lunes, 20 de abril de 2009

¿QUIÉN ME QUERRÁ?


En mi diccionario ideológico Julio Casares busco 'tristeza' y me remite a 'aflicción'. Y ahí me encuentro una lista infinita de vocablos asociados. 'Romancero' de La Bien Querida es un disco triste, pero no afligido, ni penoso, ni desconsolado, ni dolorido, ni doliente, ni doloroso, sí acongojado, pero nada angustiado, ni agónico, ni agobiante, ni ansioso, ni amargo, ni amargado, ni contrito, algo atribulado, poco consternado, en ningún momento afectado o atormentado o torturado o apesadumbrado o sufriente o herido. Sí es melancólico y nostálgico y morriñoso y solitario. Tampoco cae en la queja. Y sortea la compasión. Sí suelta algún suspiro. Traspasa y entristece. Afecta y deshace. Romancero padece y añora. Sin lamentarse.

Qué extraña adicción causan algunas tristezas. Qué raro escuchar una melodía y tener que salir corriendo a comprarse el disco porque de pronto ya no puedes estar sin él. Qué curioso querer vivir en unas canciones que te arrugan el corazón.

Dice un amigo que es un disco generacional: para treintañeras perdidas. A mí me suena a final de fiesta. A agridulce final de fiesta de pueblo. Cuando se acaba la verbena, las luces se encienden y las guirnaldas se pisotean.

3 comentarios:

el brigadier dijo...

La treintañera perdida es el pájaro Wendy a sus anchas en la cama, postura estrella de mar; harta ya de peterpanes pero sin perder de vista la ventana por donde quizás se cuele peter man: el hombre de verdad, esa quimera, quién no sólo no ha perdido su sombra, sino que declarará su amor incondicional y eterno a la manera clásica: déjame ser tu sombra, la sombra de tu sombra, la sombra de la sombra de la sombra de tu perro.

La Rata Marcelina dijo...

ne me quitte pas!

Cremita dijo...

Prefiero la maqueta. Igual es porque ya la tenía muy escuchada.