lunes, 30 de marzo de 2009
LÓGICA APLASTANTE
No milito en el ipodismo. Tuve uno hace tiempo. Me lo regalaron. Pero se fue deshaciendo. Los auriculares fueron los primeros en perder sus poderes. Luego algo le pasó a la batería. Y a la pantalla. Se quedó ahí en una estantería.Un amigo me dijo: 'mételo en un cajón, no le hagas caso, no lo fuerces, no aprietes todos los botones, no lo cortocircuites. Cuando lo saques de su retiro, estará como nuevo'. Sonaba bien. Hasta lógico. Lo intenté. El remedio no funcionó. Me acostumbré a vivir sin él y él a no vivir conmigo. Redescubrí el placer de escuchar la ciudad, de oír el ruido amortiguado de las calles desde la bici. Un rumor sordo. Me volvieron a llegar las respiraciones mientras caminaba por la Gran Vía y retazos de conversaciones. Sobre todo eso. Trozos de vida ajenos. Nítidos y claros, algunos; otros, deconstruidos y a medias, listos para ser completados. Rellenar los huecos.
Dos.
Recientes.
Semáforo cerca del Hotel Miguel Ángel. Ella, rubia con el móvil en ristre.
- ¿Un perro?
- ...
- Pero, mamá, ¿para qué quieres un perro?
- [Aquí imagino a su madre, al otro lado del teléfono, explicando que le gustaría un dogo plateado para pasearlo con una correa roja por el barrio, o un setter de color fuego para peinarlo las tardes de domingo, o un bulldog francés para estrujarle la piel mientras ve El diario de Patricia]
- Pero, si ya tienes alarma, mamá, ¿para qué quieres un perro?
Tren de cercanías. Un niño terriblemente listo habla con su hermana mayor en 'esa' edad.
Él: ¿Para qué sirve la heroína? (Juro que esta pregunta fue formulada así. A bocajarro. Nada en el aire había dado pie a semejante disquisición).
Ella: No lo sé, supongo que es droga.
Él: Ya, pero esa droga tiene que servir para algo.
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2 comentarios:
Una.
De hace un par de meses.
Grupito formado por dos adultos y un niño pequeñísimo, que de repente dice "Mamá, debo estar fatal, porque me cuesta bajar la cuesta"
Una: "Marruecos es la tercera ciudad más exótica del mundo".
Dos: En el bar Cipri, de la calle Fuencarral, que desapareció como todo lo bueno que había en tal calle. Pasa una china corriendo por delante y un loco que tomaba café todo el día grita: "¡Que se escapa la china que mató a la Virgen!"
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