
Anoche me quedé subyugada con "Amanecer" de Murnau. Sin palabras. Como el propio Murnau que era tan bueno contando con imágenes que escatimaba en rótulos hasta casi eliminarlos. Ver una peli de cine mudo es complicado. Al menos los primeros minutos. Supone olvidarse de los códigos cinematográficos con los que hemos crecido, hacer un ejercicio constante de imaginación y tener una concentración total (estamos acostumbrados a que si se nos despista un sentido, ya habrá otro que acuda al rescate; aquí sólo vale mirar, y escuchar, sí, pero sonidos y música que enfatizan, no informan). Superados estos obstáculos, el espectáculo es sublime, magistral. Cada escena semeja un cuadro, cada gesto significa algo. Nada está porque sí, nada está al azar. Eliminadas las palabras, sólo queda transmitir el máximo de información en cada fotograma. Hay que estar bien atento.


Y, todo, en 1927.
No hay comentarios:
Publicar un comentario