martes, 4 de noviembre de 2008
El SINDROME
Wilco, Neil Halstead, Sodastream. Estos son algunos de los nombres que me vienen a la cabeza escuchando el precioso "Sirens" de Peter Greenwood. Y, por supuesto, Nick Drake. Creo que el pasado año (y escribo creo porque nunca supe medir el tiempo salvo por cursos escolares: para mí, los años siguen empezando en septiembre), el pasado año, pues, o así, leí casi seguidos "Blancas bicicletas" (una eléctrica crónica absolutamente imprescindible sobre la música –y lo que no lo era- de los sesenta) y "En busca de Nick Drake" (un relato emocionante hasta la lágrima del compositor).
El nombre de Nick Drake, por ser cita fija en la lista de influencias de cualquier músico que se precie, por su aura de malditismo, o por ser objeto de constante y luctuosa y melancólica revisión, podría resultar ya cansino. Pero no. Drake es infinito. Leer la narración de cómo se grabaron y de dónde salieron sus canciones y escucharlas al mismo tiempo provoca un estado de extraña felicidad. Una sensación de perfección cósmica casi dolorosa. Por supuesto lloré cuando le tocó el turno a "Northern Sky", pero eso no tiene mucho mérito: me sucede siempre. Determinadas canciones provocan esa cosa tan difícil de experimentar llamada síndrome de Stendhal. Son canciones que consiguen una y otra vez suscitar un estado de ánimo de una intensidad que uno piensa irrepetible, pero que ah, es perfectamente susceptible de repetirse en el tiempo. En mi particular lista están el "Hallelujah" de Cohen cantada por Buckley, "La chanson des vieux amants" de Brel y, claro, "Northern Sky" de Drake. Son pocas, sí, pero tras años de escucha consiguen el mismo maremoto -por lo acuoso del efecto- que la primera vez. "Avalanche" estuvo ahí un tiempo y "Ne me quitte pas" (interpretada por Nina Simone) y alguna más. Pero en algún momento las puse y mis ojos permanecieron secos.
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6 comentarios:
qué jartón a llorar
aunque yo soy más de 'river man'
la canción más redonda
por ser cíclica
recomienda la rata, un artículo de Ian Mcdonald, (el periodista inglés que se suicidó una no sabe bien porqué, ¡si escribía bien!)
sobre esta canción 'river man' en un libro titulado 'the people's music'
http://www.amazon.co.uk/Peoples-Music-Ian-MacDonald/dp/1844130932
y, ya de paso, se puede aprovechar para leer el resto de artículos en un ratico.
Vaya nivelón de blog. El lunes descubrí un documental sobre Drake en el youtube os lo dejo por si alguien quiere verlo, o Re-verlo...aqui va la primera parte http://es.youtube.com/watch?v=_R7vzeEVoV0
murciélago, yo tengo ese dvd. viene en la caja de drake. ¡es buenísimo! también de mucho llorar y llorar
¿qué he de hacer para ser un intelectual como vosotros, animalillos? que perdido me haceis sentir en este mundo...snifff
lee este blog sin parar
e intelectual de palo serás
y no llores
que encoges
Hace poco, leyendo las alabadas memorias de Stefan Zweig (escritor al que admiro), tuve la sensación de que no acababa de empatizar con el autor. Me resultó sorprendente como Zweig, dotadísimo para el análisis psicológico de sus criaturas, no aparecía en su texto, se escondía detrás de su peripecia vital.
Algo parecido me sucedió con Blancas Bicicletas. No me cayó nada bien Joe Boyd, El-hombre-que-enchufó-la guitarra-de-Dylan-en-Newport, El-hombre-que-descubrío-a-San-Nick-Drake. Qué le vamos a hacer.
Pese a la traducción regulín, el libro se deja leer y la edición es impecable. Me gustó, eso sí, el retrato de Nick Drake y el culpable reconocimiento que experimenta Boyd al rememorar los últimos días del Santo...
Por los arreglos de cuerda de John Cale, y por el título ,que podría servir para una biografía de Drake, mejor que ese En Busca de Nick Drake (hagiografía que me apunto, tapir) elijo la canción "Way to Blue"
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