domingo, 20 de diciembre de 2009

EL ABRAZO DEL OSO


La cosa es que estos chicos tocaban el viernes en el Neu!. Yo ya los había visto una vez, y me quedé bocas (otra expresión a recuperar, buenísima). Y, claro, quise volver a sentir mis mandíbulas desencajarse, pero ay, los catarros no avisan y traidores son. El resultado es que me quedé en casa, comiéndome los mocos y mojándome las ganas (como Mecano) en un antigripal naranja. Pero, uy, me descargué el disco (http://wildhoney.bandcamp.com/), apagué las luces y vertí el sobre de los polvitos medicinales en un vaso de whiski. Por aquello del ambiente. Y, buf, qué sensación. Qué gran disco. Qué bonitas voces. Qué preciosos arreglos. Qué precisa duración. Qué paz. Qué serenidad. Qué luminosidad. Cuánta inspiración. Cuánta delizadeza. Cuánta generosidad. Cuánto cuidado. Cuánta belleza (hasta la portada es preciosa: me recuerda a la de Fleet Foxes, por cierto). Qué derroche de elegancia. Epic handshakes and a bear hug de Wild Honey, uno de mis favoritos, ya, de este año que se acaba. Tan confortable, reconfortante y cálido como los abrazos de oso que la gente de bien sigue propinando (¡gracias!) sin que vengan a cuento.

1 comentario:

el brigadier dijo...

La cosa es que yo estuve allí. Y fue grande, a su pequeña manera. El escenario se llenó de personas bajitas tocando y cantando canciones cortas y dulces. El buen rollo era espactacular. En mi grupo venía una chavala yanqui. Durante el primer set, el del disco, estaba como flipada. "Pero en que idioma cantan", decía. Con el segundo set, el de los villancicos de Phil Spector, directamente enloqueció. White Christmas a 10000 Km de casa. Frosty the Snowman y la Neu se llenó de nieve y de vinilos rojos de 180 grms bajo el brazo de la gente de bien, la misma que, durante la semana, en el curro, a volumen decifiente, había escuchado, una y otra vez, ese disco tan bonito pero que te ibas a hacer pis y se había acabado.

Al final, galletas para nuestras sonrisas, todos contentos de vuelta al friaco.