay algo de razón en sus reproches, especialmente en lo que a la muerte de Walser, tantas veces recreada por V-M, se refiere. Robert Walser murió una mañana de Navidad, mientras paseaba por los alrededores del manicomio de Herisau, su hogar durante sus últimos 30 años.

Y, a pesar de eso, no puedo de dejar de agradecer infinito a V-M haberme descubierto a Walser, un hombre grande que escribía con letra diminuta. A Walser el subordinado, el humilde, el apóstol del segundo plano. A Walser el loco, a Walser escritor de escritores. A Walser el paseante, una oscura figura tendida sobre la nieve, copos cayendo sobre ella.

¿Qué quieren que les diga? Vila-Matas me cae de puta madre.

Precioso y delicado post, tapir. Me despido con el Jakob Von Gunten, que comienza así:

"Aquí se aprende muy poco, falta personal docente y nosotros, los muchachos del Instituto Benjamenta, jamás llegaremos a nada, es decir que el día de mañana seremos todos gente muy modesta y subordinada. La enseñanza que nos imparten consiste básicamente en inculcarnos paciencia y obediencia, dos cualidades que prometen escaso o ningún éxito. Éxitos interiores, eso sí. Pero ¿qué ventaja se obtiene de ellos? ¿A quién dan de comer las conquistas interiores?"

el cónsul honorario dijo...

¿Y a mí que "Jakob Von Gunten" me pareció un remedo no demasiado interesante de "El joven Törless", publicada tres años antes? ¿Y que, en la misma línea y aunque posterior, me gustó mucho más "Los monederos falsos"?

Había olvidado a Walser, pero leyendo este muy bello post del tapir y lo que dice el brigadier, supongo que tendré que darle otra oportunidad (nunca es demasiado tarde).

Capitán Ruiditos dijo...

Hola Tapir,

yo también paseé, con alguien, a veces.

A las recomendaciones me permito añadir el lindo "Los cuadernos de Fritz Kocher", que es grande en su pequeñez, y profundo en su delicadeza.

a sus pies,
Capitán Ruiditos

El tapir Nicanor dijo...

los monederos falsos me entusiasmaron

al joven torless lo dejé a medias del sopor

y vila-matas, a mí también me cae bien, aunque sea sólo por haber escrito una oda a uno de mis héroes

apuntado queda fritz kocher

el cónsul honorario dijo...

Otra novela que empieza donde Von Gunten y Törless para ir luego al infinito y más allá: "Ferdydurke". ¡Qué enorme, Gombrowicz!

El conejo blanco dijo...

Infinitamente de acuerdo con el Cónsul.
He descubierto a Witold Gombrovicz recientemente y todavía no me he recuperado de la lectura de "Cosmos".
Ferdydurke aún me está esperando.

tapir, se te olvidó "los hermanos Tanner". Mi favorito de Walser.

El tapir Nicanor dijo...

me apunto también a Gombrovicz

pero, Conejo, no olvidé a los Hermanos, es que no los leí...
ya te digo que tengo un carné de racionamiento walseriano...

el cónsul honorario dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
el cónsul honorario dijo...

A sumar "Cosmos" a mi reencuentro con Walser, Conejo. No lo he leído aún, pero además de "Ferdydurke" le recomiendo "Pornografía", el tratado más refinado que este diplomático ha leído sobre la sensualidad y la fascinación por la juventud.

Gombrowicz, como Walser, supongo, es un pozo sin fondo y crea adicción.

Charleston dijo...

Brigadier, las conquistas interiores no dan de comer. Cierto, no voy a ser yo quien lo niegue. Y a quién le gusta estar gordo en vez de volar?

el brigadier dijo...

Desde tiempos ancestrales, místicos de diversas culturas (como los derviches) empleaban el ayuno como medio para conseguir la iluminación (la explicación a niveles bioquímicos es un aumento de los niveles de serotonina). Has estado muy agudo, Charleston, muy fino en tu comentario. Espero que no hayas llegado a tal lucidez mediante una huelga de hambre, por ejemplo.

Charleston dijo...

Grata visita tu apreciación de mi comentario, Brigadier. A veces pienso acerca del comer, volar y todo esto. Y no sé, trato de llegar a algún sitio y me despisto. Sí sé que al menda lo que le gustaría sería estar todo el día en mi nube y olvidarme del suelo. Pero no, nada. Necesario a mi pesar paso por lo uno para lo otro, qué le vamos a hacer. Ahora bien, cierto es que estoy atravesando una etapa de hambre, a modo de huelga obligatoria y me estoy hinchando a volar sin motor. Y no te creas tú que no...
Un saludín,